Otro mundo. Cuando nació Mercado nos enamorábamos, queríamos progresar y vivíamos pendientes del fútbol. Hoy también. El mismo mundo.
¿A dónde voy con esto? A que, como bien se dice, lo único seguro es el cambio. ¿Qué estaremos haciendo dentro de 52 años? Solucionando problemas. ¿Cuáles problemas? Imposible saberlo, por eso a mis alumnos les enseño a solucionar problemas, no determinado problema.
Los cambios no se implementan de la noche a la mañana. ¿Cuántos años transcurrieron entre la invención de la energía eléctrica, y la lamparita, y el cierre de la última fábrica de velas? La clave, entonces, consiste en estar atento, y actuar en consecuencia.
La radio no se fundió, cuando apareció la televisión; pero esta radio tiene muy poco que ver con aquella. De la misma manera que el teatro no se fundió, cuando apareció el cine. Pero el barrio se transformó, cuando apareció el automóvil.
La historia muestra que, afortunadamente, todos los pronósticos pesimistas no se verifican. El cambio tecnológico en la agricultura neutralizó los rendimientos marginales decrecientes, la gran preocupación de David Ricardo; la mejora en el ingreso y los anticonceptivos frenaron la explosión demográfica, la cuestión que desvelaba a Thomas Robert Malthus; y –contrariamente a lo que esperaban los discípulos de Karl Marx–, el capitalismo no se transformó en comunismo sino al revés; generando enormes desafíos prácticos, porque “hubo que pasar de huevos revueltos a huevos”, cuando los únicos manuales explicaban lo contrario.
La cuestión, entonces, pasa por clarificar los hechos, identificar las tendencias y actuar en consecuencia. Hoy trabaja más gente que hace medio siglo, dentro de medio siglo trabajará más gente que ahora. Pero haciendo cosas diferentes.
(Licenciado en economía UCA, “ABD” (all but dissertation) por Universidad de Harvard y doctor honoris causa por la UCEMA. Profesor de Economía en UDESA y de política económica en la UCEMA, miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Económicas.)