Capitales extrabursátiles: se ponen de moda los emergentes
Según la Emerging Markets Private Equity Association (EMPEA), 77% de inversores espera que sus retornos alcancen no menos de 16% en tres a cinco años. Pero apenas 29% apuestan a fondos de países centrales. China, Brasil e India son los más atractivos.
21 abril, 2010
<p>Por eso, el abrupto éxodo de capitales que golpeó a los mercados emergentes en 2006/9, detonado por la crisis hipotecaria, tomó a tantos de sorpresa. Hoy la recuperación económica se afirma en Occidente y cierta exuberancia aparece en el resto del mundo. A tal punto que varios países en desarrollo consideran aplicar controles para limitar flujos de capital. <br />
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Antes de la última crisis financiera con recesión, la sapiencia convencional creía que los beneficios de liberalizar mercados superaban los de instaurar o mantener controles que, de todas maneras, eran ineficaces para cumplir con sus propios objetivos. Pero esa idea perdió sustento, precisamente, debido a la crisis de 2007/9, que dio lugar a un concepto opuesto: es preciso evitar burbujas en precios de activos y su consiguiente inestabilidad sistémica. <br />
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Mientras avanza la actual recuperación, aún poco clara, surgen firmes esfuerzos entre analistas y ejecutivos para advertir sobre “la próxima burbuja”, aunque sea difícil detectarla. Por el contrario, se busca al presente mayor regulación de mercados financieros, para lo cual los controles son ingredientes claves. <br />
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En el pico de la crisis financiera, repentinas fugas de capitales cortoplacistas de mercado emergentes ilustraban otra clase de percepción de riesgos, asociada a esas economías. En efecto, signos de inestabilidad relativa aumentaban la atracción de controles como manera de mitigar futuras volatilidades. Pero también el veloz retorno de capitales a esas mismas zonas (principios de 2010) genera presiones en pro de controles de otro cariz. Sea como fuere, entonces, la dinámica del proceso global inspira motivos interrelacionados para considerarlos e instrumentarlos.<br />
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En cuanto a monedas, muchas vienen flotando desde antes o después de marzo 2009, deteriorando competitividad en caso de reapreciación. El fenómeno resulta alentado por especulaciones estilo “carry trades”: tomar activos a bajas tasas en una plaza –por ejemplo, Japón- y colocarlos donde rinden más. Otros rubros afectados por la volatilidad cambiaria incluyen inversiones externas directas (IED), carteras de capital y flujos de crédito privado. Entretanto, una gran masa de liquidez internacional, resultante de cuantiosos programas oficiales de estímulos, puede –a criterio de los monetaristas- dislocar las economías vía rápidos ingresos o salidas de capital cortoplacista. <br />
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Sin embargo, las sustanciales reservas de divisas en manos de países emergentes impedirán repetir la crisis sistémica de 1997/8, que provocó masiva huida de capitales en el sudeste asiático, Surcorea, Rusia, Turquía, Nigeria, Argentina, etc. Por tanto, las presiones inflacionarias restan –en el planteo ortodoxo- como la única preocupación relevante para cierta clase de activos en cierta clase de economías. <br />
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Por su parte, el Fondo Monetario Internacional gira hacia posturas heterodoxas en materia de controles cambiarios y financieros. Así trasunta un estudio firmado hace pocas semanas por Jonathan Ostry, subdirector de investigaciones. Su monografía defiende los controles como instrumentos útiles, en determinadas circunstancias, para que las economías emergentes manejen grandes flujos de fondos.<br />
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