Cada vez menos nacimientos

Un bebé es un acto de fe hacia el futuro y en todo el mundo los jóvenes se sienten inseguros y desprotegidos.

3 agosto, 2021

La pandemia ha causado un colapso mundial de proporciones históricas en los nacimientos. En España, 20% menos de bebés recién nacidos hubo en diciembre 2020 que el mismo mes un año antes. La cifra más reducida desde 1941 cuando comenzó a registrarse ese dato. En Italia los nacimientos cayeron 22% y 13% en Francia.Eso no ocurre en todas partes. Algunos países, como Alemania, han experimentado u pequeño aumento, y el impacto de la pandemia sobre la procreación podría ser efímero. Pero la evaluación que hace Sarah O’ Connor en el Financial Times de Londres es que la caída en la tasa de natalidad ha puesto el foco en una declinación de larga data en el número de bebés que están naciendo prácticamente en todas partes.

Casi la mitad de la población global vive ahora en un país o en una zona donde la tasa de fertilidad (el promedio de bebés por mujer) se encuentra por debajo de la tasa de reemplazo de 2,1, o sea el número que mantendría estable la población mundial. El último informe de Naciones Unidas.

Aunque hay quienes verán esto como bueno para el planeta porque el rápido crecimiento de la población contribuyó a aumentar el estrés. Además, en los países en desarrollo la baja en la tasa de fertilidad por lo general está relacionada con el acceso de las mujeres a la educación y a las oportunidades laborales.

De todas maneras, dice O’Connor, no habría que celebrar la caída de la tasa de natalidad. En algunos países la gente está teniendo menos bebés de los que dicen que quieren. En Surcorea, donde la tasa de natalidad está por debajo de 1, el horario laboral es demasiado largo, la educación y la vivienda demasiado caras y las madres no tienen apoyos. Una generación estresada no es algo bueno, y no es única de Surcorea. Una encuesta realizada este año entre jóvenes de todo el mundo por el Financial Times descubrió que muchos tienen una profunda sensación de inseguridad: trabajo inestable, vivienda inaccesible y temor de no poder jubilarse nunca. Algunos dijeron que no se sentían lo suficientemente seguros como para tener hijos.

El riesgo, entonces, es que a medida que las poblaciones de los países envejecen y se reducen, estas dinámicas entran en un círculo vicioso, especialmente si los jóvenes sienten que las políticas se adaptan a las necesidades de las generaciones más populosas y más viejas.

No se puede ni se debe controlar el número de bebés que una pareja debe tener. Pero en muchos sentidos un bebé es un acto de fe en el futuro. Si algunas personas no están teniendo los bebés que dicen que quieren, esa es una señal de alarma que habría que prestar atención, y no descartarla livianamente porque hay demasiadas personas en el planeta.

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