Bush: sus déficit hunden los bonos federales y a quienes los tienen

Basta un caso piloto: la caída de letras genera un rojo de US$ 4.000 millones en el fondo jubilatorio municipal de Filadelfia. Éste y sus colegas, entonces, abandonan el segmento cuanto más los precisa el gobierno federal.

5 marzo, 2008

¿Por qué dejan de comprar papeles hasta hace poco inatacables, cuyo rinde era un parámetro global? Porque esos bonos se deterioran a hasta amenazan con hacer ceder de AAA a AA la calificación crediticia de Estados Unidos. Verbigracia, los bonos a treinta años bajan de precio y su rinde marca 4,1% anual. Los fondos de pensión no tienen otro remedio que sacárselos de encima.

Por tanto, se pasan a acciones, deuda privada –no justamente las estrellas del momento- y materias primas. Intentan, claro, cubrir obligaciones y sacar retornos alrededor de 8% anual. El propio fondo federal de garantía a pensiones planean transferir a acciones US$ 15.000 millones en bonos. Cabe preguntarse qué harán países que, como Japón, China, Taiwán o Surcorea, poseen billones en esos valores.

En EE.UU., las tenencias en papeles de renta fija de 1.100 fondos cedieron de 27% de sus activos en 2003 a menos de 22% en 2007. Estos problemas no pudieron haber surgir en peor momento para George W.Bush. Su gobierno espera US$ 410.000 millones déficit para el año fiscal 2007/8 –cierra en septiembre-, próximo al récord de US$ 413.000 millones en 2004/5. Pero la suma real podría alcanzar US$ 800.000 millones, estima Pacific Investment Management, el mayor fondos mundial dedicado a bonos públicos. En otras palabras, Bush tal vez deje al sucesor un fisco en quiebra.

Aun sin llegar a ese extremo, el rojo obligará a hacienda a aumentar emisiones para cubrir esos US$ 410.000 millones. Vale decir, 145% sobre los US$ 163.000 millones del ejercicio anterior. Según un análisis de UBS Securities, tesorería saturará el mercado corto precisamente mientras sus deudas a mayores plazos es pérdida pura para los inversores.

Los bonos a treinta años son, tradicionalmente, favoritos de los fondos jubilatorios. Las carteras totales del sector rondan U$S 7,8 billones. Ese tipo de papeles les permite equilibrar activos y obligaciones en el largo plazo. Pero sus retornos han ido cediendo de 10,4% anual en todo 2007 a apenas 2% en enero y 1,3 en febrero. Los fondos representan US$ 44.000 millones, o sea 20% de los 205.000 millones en letras que vencen de veinte años en adelante.

¿Por qué dejan de comprar papeles hasta hace poco inatacables, cuyo rinde era un parámetro global? Porque esos bonos se deterioran a hasta amenazan con hacer ceder de AAA a AA la calificación crediticia de Estados Unidos. Verbigracia, los bonos a treinta años bajan de precio y su rinde marca 4,1% anual. Los fondos de pensión no tienen otro remedio que sacárselos de encima.

Por tanto, se pasan a acciones, deuda privada –no justamente las estrellas del momento- y materias primas. Intentan, claro, cubrir obligaciones y sacar retornos alrededor de 8% anual. El propio fondo federal de garantía a pensiones planean transferir a acciones US$ 15.000 millones en bonos. Cabe preguntarse qué harán países que, como Japón, China, Taiwán o Surcorea, poseen billones en esos valores.

En EE.UU., las tenencias en papeles de renta fija de 1.100 fondos cedieron de 27% de sus activos en 2003 a menos de 22% en 2007. Estos problemas no pudieron haber surgir en peor momento para George W.Bush. Su gobierno espera US$ 410.000 millones déficit para el año fiscal 2007/8 –cierra en septiembre-, próximo al récord de US$ 413.000 millones en 2004/5. Pero la suma real podría alcanzar US$ 800.000 millones, estima Pacific Investment Management, el mayor fondos mundial dedicado a bonos públicos. En otras palabras, Bush tal vez deje al sucesor un fisco en quiebra.

Aun sin llegar a ese extremo, el rojo obligará a hacienda a aumentar emisiones para cubrir esos US$ 410.000 millones. Vale decir, 145% sobre los US$ 163.000 millones del ejercicio anterior. Según un análisis de UBS Securities, tesorería saturará el mercado corto precisamente mientras sus deudas a mayores plazos es pérdida pura para los inversores.

Los bonos a treinta años son, tradicionalmente, favoritos de los fondos jubilatorios. Las carteras totales del sector rondan U$S 7,8 billones. Ese tipo de papeles les permite equilibrar activos y obligaciones en el largo plazo. Pero sus retornos han ido cediendo de 10,4% anual en todo 2007 a apenas 2% en enero y 1,3 en febrero. Los fondos representan US$ 44.000 millones, o sea 20% de los 205.000 millones en letras que vencen de veinte años en adelante.

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