Alemania: más peleas entre accionistas. Ahora, en Deutsche Bank

La asamblea general del mayor banco privado europeo fue escenario de críticas contra Josef Ackermann, el suizo que preside el directorio. Pero éste afirma que es una maniobra política de los socialdemócratas.

20 mayo, 2005

En esencia, un grupo de inversores le echó en cara miles de recortes –incluso de personal- “con la excusa de mejorar productividad. Pero Ackermann retiene altísimos sueldos y otros estipendios para él y los otros directivos”. Así denunciaba Klaud Nieding, vocero de la asociación que representa a pequeños accionistas.

Según señalan analistas de Francfort, Viena, Zürich y Milán, esta rebelión deriva directamente de la producida durante la asamblea de Daimler, semanas atrás. En ese caso, el detonante era la exigencia de vender Chrysler (la fusión viene dando pérdidas desde 1999) y atender los severos problemas de Mercedes Benz: la marca emblemática había retirado 1,3 millón de coches, por defectos.

Ackermann optó por politizar el debate en DB acusando a Nieding y a Klaus Müntefering (jede de la socialdemocracia) de “vergonzoso ataque al capitalismo”. Fue un error, típico de banqueros. El dirigente de la SD replicó: “Ustedes no son capitalistas sino simples financieros que cuestan demasiado caro. Igual ocurre en Daimler”.

El tema automomor no se limita a meras alusiones. Sucede que Ackermann –hasta hace poco aliado incondicional de esa conducción empresarial- presiona hoy para vender 10,4% que Deutsche Bank tiene en el paquete. Pretexto: lograr que el retorno de sus propios accionistas llegue a 25%. “El presidente del directorio olvida que fue uno de quienes promovieron la desastrosa fusión Daimler-Chrysler”, le recordó Nieding entre silbatinas y palabrotas.

En esencia, un grupo de inversores le echó en cara miles de recortes –incluso de personal- “con la excusa de mejorar productividad. Pero Ackermann retiene altísimos sueldos y otros estipendios para él y los otros directivos”. Así denunciaba Klaud Nieding, vocero de la asociación que representa a pequeños accionistas.

Según señalan analistas de Francfort, Viena, Zürich y Milán, esta rebelión deriva directamente de la producida durante la asamblea de Daimler, semanas atrás. En ese caso, el detonante era la exigencia de vender Chrysler (la fusión viene dando pérdidas desde 1999) y atender los severos problemas de Mercedes Benz: la marca emblemática había retirado 1,3 millón de coches, por defectos.

Ackermann optó por politizar el debate en DB acusando a Nieding y a Klaus Müntefering (jede de la socialdemocracia) de “vergonzoso ataque al capitalismo”. Fue un error, típico de banqueros. El dirigente de la SD replicó: “Ustedes no son capitalistas sino simples financieros que cuestan demasiado caro. Igual ocurre en Daimler”.

El tema automomor no se limita a meras alusiones. Sucede que Ackermann –hasta hace poco aliado incondicional de esa conducción empresarial- presiona hoy para vender 10,4% que Deutsche Bank tiene en el paquete. Pretexto: lograr que el retorno de sus propios accionistas llegue a 25%. “El presidente del directorio olvida que fue uno de quienes promovieron la desastrosa fusión Daimler-Chrysler”, le recordó Nieding entre silbatinas y palabrotas.

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