Citigroup intenta colocar papeles por US$ 2.100 millones en Japón

El mayor grupo financiero mundial anunció que, el 16, emitirá “bonos samurái” por ¥ 230.000 millones. Será el máximo esfuerzo extranjero para obtener fondos de inversores japoneses en su propio terreno.

7 septiembre, 2005

A criterio de varios analistas, la entidad palnea emplear ese capital para revitalizar operaciones en Japón, uno de los mercados de deuda más grandes del mundo. También en una forma de ingresar por otra puerta a una plaza donde ha tenido graves problemas.

En 2004, Citigroup recibió un severo golpe por sus propios abusos. Hace casi un año, las autoridades reguladoras lo obligaron a cerrar la división local de banca privadas. Esa unidad, experta en atender millonarios poco escrupulosos, fue hallada culpable de manipular ventas y laxitud en cuanto al lavado de dinero.

Recobrar posiciones en el Sol Naciente resulta clave para Citigroup, que también afrontó sanciones británicas por maniobras con bonos públicos en la Unión Europea. Según lo ven dos o tres firmas consultoras, esa necesita consolidarse nuevamente en Tokio, donde los residentes disponen de ahorros y activos personales por más de diez billones de dólares.

Durante quince años, Citigroup había logrado transformase en el mayo banco minmorista extranjero del país, con sucursales en casi todas las ciudades importantes y más de 10.000 empleados. Muchos clientes eran prósperos profesionales que operaban también en el exterior y constituian una base envidiable. La pérdida de la banca privada, que ofrecía servicios a medida de los más ricos, le dificulta mantener esa base general.

Según el comunicado oficial, el grupo decidió colocar los “samurái” (papeles en yenes emitidos por bancos y firmas extranjeras) en seis lotes. El mayor vencerá en quince años y pagará 2,04% anual de interés. Hasta ese anuncio, el mayor colocador de bonos en Tokio era DaimlerChrysler, con poco menos de US$ 2.000 millones en 2000.

A criterio de varios analistas, la entidad palnea emplear ese capital para revitalizar operaciones en Japón, uno de los mercados de deuda más grandes del mundo. También en una forma de ingresar por otra puerta a una plaza donde ha tenido graves problemas.

En 2004, Citigroup recibió un severo golpe por sus propios abusos. Hace casi un año, las autoridades reguladoras lo obligaron a cerrar la división local de banca privadas. Esa unidad, experta en atender millonarios poco escrupulosos, fue hallada culpable de manipular ventas y laxitud en cuanto al lavado de dinero.

Recobrar posiciones en el Sol Naciente resulta clave para Citigroup, que también afrontó sanciones británicas por maniobras con bonos públicos en la Unión Europea. Según lo ven dos o tres firmas consultoras, esa necesita consolidarse nuevamente en Tokio, donde los residentes disponen de ahorros y activos personales por más de diez billones de dólares.

Durante quince años, Citigroup había logrado transformase en el mayo banco minmorista extranjero del país, con sucursales en casi todas las ciudades importantes y más de 10.000 empleados. Muchos clientes eran prósperos profesionales que operaban también en el exterior y constituian una base envidiable. La pérdida de la banca privada, que ofrecía servicios a medida de los más ricos, le dificulta mantener esa base general.

Según el comunicado oficial, el grupo decidió colocar los “samurái” (papeles en yenes emitidos por bancos y firmas extranjeras) en seis lotes. El mayor vencerá en quince años y pagará 2,04% anual de interés. Hasta ese anuncio, el mayor colocador de bonos en Tokio era DaimlerChrysler, con poco menos de US$ 2.000 millones en 2000.

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