Chinos: un paseo de compras prepara la visita de Hu Jintao

China envía una supermisión, anticipando el primer viaje del presidente Hu a Estados Unidos. Su objetivo: desplegar poder de compra y enfriar la fiebre proteccionista imperante en el congreso.

8 abril, 2006

Esta misión, la mayor desde el restablecimiento de relaciones en 1979, refleja un punto de vista clave en Beijing. A saber, que será más fácil disminuir tensiones comerciales que satisfacer otras demandas norteamericanas. Por ejemplo, presionar sobre Irán y Norcorea para que abandonen su programas nucleares o reducir las violaciones a derechos civiles o libreta de opinión, tan frecuentes en el país.

Más de cien personajes vuelan con Wu Yi, viceprimer ministro y negociador económico, en una jira que empieza en Hawái y recorrerá trece estados. Se esperan cuantiosas órdenes; entre ellas, por aviones Boeing –la Unión Europea ya reclama trato equitativo con Airbus-, autopartes, software, equipos de telecomunicaciones, granos, algodón y otros insumos.

China no es nueva en materia de diplomacia económica. La practicó notoriamente durante la campaña por el apoyo estadounidense para ingresas en la Organización Mundial de Comercio, a fines de los años 90. Esta vez, la delegación incluye una amplia gama de empresas estatales y privadas, muy rara en viajes de la alta dirigencia política.

Hu Jintao estará en Washington del 18 al 22 de este mes y visitará la Casa Blanca por primera vez como presidente (asumió en 2003). En 2005, China tuvo US$ 205.000 millones de superávit en el comercio con EE.UU., la mayor brecha negativa sufrida por este país respecto de cualquier otro. Este déficir generó propuestas legislativa para gravar importaciones desde China, a menos que su gobierno acelere el lentísimo ritmo de aumento del yüan contra el dólar. Pero, antes de partir la supermisión, un alto funcionario dio a entender que Beijing podría dejar de comprar deuda norteamericana (es el segundo tenedor de bonos, tras Japón).

Gente del gobierno norteamericano viene advirtiendo desde hace meses a Beijing que no subestime los alcances de la ola antichina prevalente en el congreso y poderosos grupos de interés. Su ofensiva se centra hoy en transgresiones rampantes en materia de patentes, marcas y derechos intelectuales, por parte de empresas estatales y privadas.

No obstante, China descarta desplazamiento repentinos en política cambiaria e insiste en que seguirá un criterio sostenido, pero gradual. Eso sí, Beijing muestra mayor voluntad de normalizar el tema patentes: ha multado a empresas que usan software pirata y proyecta incorporar a sus computadoras programas legales.

Pero las novedades reales hacen al comercio. Se espera que China adquiera por lo menos ochenta Boeing comerciales. También contempla un plan de compras sin precedentes de equipos para telecomunicaciones, tanto fijas como móviles.

Al respecto, varios funcionarios de Beijing subrayan que China es ahora el cuarto mercado mundial para exportaciones norteamericanas y se expande a razón de 21,5% anual desde 2001. Citan, verbigracia, estudios independientes según los cuales, de no ser por tantos bienes chinos baratos, empresas y consumidores norteamericanos estarían pagando más de US$ 100.000 millones anuales extra por iguales rubros fabricados en otros países. De paso, recuerdan que buena parte de las utilidades generadas por la industria china vuelve a compañías occidentales.

Esta misión, la mayor desde el restablecimiento de relaciones en 1979, refleja un punto de vista clave en Beijing. A saber, que será más fácil disminuir tensiones comerciales que satisfacer otras demandas norteamericanas. Por ejemplo, presionar sobre Irán y Norcorea para que abandonen su programas nucleares o reducir las violaciones a derechos civiles o libreta de opinión, tan frecuentes en el país.

Más de cien personajes vuelan con Wu Yi, viceprimer ministro y negociador económico, en una jira que empieza en Hawái y recorrerá trece estados. Se esperan cuantiosas órdenes; entre ellas, por aviones Boeing –la Unión Europea ya reclama trato equitativo con Airbus-, autopartes, software, equipos de telecomunicaciones, granos, algodón y otros insumos.

China no es nueva en materia de diplomacia económica. La practicó notoriamente durante la campaña por el apoyo estadounidense para ingresas en la Organización Mundial de Comercio, a fines de los años 90. Esta vez, la delegación incluye una amplia gama de empresas estatales y privadas, muy rara en viajes de la alta dirigencia política.

Hu Jintao estará en Washington del 18 al 22 de este mes y visitará la Casa Blanca por primera vez como presidente (asumió en 2003). En 2005, China tuvo US$ 205.000 millones de superávit en el comercio con EE.UU., la mayor brecha negativa sufrida por este país respecto de cualquier otro. Este déficir generó propuestas legislativa para gravar importaciones desde China, a menos que su gobierno acelere el lentísimo ritmo de aumento del yüan contra el dólar. Pero, antes de partir la supermisión, un alto funcionario dio a entender que Beijing podría dejar de comprar deuda norteamericana (es el segundo tenedor de bonos, tras Japón).

Gente del gobierno norteamericano viene advirtiendo desde hace meses a Beijing que no subestime los alcances de la ola antichina prevalente en el congreso y poderosos grupos de interés. Su ofensiva se centra hoy en transgresiones rampantes en materia de patentes, marcas y derechos intelectuales, por parte de empresas estatales y privadas.

No obstante, China descarta desplazamiento repentinos en política cambiaria e insiste en que seguirá un criterio sostenido, pero gradual. Eso sí, Beijing muestra mayor voluntad de normalizar el tema patentes: ha multado a empresas que usan software pirata y proyecta incorporar a sus computadoras programas legales.

Pero las novedades reales hacen al comercio. Se espera que China adquiera por lo menos ochenta Boeing comerciales. También contempla un plan de compras sin precedentes de equipos para telecomunicaciones, tanto fijas como móviles.

Al respecto, varios funcionarios de Beijing subrayan que China es ahora el cuarto mercado mundial para exportaciones norteamericanas y se expande a razón de 21,5% anual desde 2001. Citan, verbigracia, estudios independientes según los cuales, de no ser por tantos bienes chinos baratos, empresas y consumidores norteamericanos estarían pagando más de US$ 100.000 millones anuales extra por iguales rubros fabricados en otros países. De paso, recuerdan que buena parte de las utilidades generadas por la industria china vuelve a compañías occidentales.

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