China y la península arábiga como estabilizadoras de mercados

“Lo más interesante de esta economía global es lo que no sucede. En 1979/80, el petróleo superó los US$ 105 a precios actuales. Hoy esa cota vuelve a acercarse, justo mientras una doble crisis persiste, bien que en forma más o menos ordenada”.

13 diciembre, 2007

Así arranca un análisis del estratega George Friedman en el boletín “Stratfor”, a cuyo criterio “es preciso distinguir entre entidades financieras, mercados especulativos y economía real. Wall Street tiende a confundirlos. Algunos bancos están siendo perjudicados y, erróneamente, creen que sus problemas reflejan los de la economía en general”.

Lo que ocurre, al parecer es una convergencia dedos fuerzas masivas. Por un lado, los precios de crudos y otros productos primarios se ha ido a las nubes. Por otro, estalló la larga burbuja de valores inmobiliarios vía hipotecas de mala calidad. Cualquiera de ambas situaciones hubiera bastado para provocar un desastre, que aún no acaece. La bolsa norteamericana cedió varias veces y otras tantas se repuso. Medios y especialistas esperaban números devastadores este año, pero todavía no aparecen.

“Por definición –explica este experto allegado al Pentágono-, la otra crisis en escena, la de liquidez, se da cuando la demanda monetaria supera a la oferta y genera alza de tasas”. Tampoco eso ha ocurrido, salvo en el segmento de compras apalancadas. Podría argüirse que, si bien los tipos de interés son moderados, no hay quienes presten. “Pero se trata de un fenómeno localizado, de corto aliento. Iliquidez y tasas bajas son un contrasentido”,

Esto no se debe a la Reserva Federal, que puede influir directamente sólo en tipos cortoplacistas. En plazos más amplios, actúan la disponibilidad corriente de fondos y las expectativas a término. En este momento, las principales bolsas no han sido devastadas ni víctimas de iliquidez aguda. A lo sumo, hay señales de enfriamiento. Sin embargo, “mucha gente sostiene –subraya Friedman- que recién vemos ahora la punta del témpano. Insolvencias en otras categorías hipotecarias y ulterior caída de precios en bienes raíces provocarán una reacción en cadena”. Históricamente, los mercados declinan “seis meses de una recesión. Hasta el momento, empero, la presunta crisis de iliquidez no se traduce en alza de tasas ni en derrumbes bursátiles persistentes o significativos”.

Añadiendo iliquidez al aumento de hidrocarburos y otros productos primarios, en teoría, las economías centrales vivirían hoy una crisis generalizada. Similar a la que, durante el auge de precios petroleros (1973 a 1980), infló lasa tasas mientras el dinero corría a países del entonces ”tercer mundo”, a cambio de sus materias primas. Por consiguiente, el costo de modernizar la infraestructura industrial de Estados Unidos llegó a superar cómodamente el 10% anual. Entretando, el mercado accionario se achataba.

Pues bien, y, ahora ¿qué? “Durante los últimos años, China ha estado generado pilas de efectivo vía un superávit comercial que no deja de crecer. Esto la lleva a acumular dólares (más de 1,2 billones a fin de octubre) y recolocarse en el exterior, una forma de reciclar liquidez. Para Beijing, el mercado norteamericano es relevante y por eso también compra deuda federal en títulos. Éste es otro de lo motivos por lo cuales las tasas se mantienen relativamente bajas.

Hay otra razón, que el experto define como “precios petroleros autoestabilizantes”. Una demanda que no cede con el aumento de valores, supone Friedman, “les generan dólares a los países exportadores, que sus economía no pueden absorber. La Unión de Emiratos árabes es todo un ejemplo”. Este grupo y China tienen algo en común: están ligados al dólar, aunque la segunda tenga una canasta euro-dólar-yen para los cambios. Como buena parte de esos fondos vuelve a EE.UU., el flujo de liquidez se suma al originado en la propia industria petrolera norteamericana.

Según interpreta el analista, “esos factores explican la elasticidad de ese mercado y que Wall Street no esté vendiendo todo ante las crisis inmobiliaria y financiera. En su lugar, rebota tras cada revés. No se trata de bancos ni fondos especulativos, sino de China y la península arábiga”. Quizás esta tesis explique por qué grandes bancas occidentales en aprietos son rescatadas por emires del golfo Pérsico y sus fondos soberanos de inversión.

Así arranca un análisis del estratega George Friedman en el boletín “Stratfor”, a cuyo criterio “es preciso distinguir entre entidades financieras, mercados especulativos y economía real. Wall Street tiende a confundirlos. Algunos bancos están siendo perjudicados y, erróneamente, creen que sus problemas reflejan los de la economía en general”.

Lo que ocurre, al parecer es una convergencia dedos fuerzas masivas. Por un lado, los precios de crudos y otros productos primarios se ha ido a las nubes. Por otro, estalló la larga burbuja de valores inmobiliarios vía hipotecas de mala calidad. Cualquiera de ambas situaciones hubiera bastado para provocar un desastre, que aún no acaece. La bolsa norteamericana cedió varias veces y otras tantas se repuso. Medios y especialistas esperaban números devastadores este año, pero todavía no aparecen.

“Por definición –explica este experto allegado al Pentágono-, la otra crisis en escena, la de liquidez, se da cuando la demanda monetaria supera a la oferta y genera alza de tasas”. Tampoco eso ha ocurrido, salvo en el segmento de compras apalancadas. Podría argüirse que, si bien los tipos de interés son moderados, no hay quienes presten. “Pero se trata de un fenómeno localizado, de corto aliento. Iliquidez y tasas bajas son un contrasentido”,

Esto no se debe a la Reserva Federal, que puede influir directamente sólo en tipos cortoplacistas. En plazos más amplios, actúan la disponibilidad corriente de fondos y las expectativas a término. En este momento, las principales bolsas no han sido devastadas ni víctimas de iliquidez aguda. A lo sumo, hay señales de enfriamiento. Sin embargo, “mucha gente sostiene –subraya Friedman- que recién vemos ahora la punta del témpano. Insolvencias en otras categorías hipotecarias y ulterior caída de precios en bienes raíces provocarán una reacción en cadena”. Históricamente, los mercados declinan “seis meses de una recesión. Hasta el momento, empero, la presunta crisis de iliquidez no se traduce en alza de tasas ni en derrumbes bursátiles persistentes o significativos”.

Añadiendo iliquidez al aumento de hidrocarburos y otros productos primarios, en teoría, las economías centrales vivirían hoy una crisis generalizada. Similar a la que, durante el auge de precios petroleros (1973 a 1980), infló lasa tasas mientras el dinero corría a países del entonces ”tercer mundo”, a cambio de sus materias primas. Por consiguiente, el costo de modernizar la infraestructura industrial de Estados Unidos llegó a superar cómodamente el 10% anual. Entretando, el mercado accionario se achataba.

Pues bien, y, ahora ¿qué? “Durante los últimos años, China ha estado generado pilas de efectivo vía un superávit comercial que no deja de crecer. Esto la lleva a acumular dólares (más de 1,2 billones a fin de octubre) y recolocarse en el exterior, una forma de reciclar liquidez. Para Beijing, el mercado norteamericano es relevante y por eso también compra deuda federal en títulos. Éste es otro de lo motivos por lo cuales las tasas se mantienen relativamente bajas.

Hay otra razón, que el experto define como “precios petroleros autoestabilizantes”. Una demanda que no cede con el aumento de valores, supone Friedman, “les generan dólares a los países exportadores, que sus economía no pueden absorber. La Unión de Emiratos árabes es todo un ejemplo”. Este grupo y China tienen algo en común: están ligados al dólar, aunque la segunda tenga una canasta euro-dólar-yen para los cambios. Como buena parte de esos fondos vuelve a EE.UU., el flujo de liquidez se suma al originado en la propia industria petrolera norteamericana.

Según interpreta el analista, “esos factores explican la elasticidad de ese mercado y que Wall Street no esté vendiendo todo ante las crisis inmobiliaria y financiera. En su lugar, rebota tras cada revés. No se trata de bancos ni fondos especulativos, sino de China y la península arábiga”. Quizás esta tesis explique por qué grandes bancas occidentales en aprietos son rescatadas por emires del golfo Pérsico y sus fondos soberanos de inversión.

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