Alan Greenspan deja un legado que lo acosará por años

“No sólo las instituciones se tornan menos vulnerables a factores de riesgo subyacentes. También el sistema financiero en sí es más flexible”, decía Greenspan en 2004. Hoy, esas palabras se vuelven en contra suya, aunque se niegue a admitirlo.

16 octubre, 2008

Una clave de la crisis está en los derivativos. George Soros, el megafinancista, evita usar esos instrumentos y sus contratos derivados “porque casi nadie sabe exactamente cómo operan”. Félix Rohatyn, el banquero que salvó de la quiebra a Nueva York en los años 70, los define como “potenciales bombas de hidrógeno”.
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<p>Lo mismo afirmaban los neokeynesianos Hyman Minsky y Joel Kurtzman. Hace cinco a&ntilde;os, el sagaz Warren Buffett sosten&iacute;a que &ldquo;los derivativos son armas de destrucci&oacute;n y sus peligros pueden ser mortales. Aunque Greenspan no lo crea&rdquo;. En efecto, no lo cree. Lamentablemente, mientras tuvo poder, sus puntos de vista sobre derivados y su regulaci&oacute;n preval&iacute;an en los debates. Poco importa si son contratos ex&oacute;ticos &ndash;matem&aacute;ticamente muy complejos, ininteligibles aun para quienes los gestionan- que prometen amparar a los inversores contra p&eacute;rdidas. Ello los hace estimular tomas imprudentes de riesgos que conducen a crisis como la actual. </p>
<p>Durante su mandato, el ex presidente de la Reserva Federal se opon&iacute;a rotundamente a que el congreso regulase los derivados. &ldquo;Han sido veh&iacute;culos extraordinariamente para transferir riesgos de quienes no debieran asumirlos a quienes quieren y son capaces de tomarlos&rdquo;, afirm&oacute; en 2003 ante la comisi&oacute;n bancaria del senado. &ldquo;Ser&iacute;a un error intentar regularlos en forma m&aacute;s estricta&rdquo; </p>
<p>Hoy, con el mundo sumido en una borrasca que Greenspan mismo describe como &ldquo;el tipo crisis que se da s&oacute;lo una vez por siglo&rdquo;, su fe en los derivados no afloja. El problema no es que los contratos hayan fracasado, sino que &ldquo;quienes los empleaban se pasaron de codiciosos. Adem&aacute;s, quienes los colocaban no eran tan fiables como se supon&iacute;a&rdquo;. Pero &iquest;el pr&oacute;cer no se dio cuenta a tiempo? </p>
<p>Varios analistas no dudan de que Greenspan sea en gran parte responsable de las presentes turbulencias. &ldquo;Los derivados son claves de la crisis y &eacute;l orquest&oacute; su desregulaci&oacute;n por motivos ideol&oacute;gicos&rdquo;, se&ntilde;ala Frank Partnoy, experto en el tema. A mediados de a&ntilde;o, su masa representaba US$ 531 billones de aire caliente: 400% sobre los 106 billones de 2002 y 632 veces el mega-rescate norteamericano. </p>
<p>Los derivativos son instrumentos matem&aacute;ticos para sortear (<em>hedge</em>) riesgos de p&eacute;rdidas v&iacute;a contratos derivados; por ejemplo, en el mercado hipotecario. Esa derivaci&oacute;n entra&ntilde;a activos de sustento, como acciones, bonos, productos primarios, monedas, etc. En algunos segmentos, hay menos de 4% de sustento por cada contrato. </p>
<p>En el curso de los a&ntilde;os 90, los derivados se hab&iacute;an multiplicado y combinado de modo tan inescrutable que, a juicio de muchos legisladores, se requer&iacute;a supervisi&oacute;n federa para proteger al sistema. Greenspan se opuso a veces con argumentos tan ingenuos como &ldquo;confiamos en que Wall Street se autorregule&rdquo;. Nunca lo hizo.</p>

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