Capitales de riesgo apuntan a empresas de tecnología limpia

Fondos de inversión estilo Kleiner, Perkins, Caufield & Byers emigran de la tecnología informática (TI) al campo de combustibles y fuentes de energía renovables. O sea, ecológicamente “limpias”.

20 diciembre, 2006

Por cierto, KPC&B se hizo célebre por sus pioneras apuestas en favor de Amazon.com, Netscape o Google. Hoy, el “megacapitalista” de Silicon valley marcha rumbo a otros emprendimientos promisorios, relacionados con demanda de energía ajena a combustibles fósiles.

En verdad, este fondo empezó a ocuparse de “inversiones verdes” en 2001. Pero, meses atrás, destinó US$ 100 millones a financiar emprendedores vinculados a formas no contaminantes de energía y carburantes. En noviembre, elevó la apuesta, tras respaldar a catorce firmas dedicadas a la actividad.

Pero KPC&B no está solo. Las inversiones en TL (tecnologías limpias) crecieron más de 50% en los primeros nueve meses de 2006 y, probablemente, cierren el año con 55% de expansión. Sólo entre agosto último y septiembre de 2005, la suma de colocaciones pasó en Estados Unidos de US$ 504 millones a 761 millones. Eso revela un trabajo conjunto de Dow Jones VentureOne y la consultoría Ernst&Young.

No obstante, KPC&B retiene un papel decisivo en el sector. Hace algunos días, la firma convocó la segunda conferencia de la red innovadora en TL (greentech innovation network), en California. Más tarde, dos directivos del fondo –John Doerr, Raymond Lane- hicieron un resumen de actividades. Importa recordar que Doerr fue director de ventas en Intel y Lane director operativo en Oracle.

“En la actualidad, las TL representan 50% de nuestras colocaciones -eso excluye partidas especiales- y esta porción seguirá aumentando mes a mes”, señala Lane. “Siempre hemos tratado de centrarnos es sectores, no en empresas. Así sucedió años atrás, cuando notamos cambios en microprocesadores e Internet: eran fundamentales y apuntaban a otro modelo económico”.

En la Red, burbuja 1997/200 mediante, se ganaron y perdieron miles de millones. “Observando las tremendas transformaciones operadas desde 1997 –señala Doerr-, cabe sospechan algo similar en cuanto a energía y combustibles. Creo que hemos ingresado a una actividad que moverá no miles de millones, sino billones. Lógicamente el negocio con capitales de riesgo tiene una clave: subirse en etapas muy tempranas y bajarse en fases maduras”.

Su formación en Silicon valley influye para que este tipo de inversores prefiera mercados potencialmente muy grandes. “Carece de sentido apelar a mercados pequeños. Estamos –coincide Lane- en vísperas de un vasto cambio en uno de los mayores sectores del planeta, las fuentes energéticas, y lo promueve la tecnología”. Dado el origen de ambos ejecutivos, cabe preguntarse si esos futuros negocios serán tan amplios como los de Internet o los superarán.

Ninguno vacila. “Esto será mayor que la Red –afirman-, aunque se limite a dos componentes simples: combustibles para el transporte (con su enorme carga contaminante) y generación de electricidad”. En una plaza básicamente definida por los refinados y sus problemas de emisiones –monóxido y dióxido de carbono-, influye además “la cuestión seguridad, pues EE.UU. no controla la oferta mundial ni los precios de hidrocarburos”

Por el contrario, “en carbón parecemos Saudiarabia y competimos con China. Tenemos mucho -indica Doerr-, pero debemos encontrar el modo de gasificarlo y aislar el CO2. No hay mejor solución, pero costará”. De ahí que los capitales de riesgo sean esenciales para destinar una gran masa de recursos al desarrollo de empresas dedicadas a nuevas formas de energía y combustibles, compatibles con TL. “Encarar semejante tarea exigirá cientos de millones”, subraya Lane.

Por ende, sería necesario seleccionar los sectores más atractivos para esas colocaciones. No es fácil. KPC&b, por ejemplo, ha hecho tres inversiones importantes en energía solar, cuatro en biocombustibles, una en gasificación de biomasa (carbón para generar gas natural) y tres en almacenamiento, o sea pilas de combustible. Todavía no ha resuelto colocarse en energía eólica, mareomotriz ni geotérmica, pero estudia todas esas variantes.

Al margen de inevitables frustraciones, Doerr y Lane apuestan a “la creciente demanda de economías en desarrollo. Sobre todo China, India, Vietnam o Brasil. Los cuatro, de paso, son enormes fuentes efectivas de hidroenergía, un recurso renovable fundamental en el mundo”.

Por cierto, KPC&B se hizo célebre por sus pioneras apuestas en favor de Amazon.com, Netscape o Google. Hoy, el “megacapitalista” de Silicon valley marcha rumbo a otros emprendimientos promisorios, relacionados con demanda de energía ajena a combustibles fósiles.

En verdad, este fondo empezó a ocuparse de “inversiones verdes” en 2001. Pero, meses atrás, destinó US$ 100 millones a financiar emprendedores vinculados a formas no contaminantes de energía y carburantes. En noviembre, elevó la apuesta, tras respaldar a catorce firmas dedicadas a la actividad.

Pero KPC&B no está solo. Las inversiones en TL (tecnologías limpias) crecieron más de 50% en los primeros nueve meses de 2006 y, probablemente, cierren el año con 55% de expansión. Sólo entre agosto último y septiembre de 2005, la suma de colocaciones pasó en Estados Unidos de US$ 504 millones a 761 millones. Eso revela un trabajo conjunto de Dow Jones VentureOne y la consultoría Ernst&Young.

No obstante, KPC&B retiene un papel decisivo en el sector. Hace algunos días, la firma convocó la segunda conferencia de la red innovadora en TL (greentech innovation network), en California. Más tarde, dos directivos del fondo –John Doerr, Raymond Lane- hicieron un resumen de actividades. Importa recordar que Doerr fue director de ventas en Intel y Lane director operativo en Oracle.

“En la actualidad, las TL representan 50% de nuestras colocaciones -eso excluye partidas especiales- y esta porción seguirá aumentando mes a mes”, señala Lane. “Siempre hemos tratado de centrarnos es sectores, no en empresas. Así sucedió años atrás, cuando notamos cambios en microprocesadores e Internet: eran fundamentales y apuntaban a otro modelo económico”.

En la Red, burbuja 1997/200 mediante, se ganaron y perdieron miles de millones. “Observando las tremendas transformaciones operadas desde 1997 –señala Doerr-, cabe sospechan algo similar en cuanto a energía y combustibles. Creo que hemos ingresado a una actividad que moverá no miles de millones, sino billones. Lógicamente el negocio con capitales de riesgo tiene una clave: subirse en etapas muy tempranas y bajarse en fases maduras”.

Su formación en Silicon valley influye para que este tipo de inversores prefiera mercados potencialmente muy grandes. “Carece de sentido apelar a mercados pequeños. Estamos –coincide Lane- en vísperas de un vasto cambio en uno de los mayores sectores del planeta, las fuentes energéticas, y lo promueve la tecnología”. Dado el origen de ambos ejecutivos, cabe preguntarse si esos futuros negocios serán tan amplios como los de Internet o los superarán.

Ninguno vacila. “Esto será mayor que la Red –afirman-, aunque se limite a dos componentes simples: combustibles para el transporte (con su enorme carga contaminante) y generación de electricidad”. En una plaza básicamente definida por los refinados y sus problemas de emisiones –monóxido y dióxido de carbono-, influye además “la cuestión seguridad, pues EE.UU. no controla la oferta mundial ni los precios de hidrocarburos”

Por el contrario, “en carbón parecemos Saudiarabia y competimos con China. Tenemos mucho -indica Doerr-, pero debemos encontrar el modo de gasificarlo y aislar el CO2. No hay mejor solución, pero costará”. De ahí que los capitales de riesgo sean esenciales para destinar una gran masa de recursos al desarrollo de empresas dedicadas a nuevas formas de energía y combustibles, compatibles con TL. “Encarar semejante tarea exigirá cientos de millones”, subraya Lane.

Por ende, sería necesario seleccionar los sectores más atractivos para esas colocaciones. No es fácil. KPC&b, por ejemplo, ha hecho tres inversiones importantes en energía solar, cuatro en biocombustibles, una en gasificación de biomasa (carbón para generar gas natural) y tres en almacenamiento, o sea pilas de combustible. Todavía no ha resuelto colocarse en energía eólica, mareomotriz ni geotérmica, pero estudia todas esas variantes.

Al margen de inevitables frustraciones, Doerr y Lane apuestan a “la creciente demanda de economías en desarrollo. Sobre todo China, India, Vietnam o Brasil. Los cuatro, de paso, son enormes fuentes efectivas de hidroenergía, un recurso renovable fundamental en el mundo”.

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