Bernanke ya no sabe cómo manejar la política monetaria

Por un lado, la Reserva Federal sólo atina a dejar en 5,25% anual la tasa básica, como lo hace desde 2005. Por el otro, a Benjamin Bernanke lo desvelan riesgos inflacionarios asociados a una prosperidad imaginaria.

8 agosto, 2007

Esta semana, el emisor estadounidense trató de mantener un delicado equilibrio. Mientras admite que la crisis hipotecaria y la iliquidez financiera perturban los mercados de riesgo (a los cuales remite la política monetaria, como si no hubiese otras variables), reitera su inquietud por la inflación.

Pero tampoco manifiesta claramente qué piensa hacer con los tipos de interés de ahora a fin de año. Hasta el martes, 70% de analistas en Wall Street esperaba señales sobre cambios en ese frente durante 2007, pero no las hubo y ese guarismo cedió a 30%. Aferrado a una ficción estadística (el índice de precios minorista excluyendo alimentos, energía y combustibles), Bernanke insiste en que “la inflación es el peligro dominante”.

Al margen de maniobras para provocar o mantener burbujas en un volátil contexto financiero, las acciones han mostrado demasiados altibajos durante el año y medio de gestión que lleva Bernanke. Mientras tanto, las periódicas advertencias de su antecesor Alan Greenspan lo dejaban en postura desairada.

Sin ir más lejos, Greenspan venía desde febrero alertando sobre la crisis de malas hipotecas y sus efectos recesivos. Vale decir, iliquidez financiera y retracción del consumo. Pero Bernanke continuó en sus trece. Ahora eso lo pone ante un dilema: si resuelve reducir aunque sea 0,25% la tasa básica, se expone a que le reprochen algo tipico de la RF: salir al rescate de operadores, intermediarios, inversores y especuladores imprudentes.

El comunicado sobre mantenimiento del 5,25% es un ejemplo panglosiano. “Los mercados han sido volátiles en las últimas semanas –señala-, el crédito se ha puesto difícil y la corrección inmobiliaria sigue su curso. Pero la economía aún debiera expandirse a ritmo moderado en los próximos trimestres, apoyada por el crecimiento del empleo y una coyuntura global sólida”.

La RF exige “evidencias de menor inflación o riesgos para la expansión económica”, pero omite el verdadero espectro: un congelamiento que desestabilice los mercados. El caso Bears Stearns apunta en esa dirección y Bernanke, aunque no lo sepa, quizás esté jugándose el cargo, inclusive por motivos políticos: convive con un gobierno que termina y una campaña electoral prematura

Esta semana, el emisor estadounidense trató de mantener un delicado equilibrio. Mientras admite que la crisis hipotecaria y la iliquidez financiera perturban los mercados de riesgo (a los cuales remite la política monetaria, como si no hubiese otras variables), reitera su inquietud por la inflación.

Pero tampoco manifiesta claramente qué piensa hacer con los tipos de interés de ahora a fin de año. Hasta el martes, 70% de analistas en Wall Street esperaba señales sobre cambios en ese frente durante 2007, pero no las hubo y ese guarismo cedió a 30%. Aferrado a una ficción estadística (el índice de precios minorista excluyendo alimentos, energía y combustibles), Bernanke insiste en que “la inflación es el peligro dominante”.

Al margen de maniobras para provocar o mantener burbujas en un volátil contexto financiero, las acciones han mostrado demasiados altibajos durante el año y medio de gestión que lleva Bernanke. Mientras tanto, las periódicas advertencias de su antecesor Alan Greenspan lo dejaban en postura desairada.

Sin ir más lejos, Greenspan venía desde febrero alertando sobre la crisis de malas hipotecas y sus efectos recesivos. Vale decir, iliquidez financiera y retracción del consumo. Pero Bernanke continuó en sus trece. Ahora eso lo pone ante un dilema: si resuelve reducir aunque sea 0,25% la tasa básica, se expone a que le reprochen algo tipico de la RF: salir al rescate de operadores, intermediarios, inversores y especuladores imprudentes.

El comunicado sobre mantenimiento del 5,25% es un ejemplo panglosiano. “Los mercados han sido volátiles en las últimas semanas –señala-, el crédito se ha puesto difícil y la corrección inmobiliaria sigue su curso. Pero la economía aún debiera expandirse a ritmo moderado en los próximos trimestres, apoyada por el crecimiento del empleo y una coyuntura global sólida”.

La RF exige “evidencias de menor inflación o riesgos para la expansión económica”, pero omite el verdadero espectro: un congelamiento que desestabilice los mercados. El caso Bears Stearns apunta en esa dirección y Bernanke, aunque no lo sepa, quizás esté jugándose el cargo, inclusive por motivos políticos: convive con un gobierno que termina y una campaña electoral prematura

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