Banco Central Europeo, Paulson, Bernanke y las bolsas

El jueves, la Casa Blanca le pidió a Henry Paulson –secretario de Hacienda y todavía hombre fuerte en Gold Sachs- inyectar optimismo en Wall Street. Lo logró, pero en escaso grado. Mientras, el BCE elevaba su tasa.

9 junio, 2006

Al principio, claro, Nueva York acompañaba la amplia baja de las bolsas europeas. Allende el Atlántico, el BCE había elevado de 2,5 a 2,75% la tasa básica. El efecto fue más bien psicológico, aunque la proyección inflacionaria de la entidad subiese de 2,1 a 2,5% este año y de 1,6 a 2,8% para 2007. Todos esperaban el retoque.

En Nueva York, fue distinto. Tras ceder hasta 1%, los paneles locales terminaron neutros, como favor de los operadores a Paulson, que ya empieza a arriesgar capital político en aras de necesidades electorales de la derecha republicana. Como para completar el extraño cuadro, medios conservadores anticipan que los mercados secundarios (o “emergentes”, un término sin mucho sentido) irán perdiendo encanto para la especulación con acciones y bonos.

Nadie olvida que, el lunes, Benjamin Bernanke -jefe del Sistema de Reserva Federal, muy criticado por Goldman Sachs y otras intermediarias de valores-a calificaba como ”noticias nada gratas” recientes síntomas de inflación, declarándose dispuesto a combatirlos. Al punto, una horda de gurúes y analistas financieros que alcanzó Argentina salió a decir que no existe tal horizonte ni, mucho menos, uno de estancamiento. Casi nadie les creyó.

Hablando ante la American Bankers Association, el sucesor de Alan Greenspan anunció que “la economía real del país entra en una etapa de transición”. Por ende, Bernanke anticipó nuevos retoques de tipos referenciales y “expansión más moderada en los meses venideros”.

El presidente del SRF insiste en que “la inflación, no el estancamiento, es el mayor riesgo en vista”, aunque admitió que “comienzan a aparecer señales de desaceleración económica”. Resulta sugestivo que Bernanke eligiese esa audiencia, ya que banqueros y firmas bursátiles son las que menos capacidad le ven para afrontar el nuevo escenario. No es casual que George W.Bush haya puesto en Hacienda a Paulson, crítico de Bernanke.

No obstante, el propio mercado vislumbra una fase de inflación con menos expansión (“estanflación”). Pero varios expertos sostienen que, si el SRF continúa elevando tasas básicas, estará fomentando estancamiento. A su vez, Bernanke apunta que las tasas anuales de inflación, en términos de la ficción estadística usada por sus técnicos (precios minoristas excluyendo alimentos, energía y combustibles), ascienden a 3% en el trimestre marzo-mayo y 2,3% en el semestre diciembre-mayo. Tangencialmente, varios expertos creen que el BCE debiera pensan en tasas superiores a 3,25% si, en verdad, quiere frenra la inflación, salvo que tenga razón una pequeña minoría de economistas que aconseja metas de inflación muy superiores (quizá 6 ó 7% anual) para recobrar un ritmo de crecimiento sólido, abandonando viejas obsesiones monetaristas.

Al principio, claro, Nueva York acompañaba la amplia baja de las bolsas europeas. Allende el Atlántico, el BCE había elevado de 2,5 a 2,75% la tasa básica. El efecto fue más bien psicológico, aunque la proyección inflacionaria de la entidad subiese de 2,1 a 2,5% este año y de 1,6 a 2,8% para 2007. Todos esperaban el retoque.

En Nueva York, fue distinto. Tras ceder hasta 1%, los paneles locales terminaron neutros, como favor de los operadores a Paulson, que ya empieza a arriesgar capital político en aras de necesidades electorales de la derecha republicana. Como para completar el extraño cuadro, medios conservadores anticipan que los mercados secundarios (o “emergentes”, un término sin mucho sentido) irán perdiendo encanto para la especulación con acciones y bonos.

Nadie olvida que, el lunes, Benjamin Bernanke -jefe del Sistema de Reserva Federal, muy criticado por Goldman Sachs y otras intermediarias de valores-a calificaba como ”noticias nada gratas” recientes síntomas de inflación, declarándose dispuesto a combatirlos. Al punto, una horda de gurúes y analistas financieros que alcanzó Argentina salió a decir que no existe tal horizonte ni, mucho menos, uno de estancamiento. Casi nadie les creyó.

Hablando ante la American Bankers Association, el sucesor de Alan Greenspan anunció que “la economía real del país entra en una etapa de transición”. Por ende, Bernanke anticipó nuevos retoques de tipos referenciales y “expansión más moderada en los meses venideros”.

El presidente del SRF insiste en que “la inflación, no el estancamiento, es el mayor riesgo en vista”, aunque admitió que “comienzan a aparecer señales de desaceleración económica”. Resulta sugestivo que Bernanke eligiese esa audiencia, ya que banqueros y firmas bursátiles son las que menos capacidad le ven para afrontar el nuevo escenario. No es casual que George W.Bush haya puesto en Hacienda a Paulson, crítico de Bernanke.

No obstante, el propio mercado vislumbra una fase de inflación con menos expansión (“estanflación”). Pero varios expertos sostienen que, si el SRF continúa elevando tasas básicas, estará fomentando estancamiento. A su vez, Bernanke apunta que las tasas anuales de inflación, en términos de la ficción estadística usada por sus técnicos (precios minoristas excluyendo alimentos, energía y combustibles), ascienden a 3% en el trimestre marzo-mayo y 2,3% en el semestre diciembre-mayo. Tangencialmente, varios expertos creen que el BCE debiera pensan en tasas superiores a 3,25% si, en verdad, quiere frenra la inflación, salvo que tenga razón una pequeña minoría de economistas que aconseja metas de inflación muy superiores (quizá 6 ó 7% anual) para recobrar un ritmo de crecimiento sólido, abandonando viejas obsesiones monetaristas.

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