Cancún terminó, pero continúa la polémica

Robert Zoellick, agente comercial de Estados Unidos, endilgó a los países emergentes y periféricos el fracaso en Cancún, que compromete la rueda Dohá. Esto abrió un debate internacional.

2 octubre, 2003

Washington, sostuvo el funcionario, “no se quedará esperando mientras
otros bloquean el progreso comercial. En vez de ello, buscará acuerdos
bilaterales o regionales en sus propios términos”. La tónica
unilateralista pasaba del campo geopolítico (Irak, “eje del mal”,
“vieja Europa”) al económico.

Las réplicas no tardaron y le tocó abrir el fuego a Rafael Bielsa,
canciller argentino. Días atrás, sostuvo que “atribuir el
fracaso de la conferencia a un grupo de países subdesarrollados es un
intento de eludir responsabilidades, por parte de los grandes”. De paso,
Bielsa no apela a eufemismos para aludir a las economías dependientes.

“Cuando se habla de agricultura en EE.UU., se lo hace desde la opulencia
-señala el canciller en un matutino porteño-, mientras los países
como Argentina lo hacen desde la subsistencia”. Como Michael Mussa, Joseph
Stiglitz o George Soros, el funcionario subraya: “La mayor inequidad en
el comercio global reside en los subsidios masivos que la Unión Europea,
EE.UU. y Japón otorgan a sus sectores agrícolas.

Por su parte, un medio tan ortodoxo como el “Financial Times”, días
después, ironizó a costa de Zoellick y de “una gran potencia
en pos de pececillos”. El influyente periódico califica de “optimismo
inapropiado” la postura de Washington. Su “teoría de liberalización
competitiva no ha sido probada y se basa en dudosas evidencias empíricas”.

En la práctica -estima el FT-, “poco podría hacer por expandir
las exportaciones estadounidenses. Sólo complicará un mosaico
de acuerdos discriminatorios que distorsionará aun más el comercio
mundial”. Por otra parte, el sueño de Zoellick (la nonata Área
de Libre Comercio de las Américas, ALCA) “se ve desparejo, pues
EE.UU. se niega a bajar subsidios agrícolas y barreras aduaneras fuera
del marco de la OMC”.

Pero la conducta de EE.UU., la UE y Japón en la reunión de la
OMC sugiere que tampoco dentro de ella hay disposición a ceder. “Si
Washington desease en verdad ampliar el comercio bilateral -observa el periódico-,
lo lógica sería buscar acuerdos con economías como China,
Brasil e India. Pero no sucede así”.

Washington, sostuvo el funcionario, “no se quedará esperando mientras
otros bloquean el progreso comercial. En vez de ello, buscará acuerdos
bilaterales o regionales en sus propios términos”. La tónica
unilateralista pasaba del campo geopolítico (Irak, “eje del mal”,
“vieja Europa”) al económico.

Las réplicas no tardaron y le tocó abrir el fuego a Rafael Bielsa,
canciller argentino. Días atrás, sostuvo que “atribuir el
fracaso de la conferencia a un grupo de países subdesarrollados es un
intento de eludir responsabilidades, por parte de los grandes”. De paso,
Bielsa no apela a eufemismos para aludir a las economías dependientes.

“Cuando se habla de agricultura en EE.UU., se lo hace desde la opulencia
-señala el canciller en un matutino porteño-, mientras los países
como Argentina lo hacen desde la subsistencia”. Como Michael Mussa, Joseph
Stiglitz o George Soros, el funcionario subraya: “La mayor inequidad en
el comercio global reside en los subsidios masivos que la Unión Europea,
EE.UU. y Japón otorgan a sus sectores agrícolas.

Por su parte, un medio tan ortodoxo como el “Financial Times”, días
después, ironizó a costa de Zoellick y de “una gran potencia
en pos de pececillos”. El influyente periódico califica de “optimismo
inapropiado” la postura de Washington. Su “teoría de liberalización
competitiva no ha sido probada y se basa en dudosas evidencias empíricas”.

En la práctica -estima el FT-, “poco podría hacer por expandir
las exportaciones estadounidenses. Sólo complicará un mosaico
de acuerdos discriminatorios que distorsionará aun más el comercio
mundial”. Por otra parte, el sueño de Zoellick (la nonata Área
de Libre Comercio de las Américas, ALCA) “se ve desparejo, pues
EE.UU. se niega a bajar subsidios agrícolas y barreras aduaneras fuera
del marco de la OMC”.

Pero la conducta de EE.UU., la UE y Japón en la reunión de la
OMC sugiere que tampoco dentro de ella hay disposición a ceder. “Si
Washington desease en verdad ampliar el comercio bilateral -observa el periódico-,
lo lógica sería buscar acuerdos con economías como China,
Brasil e India. Pero no sucede así”.

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