Aumento de productos primarios: ¿Síntoma bueno o malo?

Según como se mire, el alza sostenida de insumos, iniciada en febrero, es mala noticia para usuarios y consumidores (vía inflación). Pero podría ser señal de reactivación en algunas economías centrales y beneficiar a las periféricas.

9 marzo, 2005

Esta semana, insumos y productos primarios se acercan a récords nominales en más de 24 años. Pero un grupo de analistas que viene predicando una especie de “optimismo de mercado” –desde el triunfo de George W. Bush en octubre- sostiene que los operadores se preocupan demasiado por el síntoma.

Admiten, claro, que ese tipo de alzas suele anticipar presiones inflacionarias (eso ocurre ya con los hidrocarburos en Chile, la Argentina, Brasil, Japón o la Unión Europea). Pero insisten en que la tendencia implica un aspecto positivo dominante: el crecimiento económico se acelera en varias zonas del mundo. Por ende, el impacto de los aumentos quedará amortiguado.

“Estas alzas reflejan un auge de economías asiáticas en desarrollo y, en términos generales, indican que la economía global marcha mejor de lo supuesto”, cree Robert Barbera, analista financiero y vicepresidente de ITG/Hönig, firma especializada en derivativos basados en materias primas. Es decir, parte interesada en el fenómeno actual.

Pero una mayoría de analistas “convencionales” no ve con buenos ojos que el indicador clave del sector (abarca 17 rubros) haya alcanzado –el martes 8- picos en 24 años. Con crudos, petróleo de calefacción y cobre próximos a máximos nominales absolutos, acciones y bonos perdieron terreno y, como contrapartida, subieron las tasas largas estadounidenses.

En medio de una espantosa tormenta de nieve, Nueva York elevó el texano liviano occidental (WTO) a US$55,17 el barril, con un repliegue a 54,65 en el cierre. Ambos valores no están lejos del récord histórico (US$ 55,67) registrado el 25 de octubre último.

A última hora, Alan Greenspan citó a reunión de directores en la Reserva Federal para el miércoles. Ni él ni Benjamin Bernanke –RF de Filadelfia- comparten el optimismo de Barbera y su grupo. Tampoco se ve feliz la propia Casa Blanca.

Entretanto, la libra de cobre rozaba US$1,50, casi el valor de 1983. Por supuesto, el índice CRB/Reuters (esos 17 insumos) avanzaba 1,1% a 312,65 puntos, apenas por debajo de los 314,5 marcados en enero de 1981. En otras palabras, ese insumo clave imitaba al petróleo. Por otra parte, hay un síntoma que desvirtúa todo tipo de optimismo: ese indicador trepó 15% durante los últimos 12 meses (marzo 2004-febrero 2005), pero casi la mitad del aumento (7,1%) fue el mes pasado.

En cuanto a letras de la Tesorería norteamericana, el rinde en la serie a diez años (T-10) pasó de 4,3 a 4,4% anual, guarismo que expresa la tasa en el mismo plazo. Esto, que casi iguala el último máximo (4,41%, diciembre), significa que la cotización de esos papeles se debilita y, con ella, el dólar. ¿Por qué? Porque denota menor demanda de deuda estadounidense nueva, único recurso para financiar los crecientes déficit en presupuesto, comercio y pagos externos.

Menos expuesta a vaivenes y más proclive al “optimismo de mercado” –por hoy-, Wall Street pasó de una moderada alza a una leve baja, ese mismo martes tormentoso. Eso significa que, tras marcar varios récords, el Dow Jones industrial no consigue alcanzar los 11.000 puntos. Al respecto, cabe recordar que el récord absoluto sigue estancado en enero del 2000 (11.723 puntos). En cuanto al Standard&Poor’s 500 (cartera global por excelencia) y el Nasdaq compuesto (tecnológicas), también se mantienen algo distantes de sus máximas.

Pese a esas señales, Barbera y colegas suyos en Bear Stearns, BNP Paribas o firmas menores, afirman que el alza de productos primarios trasunta mejoras en la economía mundial y éstas, tarde o temprano, repercutirán en la norteamericana. Por otra parte, comparten el leit motiv/i> de Greenspan (“hay una moderada reactivación”), aunque no sus preocupaciones sobre déficit e inflación.

La idea de que los insumos más caros no generarán tanta inflación como antes, como otras de la escuela optimista, se apoya en China, India y otros países en desarrollo. Si bien usan productos primarios industriales, sus salarios son tan bajos que mitigan los efectos inflacionarios de esos mismos insumos en alza. En cuanto a Estados Unidos y la UE, las “tentaciones inflacionarias” pueden ser neutralizadas vía mayor desempleo y salarios reales inmóviles.

Justamente, Estados Unidos le proporciona a Barbera la prueba que necesita. Este analista observa que los precios minoristas han subido apenas 0,9% en los 12 meses de febrero 2004 a enero último, mientras el índice CRB/Reuters lo hacía en 4,8%, Pero se trata del indicador “puro”, que excluye alimentos y combustibles.

Sin embargo, a criterio de analistas no vinculados al mercado de insumos (por ejemplo, Stone & McCarthy Research), “la plaza de bonos vislumbra efectos inflacionarios más intensos que los experimentados hasta febrero. Los nuevos avances del CRB/Reuters, en efecto, comienzan a alarmar. Si el rinde de letras se mantiene por encima de 4,35/40% anual, los temores inflacionarios –y los ajustes de tasas referenciales que efectúa la RF- pesarán más en mercados físicos, bursátiles y financieros”.

Esta semana, insumos y productos primarios se acercan a récords nominales en más de 24 años. Pero un grupo de analistas que viene predicando una especie de “optimismo de mercado” –desde el triunfo de George W. Bush en octubre- sostiene que los operadores se preocupan demasiado por el síntoma.

Admiten, claro, que ese tipo de alzas suele anticipar presiones inflacionarias (eso ocurre ya con los hidrocarburos en Chile, la Argentina, Brasil, Japón o la Unión Europea). Pero insisten en que la tendencia implica un aspecto positivo dominante: el crecimiento económico se acelera en varias zonas del mundo. Por ende, el impacto de los aumentos quedará amortiguado.

“Estas alzas reflejan un auge de economías asiáticas en desarrollo y, en términos generales, indican que la economía global marcha mejor de lo supuesto”, cree Robert Barbera, analista financiero y vicepresidente de ITG/Hönig, firma especializada en derivativos basados en materias primas. Es decir, parte interesada en el fenómeno actual.

Pero una mayoría de analistas “convencionales” no ve con buenos ojos que el indicador clave del sector (abarca 17 rubros) haya alcanzado –el martes 8- picos en 24 años. Con crudos, petróleo de calefacción y cobre próximos a máximos nominales absolutos, acciones y bonos perdieron terreno y, como contrapartida, subieron las tasas largas estadounidenses.

En medio de una espantosa tormenta de nieve, Nueva York elevó el texano liviano occidental (WTO) a US$55,17 el barril, con un repliegue a 54,65 en el cierre. Ambos valores no están lejos del récord histórico (US$ 55,67) registrado el 25 de octubre último.

A última hora, Alan Greenspan citó a reunión de directores en la Reserva Federal para el miércoles. Ni él ni Benjamin Bernanke –RF de Filadelfia- comparten el optimismo de Barbera y su grupo. Tampoco se ve feliz la propia Casa Blanca.

Entretanto, la libra de cobre rozaba US$1,50, casi el valor de 1983. Por supuesto, el índice CRB/Reuters (esos 17 insumos) avanzaba 1,1% a 312,65 puntos, apenas por debajo de los 314,5 marcados en enero de 1981. En otras palabras, ese insumo clave imitaba al petróleo. Por otra parte, hay un síntoma que desvirtúa todo tipo de optimismo: ese indicador trepó 15% durante los últimos 12 meses (marzo 2004-febrero 2005), pero casi la mitad del aumento (7,1%) fue el mes pasado.

En cuanto a letras de la Tesorería norteamericana, el rinde en la serie a diez años (T-10) pasó de 4,3 a 4,4% anual, guarismo que expresa la tasa en el mismo plazo. Esto, que casi iguala el último máximo (4,41%, diciembre), significa que la cotización de esos papeles se debilita y, con ella, el dólar. ¿Por qué? Porque denota menor demanda de deuda estadounidense nueva, único recurso para financiar los crecientes déficit en presupuesto, comercio y pagos externos.

Menos expuesta a vaivenes y más proclive al “optimismo de mercado” –por hoy-, Wall Street pasó de una moderada alza a una leve baja, ese mismo martes tormentoso. Eso significa que, tras marcar varios récords, el Dow Jones industrial no consigue alcanzar los 11.000 puntos. Al respecto, cabe recordar que el récord absoluto sigue estancado en enero del 2000 (11.723 puntos). En cuanto al Standard&Poor’s 500 (cartera global por excelencia) y el Nasdaq compuesto (tecnológicas), también se mantienen algo distantes de sus máximas.

Pese a esas señales, Barbera y colegas suyos en Bear Stearns, BNP Paribas o firmas menores, afirman que el alza de productos primarios trasunta mejoras en la economía mundial y éstas, tarde o temprano, repercutirán en la norteamericana. Por otra parte, comparten el leit motiv/i> de Greenspan (“hay una moderada reactivación”), aunque no sus preocupaciones sobre déficit e inflación.

La idea de que los insumos más caros no generarán tanta inflación como antes, como otras de la escuela optimista, se apoya en China, India y otros países en desarrollo. Si bien usan productos primarios industriales, sus salarios son tan bajos que mitigan los efectos inflacionarios de esos mismos insumos en alza. En cuanto a Estados Unidos y la UE, las “tentaciones inflacionarias” pueden ser neutralizadas vía mayor desempleo y salarios reales inmóviles.

Justamente, Estados Unidos le proporciona a Barbera la prueba que necesita. Este analista observa que los precios minoristas han subido apenas 0,9% en los 12 meses de febrero 2004 a enero último, mientras el índice CRB/Reuters lo hacía en 4,8%, Pero se trata del indicador “puro”, que excluye alimentos y combustibles.

Sin embargo, a criterio de analistas no vinculados al mercado de insumos (por ejemplo, Stone & McCarthy Research), “la plaza de bonos vislumbra efectos inflacionarios más intensos que los experimentados hasta febrero. Los nuevos avances del CRB/Reuters, en efecto, comienzan a alarmar. Si el rinde de letras se mantiene por encima de 4,35/40% anual, los temores inflacionarios –y los ajustes de tasas referenciales que efectúa la RF- pesarán más en mercados físicos, bursátiles y financieros”.

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