CE: Fazio genera roces entre Barroso, McCreevy y Kroes

Calificado de “amnésico e inactivo”, el presidente de la Comisión Europea choca con los comisarios de Finanzas (Charles McCreevy) y Competencia (Nellie Kroes). Tema: se abre el caso de Antonio Fazio.

24 noviembre, 2005

“Resulta inexplicable cómo la Unión Europea eligió por unanimidad a este portugués conservador, mediocre y vinculado a la ex dictadura salazarista”. Así sostenían el “Financial Times” y su controlado, “The Economist”. Sus críticos lo tratan a José Manoel Durão Barroso de “amnésico, perezoso y sin reflejos”.

Los influyentes medios británicos, más sus colegas suizos y holandeses, aluden al casi año de demora en abrir, ante la Comisión Europea, el caso de Antonio Fazio. Todavía presidente de Banca d’Italia (central), no paró en maniobras e intrigas para obstruir la toma de dos entidades italianas (Banca Antoniana Popolare Veneta, Banca Nazionale del Lavoro) por parta de neerlandeses (ABN Amro) y españoles (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria). El primero ya está en manos de ABN.

Ahora, el irlandés McCreevy ha logrado poner a Fazio en el banqueillo. Eso acaba con el “estilo Barroso”, consistente en no agitar las aguas ni molestar a ninguno de los veinticinco gobiernos de la UE. La excepción fue Francia, con cuyo presidente Jacques Chirac se enfrentó, a raíz del luego frustrado proyecto de tratado constitucional. Para mayor abundancia, el protugués y Fazio están vinculados desde siempre con el Vaticano, no justamente santo de la devoción europeísta.

El “bajo perfil” de Barroso molesta a varios de los comisarios de Bruselas. En particular a los tres más influyentes: McCreevy, Kroes y Peter Mandelson (Comercio). Pero éste se halla demasiado ocupado en ver cómo disimular el probable fracaso de la ronda Dohá, el 13 de diciembre en Hongkong, e impedir el consiguiente derrumbe de la Organización Mundial de Comercio.

.

No es ajena al lío la pésima situación de las cuentas fiscales italianas, cuyo déficit de este año (4,3%) desborda de lejos la meta de Maastricht (3% del PBI). Políticamente, eso importa menos pues, de todas maneras, Alemania o Francia no se preocupan por ajustarse a esos objetivos anacrónicos (se verá si Angela Merkel cambia esa actitud en Berlín).

Sea como fuere, quizá la suerte de Fazio esté echada. No debe olvidarse, al respecto, que el propio Banco Central Europeo le ha sugerido renunciar y que ha perdido todo apoyo en el gobierno italiano. Sólo cuenta con obispos y, quizá, la ajada orden de Malta.

“Resulta inexplicable cómo la Unión Europea eligió por unanimidad a este portugués conservador, mediocre y vinculado a la ex dictadura salazarista”. Así sostenían el “Financial Times” y su controlado, “The Economist”. Sus críticos lo tratan a José Manoel Durão Barroso de “amnésico, perezoso y sin reflejos”.

Los influyentes medios británicos, más sus colegas suizos y holandeses, aluden al casi año de demora en abrir, ante la Comisión Europea, el caso de Antonio Fazio. Todavía presidente de Banca d’Italia (central), no paró en maniobras e intrigas para obstruir la toma de dos entidades italianas (Banca Antoniana Popolare Veneta, Banca Nazionale del Lavoro) por parta de neerlandeses (ABN Amro) y españoles (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria). El primero ya está en manos de ABN.

Ahora, el irlandés McCreevy ha logrado poner a Fazio en el banqueillo. Eso acaba con el “estilo Barroso”, consistente en no agitar las aguas ni molestar a ninguno de los veinticinco gobiernos de la UE. La excepción fue Francia, con cuyo presidente Jacques Chirac se enfrentó, a raíz del luego frustrado proyecto de tratado constitucional. Para mayor abundancia, el protugués y Fazio están vinculados desde siempre con el Vaticano, no justamente santo de la devoción europeísta.

El “bajo perfil” de Barroso molesta a varios de los comisarios de Bruselas. En particular a los tres más influyentes: McCreevy, Kroes y Peter Mandelson (Comercio). Pero éste se halla demasiado ocupado en ver cómo disimular el probable fracaso de la ronda Dohá, el 13 de diciembre en Hongkong, e impedir el consiguiente derrumbe de la Organización Mundial de Comercio.

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No es ajena al lío la pésima situación de las cuentas fiscales italianas, cuyo déficit de este año (4,3%) desborda de lejos la meta de Maastricht (3% del PBI). Políticamente, eso importa menos pues, de todas maneras, Alemania o Francia no se preocupan por ajustarse a esos objetivos anacrónicos (se verá si Angela Merkel cambia esa actitud en Berlín).

Sea como fuere, quizá la suerte de Fazio esté echada. No debe olvidarse, al respecto, que el propio Banco Central Europeo le ha sugerido renunciar y que ha perdido todo apoyo en el gobierno italiano. Sólo cuenta con obispos y, quizá, la ajada orden de Malta.

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