2006 puede acarrear el fin de la burbuja inmobiliaria

El fenómeno especulativo “minorista” más amplio y peligroso del momento afronta un reflujo. Varios expertos vislumbran retroceso de demanda, caída de precios inflados y contracción en el gasto –o endeudamiento- del público norteamericano.

9 enero, 2006

Esta vez, coinciden analistas especializados, ejecutivos de bienes raíces y la industria constructora: cinco años de auge se aproximan al fin, por imperio de su propio recalentamiento financiero. Sin duda, la brecha entre tasa básica de corto plazo (4,5% anual) y tasas largas (4,6/7%), anómalamente escueta, acabará frustrando la compra oportunista de viviendas adicionales –no para habitar sino para revender-, apoyada en tipos hipotecarios reales exiguos.

Eso quiere decir, créditos accesibles a la ávida clase media de los estados más ricos. También empieza a pesar el desorbitado precio de viviendas en Los Ángeles, Miami, Nueva York, Chicago, Cleveland, Houston, etc, donde un departamento chico puede costar arriba de US$ 250.000.

Pese a sospechosos vaivenes estadísticos, se detectan señales de que los incentivos para especular van reduciéndose. En otras palabras, asoma un fenómeno que Alan Greenspan –jefe saliente de la Reserva Federal- viene previendo desde hace meses.

El perfil del mercado es por cierto riesgoso. “Los números hoy a mano muestran que 20 a 25% de compras inmobiliarias corresponde a inversores especulativos y dueños de dos unidades o más”, apunta EverBank, especialista en el segmento. Es más: abundan las inmobiliarias metidas en esta rueda de la fortuna, signo de que la burbuja iniciada en 2001 puede desinflarse en los meses venideros.

La misma entidad presume que 10 a 20% del mercado puede secarse de pronto. Si ocurre eso, la presiòn bajista sobre los precios será irrefrenable.
“Greenspan, es verdad, ha advertido varias veces sobre el fenómeno. Pero éste dura ya más de un lustro y, en ese lapso, la RF no hizo realmente nada para amortiguarlo. Quizá porque al gobierno le convenía una sensación de prosperidad en su base electoral y eso ya no hace falta, pues George W.Bush ha perdido mucho capital político”. Así sostiene Paul Krugman.

Entretanto, las propias tasas comienzan a preocupar. La semana pasada, por primera vez, las letras de Tesorería a dos años ofrecieron mayor rendimiento que los bonos a diez años (4,71 contra 4,66% anual). Por ende, el diferencial en favor del segmento hipotecario se había esfumado. De inmediato, los especuladores se lanzaron a refinanciarse tomando crédito hipotecario a tasa fija regulada, un factor distorsivo que la RF tampoco maneja.

Esta vez, coinciden analistas especializados, ejecutivos de bienes raíces y la industria constructora: cinco años de auge se aproximan al fin, por imperio de su propio recalentamiento financiero. Sin duda, la brecha entre tasa básica de corto plazo (4,5% anual) y tasas largas (4,6/7%), anómalamente escueta, acabará frustrando la compra oportunista de viviendas adicionales –no para habitar sino para revender-, apoyada en tipos hipotecarios reales exiguos.

Eso quiere decir, créditos accesibles a la ávida clase media de los estados más ricos. También empieza a pesar el desorbitado precio de viviendas en Los Ángeles, Miami, Nueva York, Chicago, Cleveland, Houston, etc, donde un departamento chico puede costar arriba de US$ 250.000.

Pese a sospechosos vaivenes estadísticos, se detectan señales de que los incentivos para especular van reduciéndose. En otras palabras, asoma un fenómeno que Alan Greenspan –jefe saliente de la Reserva Federal- viene previendo desde hace meses.

El perfil del mercado es por cierto riesgoso. “Los números hoy a mano muestran que 20 a 25% de compras inmobiliarias corresponde a inversores especulativos y dueños de dos unidades o más”, apunta EverBank, especialista en el segmento. Es más: abundan las inmobiliarias metidas en esta rueda de la fortuna, signo de que la burbuja iniciada en 2001 puede desinflarse en los meses venideros.

La misma entidad presume que 10 a 20% del mercado puede secarse de pronto. Si ocurre eso, la presiòn bajista sobre los precios será irrefrenable.
“Greenspan, es verdad, ha advertido varias veces sobre el fenómeno. Pero éste dura ya más de un lustro y, en ese lapso, la RF no hizo realmente nada para amortiguarlo. Quizá porque al gobierno le convenía una sensación de prosperidad en su base electoral y eso ya no hace falta, pues George W.Bush ha perdido mucho capital político”. Así sostiene Paul Krugman.

Entretanto, las propias tasas comienzan a preocupar. La semana pasada, por primera vez, las letras de Tesorería a dos años ofrecieron mayor rendimiento que los bonos a diez años (4,71 contra 4,66% anual). Por ende, el diferencial en favor del segmento hipotecario se había esfumado. De inmediato, los especuladores se lanzaron a refinanciarse tomando crédito hipotecario a tasa fija regulada, un factor distorsivo que la RF tampoco maneja.

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