AntonVeneta: al cabo de todo, queda en manos de ABN Amro

La madrugada del jueves, ABN Amro logró su objetivo. Tomará por € 2.900 millones el 29,9% que tenía Banca Popolare Italiana y se queda con Banca Antoniana Popolare Veneta. Exactamente como debió ocurrir en febrero.

16 septiembre, 2005

El sábado anterior, los holandeses habían presentado la oferta, que cotizaba el paquete a € 26,50 por acción. Su análisis provocó una borrasca entres las filas de Giampiero Fiorani –presidente de BPI, ex Popolare di Lodi- y la puja fina llevó diez horas de tira y afloja. El lunes, un accionista de su banco denunciaba a Fiorani.

En el ínterin, la junta de BPI facultaba al director ejecutivo, Giorgio Olmo, para negociar con Rijkman Groenink (su equivalente en ABN Amro). En realidad, los holandeses nunca abandonaron su tesitura original, en cuanto a valor del paquete. Pese al deterioro de AntonVeneta y BPI en capitalización de mercado, originado en tantos meses de maniobras poco claras y la intervención de Banca d’Italia (central), cuyo presidente –Antonio Fazio- fue bochado (también el jueves) por el directorio del Banco Central Europeo.

Técnicamente, aceptar la propuesta de ABN implicó revocar la oferta pública accionaria de Fiorani y sus socios, pues la parte que controlan del paquete va a los holandeses. Esa OPA ha sido objeto de acciones judiciales y un escándalo que está por acabar con Fazio.

Tanto las intrigas de Fiorani como las de Fazio, inspiradas en un sector de la coalición derechista que sostiene a Silvio Berlusconi, siempre tuvieron un fin político: evitar a toda costa que un banco italiano grande fuese adquirido por uno extranjero, aunque estuviese dentro de la Eurozona (los doce adherentes a la moneda común). Por lo mismo, los “xenófobos” provocaron otro escándalo aún sin resolver: el desplazamiento del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) por la aseguradora Unipol en la toma de Banca Nazionale del Lavoro. Ambas maniobras fueron rechazadas por los comisionados europeos de finanzas (Charles McCreevy) y competencia (Nellie Kroes).

En otro frente, un accionista de BPI ha denunciado formalmente, ante el consejo de la entidad, una serie de operaciones atribuidas a Fiorani. La presentación objeta falta de controles internos sobre maniobras vía la filial suiza del banco, BPL Bank. También involucra transacciones poco claras efectuadas a través de fondos radicados en Caimán.

El sábado anterior, los holandeses habían presentado la oferta, que cotizaba el paquete a € 26,50 por acción. Su análisis provocó una borrasca entres las filas de Giampiero Fiorani –presidente de BPI, ex Popolare di Lodi- y la puja fina llevó diez horas de tira y afloja. El lunes, un accionista de su banco denunciaba a Fiorani.

En el ínterin, la junta de BPI facultaba al director ejecutivo, Giorgio Olmo, para negociar con Rijkman Groenink (su equivalente en ABN Amro). En realidad, los holandeses nunca abandonaron su tesitura original, en cuanto a valor del paquete. Pese al deterioro de AntonVeneta y BPI en capitalización de mercado, originado en tantos meses de maniobras poco claras y la intervención de Banca d’Italia (central), cuyo presidente –Antonio Fazio- fue bochado (también el jueves) por el directorio del Banco Central Europeo.

Técnicamente, aceptar la propuesta de ABN implicó revocar la oferta pública accionaria de Fiorani y sus socios, pues la parte que controlan del paquete va a los holandeses. Esa OPA ha sido objeto de acciones judiciales y un escándalo que está por acabar con Fazio.

Tanto las intrigas de Fiorani como las de Fazio, inspiradas en un sector de la coalición derechista que sostiene a Silvio Berlusconi, siempre tuvieron un fin político: evitar a toda costa que un banco italiano grande fuese adquirido por uno extranjero, aunque estuviese dentro de la Eurozona (los doce adherentes a la moneda común). Por lo mismo, los “xenófobos” provocaron otro escándalo aún sin resolver: el desplazamiento del español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) por la aseguradora Unipol en la toma de Banca Nazionale del Lavoro. Ambas maniobras fueron rechazadas por los comisionados europeos de finanzas (Charles McCreevy) y competencia (Nellie Kroes).

En otro frente, un accionista de BPI ha denunciado formalmente, ante el consejo de la entidad, una serie de operaciones atribuidas a Fiorani. La presentación objeta falta de controles internos sobre maniobras vía la filial suiza del banco, BPL Bank. También involucra transacciones poco claras efectuadas a través de fondos radicados en Caimán.

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