Alza del oro: pasó de US$ 573 a 657 en trece meses

En una jornada signada por los planes del FMI, el oro alcanzó US$ 657 la onza “troy” en Nueva York. Los futuros proyectaban 685 a un mes. Algunos lo vinculan a el hostigamiento de Irán por parte de Estados Unidos, otros a vaivenes del petróleo.

4 febrero, 2007

La inmovilidad de la Reserva Federal (que mantuvo la tasa básica en 5,25% anual), las alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la inestabilidad del dólar (el euro está otra vez a más de US$ 1,30), el problema iraní y la crisis palestina han inflado el metal. Este viernes estaba 14,6% sobre fin de 2005.

Cabe recordar que, en diciembre, el metal áureo había subido 11% en todo 2006. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 55/58 el barril.

Por cierto, Beijing reiteró en enero que analiza nuevas formas de administrar reservas (superiores a US$ 1,1 billón) y, probablemente, la imiten varios países de la región. En cuanto al contexto general, debe recordarse que el oro viene sostenido desde inicios de 2001, cuando estaba en apenas US$ 280. Tras rozar US$ 750 en 2005, retiene todavía 134,6% en algo más de seis años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al sostenido –pero no espectacular- crecimiento de la economía norteamericana (+3,5% anual en el IV trimestre).

Como muchos expertos han señalado, la firmeza actual del oro no es como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2007 no pasará de US$ 550 y recién volverá a 600 en 2008. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 700.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que el dólar volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segunda crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta julio de 2006 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

La inmovilidad de la Reserva Federal (que mantuvo la tasa básica en 5,25% anual), las alteraciones en la composición de reservas del banco central chino, la inestabilidad del dólar (el euro está otra vez a más de US$ 1,30), el problema iraní y la crisis palestina han inflado el metal. Este viernes estaba 14,6% sobre fin de 2005.

Cabe recordar que, en diciembre, el metal áureo había subido 11% en todo 2006. Sin duda, los mercados creen que el oro puede beneficiarse de una eventual diversificación de reservas chinas y crudos que vuelven a orillar US$ 55/58 el barril.

Por cierto, Beijing reiteró en enero que analiza nuevas formas de administrar reservas (superiores a US$ 1,1 billón) y, probablemente, la imiten varios países de la región. En cuanto al contexto general, debe recordarse que el oro viene sostenido desde inicios de 2001, cuando estaba en apenas US$ 280. Tras rozar US$ 750 en 2005, retiene todavía 134,6% en algo más de seis años.

Irónicamente, Union des Banques Suisses le ve riesgos a la repreciación del metal áureo, viejo amor de los hélvetas. En efecto, UBS, Wall Street y la City temen que el alto precio del oro ponga en peligro acciones, bonos públicos y privados, etcétera, por dos caminos: presiones inflacionarias y freno al sostenido –pero no espectacular- crecimiento de la economía norteamericana (+3,5% anual en el IV trimestre).

Como muchos expertos han señalado, la firmeza actual del oro no es como los anteriores a 1980. Primero, por la ausencia de proyecciones unívocas. Contra UBS, por ejemplo, Deutsche Bank estima que el promedio al contado en 2007 no pasará de US$ 550 y recién volverá a 600 en 2008. En el extremo opuesto, varios grandes intermediarios pronostican que este año el oro terminará en US$ 700.

En segundo lugar, este grupo y los suizos creen que los inversores –individuales e institucionales- ven firme demanda en la actividad joyera. También, creen que el dólar volverá a deteriorarse ante divisas rivales, en un contexto de menor crecimiento del PBI.

Por supuesto, el oro sigue lejos del precio nominal más alto en la historia, US$ 850, registrado el 20 de enero de 1980. En verdad, a dólares constantes, hoy debiera rozar 1.300 para igualar aquel valor. Sea como fuere, el papel del metal como refugio en caso de guerras, catástrofes y corridas fue atenuándose desde ese máximo. Así, la segunda crisis petrolera lo hizo subir 75% en 1979, mientras el Standard&Poor’s 500 se desplomaba 43,5%. Pero la violenta alza de crudos experimentada desde mediados de 2004 hasta julio de 2006 no tuvo ni de lejos aquellos efectos en el oro.

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