Bolsas: Nasdaq group apunta a OMX y los emiratos a Londres

En realidad, Dubái tiene 28% y Qatar 20% en el grupo que controla la bolsa londinense que, a su vez, se comió la milanesa. Mientras, al Nasdaq neoyorquino va por OMX, que desde Estocolmo opera siete plazas nórdicas.

21 septiembre, 2007

Ambas entidades tratan de sumarse al futuro “grupo de sobrevivientes”, una vez cristalizada la ola de fusiones y adquisiciones que arrancó hace más de dos años. Así, Dubái intenta tomar por cuerda separada otro 10% de la LSE. Esto preocupa a Alemania, dado que Qatar y Dubái (éste figura en la Unión de emiratos, títere de Saudiarabia) son feudos de viejos clanes islámicos. No se trata justamente de democracias ni de estados transparentes en lo financiero.

Este ajedrez se complica porque, además, el Nasdaq group podría ofrecer a Dubái una participación en canje por otra en la bolsa del emirato. Pero una cosa es Nueva York y otra, muy distinta, un tramo de desierto suya única riqueza consiste en hidrocarburos. Aquí aparece una clave inquietante para varios dirigentes y analistas de Europa occidental: el paulatino agotamiento de reservas en la península arábiga –fenómeno inevitable- explica que los señores feudales quieran convertirse en poderosos especuladores bursátiles en el corazón de Occidente.

Por lo mismo, la alianza Dubái-Qatar (un emirato wajabìta y uno ismaelita) tiene ya 48% de Londres-Milán. Quizá con la secreta intención de frenarlo, el Nasdaq apunta al OMX. Primero, porque es clave para el peligroso negocios de derivativos, cuyo otra operadora es la parisina Euronext. Segundo, porque Estocolmo reúne Helsinki, Riga, Oslo, Copenague, Reykyávik y Tallin.

Ambas entidades tratan de sumarse al futuro “grupo de sobrevivientes”, una vez cristalizada la ola de fusiones y adquisiciones que arrancó hace más de dos años. Así, Dubái intenta tomar por cuerda separada otro 10% de la LSE. Esto preocupa a Alemania, dado que Qatar y Dubái (éste figura en la Unión de emiratos, títere de Saudiarabia) son feudos de viejos clanes islámicos. No se trata justamente de democracias ni de estados transparentes en lo financiero.

Este ajedrez se complica porque, además, el Nasdaq group podría ofrecer a Dubái una participación en canje por otra en la bolsa del emirato. Pero una cosa es Nueva York y otra, muy distinta, un tramo de desierto suya única riqueza consiste en hidrocarburos. Aquí aparece una clave inquietante para varios dirigentes y analistas de Europa occidental: el paulatino agotamiento de reservas en la península arábiga –fenómeno inevitable- explica que los señores feudales quieran convertirse en poderosos especuladores bursátiles en el corazón de Occidente.

Por lo mismo, la alianza Dubái-Qatar (un emirato wajabìta y uno ismaelita) tiene ya 48% de Londres-Milán. Quizá con la secreta intención de frenarlo, el Nasdaq apunta al OMX. Primero, porque es clave para el peligroso negocios de derivativos, cuyo otra operadora es la parisina Euronext. Segundo, porque Estocolmo reúne Helsinki, Riga, Oslo, Copenague, Reykyávik y Tallin.

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