Bruselas culpa del aumento a las grandes petroleras

“La industria no hace lo bastante para frenar la carrera de precios”, sostuvo el holandés Andris Piebalgs, comisario de energía y combustibles. Lo hizo al concluir una reunión internacional en Dohá, donde asistieron 56 países.

25 abril, 2006

Como vocero de la Comisión Europea, el alto funcionario dio a entender que la Organización de Países Exportadores de Petróleo tampoco realiza muchos esfuerzos para detener el avance. Desde marzo, se nota un “serrucho ascendente”; vale decir, a cada baja por toma de ganancias sigue un alza mayor, “poniendo en evidencia el carácter especulativo del mercado a término”.

Piebalgs señaló que los grupos petroleros “no efectúan inversiones suficientes para estimular la extracción ni el refinamiento”. Esto se combina con “errores geopolíticos de Estados Unidos y Gran Bretaña en Levante”, resaltados –en el mismo encuentro- por la OPEP.

Por supuesto, la entidad y las grandes empresas se echaron mutuamente la culpa. En tanto, Washington –donde pesa mucho el “lobby” del negocio- se apartaba del debate, muy soslayado en medios rioplatenses. En Montevideo, por ejemplo, operadores de Jorge Lepra (ministro, pero hombre de Texaco) recomendaba “discreción” a un par de diarios.

Nuevamente, se frustraron tentativas de definir una estrategia común. Por lo visto –ironizaba el “Washington Post”-, Dohá da mala suerte. Ahí comenzó la actual ronda de fracasos que amenaza a la Organización Mundial de Comercio. Pero la reunión, con el pretencioso nombre de “foro energético”, aunque sólo tratara de hidrocarburos, dejó claro que el mundo vive la tercera gran crisis petrolera, luego de las de 1973/5 y 1979/81.

Tras las advertencias de Piebalgs, Edmund Daukoro –ministro de Nigeria, tal luego- hizo sonreír a muchos afirmando: “Los mercados están bien abastecidos, no hay escasez de crudos, existe equilibrio entre oferta y demanda. Los US$ 75 por barril no serán un piso sino un techo”. Menos imprudente, Abdallá al-Attiyá, representante de Qatar, afirmó: “Las causas de tanta volatilidad no están en la OPEP ni en las compañías, sino en factores geopolíticos”. Aludía al clima bélico alrededor del golfo Pérsico, pero algunos miraron a Daukoro, cuyo país –sumido en la guerra civil- exporta cada vez menos.

Como vocero de la Comisión Europea, el alto funcionario dio a entender que la Organización de Países Exportadores de Petróleo tampoco realiza muchos esfuerzos para detener el avance. Desde marzo, se nota un “serrucho ascendente”; vale decir, a cada baja por toma de ganancias sigue un alza mayor, “poniendo en evidencia el carácter especulativo del mercado a término”.

Piebalgs señaló que los grupos petroleros “no efectúan inversiones suficientes para estimular la extracción ni el refinamiento”. Esto se combina con “errores geopolíticos de Estados Unidos y Gran Bretaña en Levante”, resaltados –en el mismo encuentro- por la OPEP.

Por supuesto, la entidad y las grandes empresas se echaron mutuamente la culpa. En tanto, Washington –donde pesa mucho el “lobby” del negocio- se apartaba del debate, muy soslayado en medios rioplatenses. En Montevideo, por ejemplo, operadores de Jorge Lepra (ministro, pero hombre de Texaco) recomendaba “discreción” a un par de diarios.

Nuevamente, se frustraron tentativas de definir una estrategia común. Por lo visto –ironizaba el “Washington Post”-, Dohá da mala suerte. Ahí comenzó la actual ronda de fracasos que amenaza a la Organización Mundial de Comercio. Pero la reunión, con el pretencioso nombre de “foro energético”, aunque sólo tratara de hidrocarburos, dejó claro que el mundo vive la tercera gran crisis petrolera, luego de las de 1973/5 y 1979/81.

Tras las advertencias de Piebalgs, Edmund Daukoro –ministro de Nigeria, tal luego- hizo sonreír a muchos afirmando: “Los mercados están bien abastecidos, no hay escasez de crudos, existe equilibrio entre oferta y demanda. Los US$ 75 por barril no serán un piso sino un techo”. Menos imprudente, Abdallá al-Attiyá, representante de Qatar, afirmó: “Las causas de tanta volatilidad no están en la OPEP ni en las compañías, sino en factores geopolíticos”. Aludía al clima bélico alrededor del golfo Pérsico, pero algunos miraron a Daukoro, cuyo país –sumido en la guerra civil- exporta cada vez menos.

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