Cobre: escasez, especulaciones y precios astronómicos

En cuanto va del año, los valores nominales del metal rojo prácticamente se ha doblado, pues las existencias están por el suelo. Chile todavía tiene reservas, pero carece de tecnología para detectarlas y explotarlas.

1 junio, 2006

El clima de supercalentamiento del cobre inspira, inclusive, tesis conspirativas. Así, entre usuarios de este insumo básico cunde un temor: aun sin el ingrediente actual de volatilidad en varios mercados, los precios continuarán elevándose porque –sencillamente- el metal disponible ya no alcanza. Los tremendistas –cuyo vocero es el “Financial times”- hablan de “existencias para unos pocos días”.

No hace mucho la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, un reducto monetarista) señaló que “China posiblemente siga creciendo, aunque no ya a 9/10%, y demandará más y mas materias primas. Entre ellas, cobre”. Según otra fuentes, India muestra similar tendencia.

Por supuesto, como insumo el metal rojo no tiene hoy la relevancia de hace diez o veinte años. En materia de telecomunicaciones, ha sido reemplazado por la fibra óptica. Pero continúa siendo clave en construcción, electricidad, etc. Por ello, el ritmo en el aumento de precios en enero-mayo es casi el doble del imperante en todo 2005 (que ya era alto).

Lo malo es que, cuando los valores eran relativamente bajos –en 2002-, se inició un proceso de desinversión en el rubro, como ocurriera con oro y plata diez años antes. Anglo-American, empresa con decenios de actividad, abandonó minas en Zambia. Vedanta, la compradora de esas explotaciones, empezó a elevar producción cuando el alza de precios lo hizo aconsejable.

Ahora bien, la demanda industrial en efecto viene incrementándose desde 2004. Pero, por sí sola, no puede explicarla presente crisis. A criterio de algunos especialistas, el alza responde también al crecientes dudas sobre el futuro del abastecimiento. En ese punto, algunos sospechan que las propias productoras del metal están retaceando oferta para llevar los precios a niveles cr´ticios y luego tomar ganancias.

Sea como fuere, la producción cobrera pasará de 15,5 a 16,3 millones de toneladas métricas entre este años y el próximo (+5,2%). Pero la demanda lo hará de 17,3 a 18,1 millones (+4,6%). En este marcvoa cabe analizar la situación chilena, donde la mayor parte de la producción le cabe a una empresa estatal, Codelco.

Se trata, además, de la mayor compañía mundial y sus ingresos son clave para el superávit fiscal, en una economía todavía poco desarrollada (pese a los mitos que ubican ese país a las puertas del primer mundo). Ocurre que, pese a contar con abundantes reservas comprobadas y potenciales, carece de herramientas y tecnología para detectarlas y extraerlas. Ni siquiera tiene capital, agua o mano de obra suficientes.

Codelco, en efecto, redujo sus propias estimaciones productivas en corto y largo plazo. Lo hizo 6,5% ya para este año, bajando el cálculo de producción a 1,710.000 tm. Igual sucederá en 2007.

El clima de supercalentamiento del cobre inspira, inclusive, tesis conspirativas. Así, entre usuarios de este insumo básico cunde un temor: aun sin el ingrediente actual de volatilidad en varios mercados, los precios continuarán elevándose porque –sencillamente- el metal disponible ya no alcanza. Los tremendistas –cuyo vocero es el “Financial times”- hablan de “existencias para unos pocos días”.

No hace mucho la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE, un reducto monetarista) señaló que “China posiblemente siga creciendo, aunque no ya a 9/10%, y demandará más y mas materias primas. Entre ellas, cobre”. Según otra fuentes, India muestra similar tendencia.

Por supuesto, como insumo el metal rojo no tiene hoy la relevancia de hace diez o veinte años. En materia de telecomunicaciones, ha sido reemplazado por la fibra óptica. Pero continúa siendo clave en construcción, electricidad, etc. Por ello, el ritmo en el aumento de precios en enero-mayo es casi el doble del imperante en todo 2005 (que ya era alto).

Lo malo es que, cuando los valores eran relativamente bajos –en 2002-, se inició un proceso de desinversión en el rubro, como ocurriera con oro y plata diez años antes. Anglo-American, empresa con decenios de actividad, abandonó minas en Zambia. Vedanta, la compradora de esas explotaciones, empezó a elevar producción cuando el alza de precios lo hizo aconsejable.

Ahora bien, la demanda industrial en efecto viene incrementándose desde 2004. Pero, por sí sola, no puede explicarla presente crisis. A criterio de algunos especialistas, el alza responde también al crecientes dudas sobre el futuro del abastecimiento. En ese punto, algunos sospechan que las propias productoras del metal están retaceando oferta para llevar los precios a niveles cr´ticios y luego tomar ganancias.

Sea como fuere, la producción cobrera pasará de 15,5 a 16,3 millones de toneladas métricas entre este años y el próximo (+5,2%). Pero la demanda lo hará de 17,3 a 18,1 millones (+4,6%). En este marcvoa cabe analizar la situación chilena, donde la mayor parte de la producción le cabe a una empresa estatal, Codelco.

Se trata, además, de la mayor compañía mundial y sus ingresos son clave para el superávit fiscal, en una economía todavía poco desarrollada (pese a los mitos que ubican ese país a las puertas del primer mundo). Ocurre que, pese a contar con abundantes reservas comprobadas y potenciales, carece de herramientas y tecnología para detectarlas y extraerlas. Ni siquiera tiene capital, agua o mano de obra suficientes.

Codelco, en efecto, redujo sus propias estimaciones productivas en corto y largo plazo. Lo hizo 6,5% ya para este año, bajando el cálculo de producción a 1,710.000 tm. Igual sucederá en 2007.

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