Cede Wall Street. Marcan picos el euro, el oro y el petróleo crudo

Cayeron algo los paneles bursátiles neoyorquinos, encabezados por el sector financiero. Sólo los servicios amortiguaron el golpe. El euro sigue cerca de US$ 1,45, los tejanos intermedios registraban 95,40 y el oro 810 la onza, máximo en 27 años.

5 noviembre, 2007

Sin duda, operadores e inversores en Wall Street temen que el doble descalabro -Citigroup, Merrill Lynch- agrave las turbulencias cifradas en la crisis hipotecaria y la de liquidez financiera (detonada por compras apalancadas). Al cierre del lunes, los ejecutivos de ambas firmas no movían un dedo para calmar los mercados.

Por ejemplo, Citi no podía decir si el monto mandado este trimestre a pérdidas será US$ 8.000 u 11.000 millones. Eso sí: le regalaron US$ 105 millones a Charles Prince por su despido prematuro. En otro plano, Moody’s y Standard & Poor estudian degradar las calificaciones del mayor conglomerado financiero del mundo.

Sus acciones bajaron 5,4% y, en US$ 35.70, se han licuado 20% (365.000 millones) desde iniciada la doble crisis. En ese contexto, el Dow Jones industrial actaba pérdidas a 0,38, acompañado por el Nasdaq compuesto (-0,54%) y el S&P 500 (-0,5%). En otras palabras, de nuevo grandes jugadores salieron a maquillar indicadores.

Días angustiosos

Este fin de semana fue el más traumático vivido por el gigante neoyorquino. Bastó que una analista financiera de nombre masculino, Meredith Whitney revelara que Citi precisa US$ 30.000 millones este trimestre para salir de apuros. Ello aparte de US$ 8.000 a 11.000 millones adicionales a los ya mandados a pérdida por las crisis hipotecaria y de compras apalancadas.

Eso y la posibilidad de que deba vender o liquidar Smith Barney, la división banca inversora, derrumbaron sus títulos en el mercado continuo electrónico. La caída licúa unos US$ 365.000 millones en capitalización, tras los números del lunes en Wall Street.

La tarde del domingo se reunió de urgencia el directorio de Citigroup. En la agenda, la renuncia de Prince y otros ejecutivos. Ya aceptadas, se ofreció a Robert Rubin (economista en serio, ex secretario de hacienda bajo William Clinton) armar la sucesión del equipo saliente. Sin duda, Rubin representa lo contrario de Henry Paulson, otro ex hombre de Goldman Sachs.

También se designó a Winfried Bischoff –hasta el momento jefe de operaciones en Europa occidental- como presidente ejecutivo interino. Todo esto acaba traumáticamente con cuatro años de gestión de Prince, un abogado que nunca estuvo a la altura de su misión ni concitó el respeto de Wall Street.

En realidad, los problemas de Citigroup datan a la fusión entre Citibank y Travelers’ Group (1998), corolario en una serie de adquisiciones durante la última década del siglo XX. Hasta hace unos tres años, gurúes, analistas y medios del negocio –en particular “Barron’s, Business week, Wall Street journal” y “Fortune”- aplaudían casi cualquier cosa que hiciera el gigante financiero.

Hoy, el WSJ subraya “el fracaso del modelo de banca universal” ensayado por Prince y su equipo. El concepto era demasiado simple: mantenerse en muchos segmentos, para compensar problemas en uno con éxitos en otros. Eso no sucedió pero, desde 2006, los mercados empezaron a manifestar turbulencias derivadas de la crisis inmobiliaria (una mezcla de desinfle con malas hipotecas) y la ola global de iliquidez. En este caso, vinculada al fracaso de otra receta mágica, las compras apalancadas, vehículos especulativos en manos de fondos extrabursátiles.

Sin duda, operadores e inversores en Wall Street temen que el doble descalabro -Citigroup, Merrill Lynch- agrave las turbulencias cifradas en la crisis hipotecaria y la de liquidez financiera (detonada por compras apalancadas). Al cierre del lunes, los ejecutivos de ambas firmas no movían un dedo para calmar los mercados.

Por ejemplo, Citi no podía decir si el monto mandado este trimestre a pérdidas será US$ 8.000 u 11.000 millones. Eso sí: le regalaron US$ 105 millones a Charles Prince por su despido prematuro. En otro plano, Moody’s y Standard & Poor estudian degradar las calificaciones del mayor conglomerado financiero del mundo.

Sus acciones bajaron 5,4% y, en US$ 35.70, se han licuado 20% (365.000 millones) desde iniciada la doble crisis. En ese contexto, el Dow Jones industrial actaba pérdidas a 0,38, acompañado por el Nasdaq compuesto (-0,54%) y el S&P 500 (-0,5%). En otras palabras, de nuevo grandes jugadores salieron a maquillar indicadores.

Días angustiosos

Este fin de semana fue el más traumático vivido por el gigante neoyorquino. Bastó que una analista financiera de nombre masculino, Meredith Whitney revelara que Citi precisa US$ 30.000 millones este trimestre para salir de apuros. Ello aparte de US$ 8.000 a 11.000 millones adicionales a los ya mandados a pérdida por las crisis hipotecaria y de compras apalancadas.

Eso y la posibilidad de que deba vender o liquidar Smith Barney, la división banca inversora, derrumbaron sus títulos en el mercado continuo electrónico. La caída licúa unos US$ 365.000 millones en capitalización, tras los números del lunes en Wall Street.

La tarde del domingo se reunió de urgencia el directorio de Citigroup. En la agenda, la renuncia de Prince y otros ejecutivos. Ya aceptadas, se ofreció a Robert Rubin (economista en serio, ex secretario de hacienda bajo William Clinton) armar la sucesión del equipo saliente. Sin duda, Rubin representa lo contrario de Henry Paulson, otro ex hombre de Goldman Sachs.

También se designó a Winfried Bischoff –hasta el momento jefe de operaciones en Europa occidental- como presidente ejecutivo interino. Todo esto acaba traumáticamente con cuatro años de gestión de Prince, un abogado que nunca estuvo a la altura de su misión ni concitó el respeto de Wall Street.

En realidad, los problemas de Citigroup datan a la fusión entre Citibank y Travelers’ Group (1998), corolario en una serie de adquisiciones durante la última década del siglo XX. Hasta hace unos tres años, gurúes, analistas y medios del negocio –en particular “Barron’s, Business week, Wall Street journal” y “Fortune”- aplaudían casi cualquier cosa que hiciera el gigante financiero.

Hoy, el WSJ subraya “el fracaso del modelo de banca universal” ensayado por Prince y su equipo. El concepto era demasiado simple: mantenerse en muchos segmentos, para compensar problemas en uno con éxitos en otros. Eso no sucedió pero, desde 2006, los mercados empezaron a manifestar turbulencias derivadas de la crisis inmobiliaria (una mezcla de desinfle con malas hipotecas) y la ola global de iliquidez. En este caso, vinculada al fracaso de otra receta mágica, las compras apalancadas, vehículos especulativos en manos de fondos extrabursátiles.

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