Antes de entrar al silencio que les impone el cónclave, los cardenales
han dejado entrever qué tipo de hombre necesita ahora la Iglesia. El
enorme despliegue de afecto que demostró la gente por Juan Pablo II seguramente
a moldeado varios criterios. Muchos de los prelados dijeron, con distintas palabras,
que el próximo papa podrá tener un estilo diferente del de Juan
Pablo, pero por encima de todo deberá ser un buen comunicador de la fe,
capaz de mantener el entusiasmo que generó Juan Pablo, especialmente
entre los jóvenes.
Es poco probable que el nuevo papa se aparte mucho de su conservadurismo sobre
anticoncepción, divorcio, sacerdocio femenino o sobre toda la gama de
temas que la iglesia considera dentro de la “santidad de la vida”
, desde células madre hasta aborto y eutanasia. Pero desde el momento
en que murió el papa los cardenales dicen que buscan a alguien que pueda
proyectar un atractivo universal. No buscan un gran orador sino alguien con
humildad personal y presencia pastoral que personifique el mensaje del evangelio.
“Tiene que ser auténtico”, dice el cardenal Stafford. “Si
los fieles lo ven auténtico y honesto, verán que es todo lo que
necesitan.”
Más allá de la edad y la geografía – dos criterios que
predominarán en las discusiones – los cardenales tienen diferentes prioridades
para la elegir a la persona al líder del catolicismo. Una es la necesidad
de continuar estrechando lazos con las otras religiones y otras denominaciones
cristianas. Varios de los votantes se manifestaron a favor de la necesidad de
estrechar el diálogo con los líderes del islamismo.
En la semana que pudieron tener algún contacto con la prensa, los cardenales
se negaron a dar nombres, pero al describir las cualidades que desean, se pueden
hacer algunas deducciones sobre quiénes son los competidores con más
posibilidades. Un hombre que reúne muchos de los criterios actuales es
el cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, de 71 años.
La suya es una imagen que a los católicos italianos les recuerda la de
aquel querido papa Juan XXIII, regordete y cálido. Hijo de obreros, apoyó
en 2001 a los manifestantes contra la globalización que se concentraron
durante la reunión de países industrializados en Génova.
Ante ellos, este hombre dijo”Un niño africano enfermo de SIDA cuenta
más que el universo entero”. Es un intelectual conservador, cercano
al Opus Dei. Tiene libros publicados sobre bioética.
Otro cardenal cuyo nombre se repite es Claudio Hummes, el arzobispo de São
Paulo que habla cinco idiomas y se ve mucho más joven de los 70 años
que tiene. En sus años de obispo se opuso al gobierno militar brasileño
y respaldó a los trabajadores en huelga. Desde entonces se ha hecho más
conservador y en una oportunidad criticó severamente a un cura por sugerir
que habría que usar preservativos para combatir el SIDA.
A pesar de la gran coincidencia sobre la necesidad de un comunicador, es posible
que otros factores tuerzan la elección. Pueden optar por una figura interina,
de mucha edad, alguien que imponga un paréntesis luego de uno de los
papados más largos y activos de todos los tiempos. Un candidato para
ese rol sería el cardenal Joseph Ratzinger, que trabajó muy cerca
de Juan Pablo durante 24 años como controlador general de la teología
de la iglesia, muy respetado por sus conocimientos e iniciativa. Es decano de
cardenales y el verdadero director e inspirador. En contra tiene su edad: 78
años. “es una personalidad fuerte, de gran inteligencia, fe y apertura”,
dijo a Reuters el cardenal Zenon Grocholewski. “El problema es lo avanzado
de su edad.”
El arzobispo vienés Christoph Schönborn, con 60 años, es
el candidato para quienes buscan juventud. Es de gran educación y de
gran facilidad de palabra. Hijo de una familia aristocrática con numerosos
miembros en la iglesia desde hace siglos, algunos lo tachan de frío para
manejar a su personal .Pertenece a la orden de los dominicos.
Luego está el parámetro regional. Éste, dicen algunos,
es el momento justo para que un papa se dirija a los pobres, así como
la guerra fría pedía a Karol Wojtyla. Desde este punto de vista
un favorito es Francis Arinze, 72 años, de Nigeria, muy involucrado en
las relaciones con los musulmanes. Este cardenal está en el Vaticano
desde hace 20 años y es jefe del departamento que regula la práctica
sacramental. Aunque con fuertes credenciales espirituales ( se convirtió
al catolicismo a la edad de 9 años) algunos le critican su falta de imaginación.
Dice cosas fuertes. Hace un año dijo que un político católico
apostólico romano que apoya el aborto “no merece” recibir la
comunión.
Tal vez nada de esto importe, opinan algunos cardenales que vuelven al tema
del carisma.
El próximo Papa tendrá que comunicarse bien con ricos y jóvenes
en países como Estados Unidos y Francia. Tendrá que conectar bien
con los pobres cuando vaya a lugares como Brasil, Marruecos o Burkina Faso-
Deberá ser capaz de explicar los evangelios a todo tipo de publico”,
dijo el cardenal philippe Barbarin de Francia.
Antes de entrar al silencio que les impone el cónclave, los cardenales
han dejado entrever qué tipo de hombre necesita ahora la Iglesia. El
enorme despliegue de afecto que demostró la gente por Juan Pablo II seguramente
a moldeado varios criterios. Muchos de los prelados dijeron, con distintas palabras,
que el próximo papa podrá tener un estilo diferente del de Juan
Pablo, pero por encima de todo deberá ser un buen comunicador de la fe,
capaz de mantener el entusiasmo que generó Juan Pablo, especialmente
entre los jóvenes.
Es poco probable que el nuevo papa se aparte mucho de su conservadurismo sobre
anticoncepción, divorcio, sacerdocio femenino o sobre toda la gama de
temas que la iglesia considera dentro de la “santidad de la vida”
, desde células madre hasta aborto y eutanasia. Pero desde el momento
en que murió el papa los cardenales dicen que buscan a alguien que pueda
proyectar un atractivo universal. No buscan un gran orador sino alguien con
humildad personal y presencia pastoral que personifique el mensaje del evangelio.
“Tiene que ser auténtico”, dice el cardenal Stafford. “Si
los fieles lo ven auténtico y honesto, verán que es todo lo que
necesitan.”
Más allá de la edad y la geografía – dos criterios que
predominarán en las discusiones – los cardenales tienen diferentes prioridades
para la elegir a la persona al líder del catolicismo. Una es la necesidad
de continuar estrechando lazos con las otras religiones y otras denominaciones
cristianas. Varios de los votantes se manifestaron a favor de la necesidad de
estrechar el diálogo con los líderes del islamismo.
En la semana que pudieron tener algún contacto con la prensa, los cardenales
se negaron a dar nombres, pero al describir las cualidades que desean, se pueden
hacer algunas deducciones sobre quiénes son los competidores con más
posibilidades. Un hombre que reúne muchos de los criterios actuales es
el cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, de 71 años.
La suya es una imagen que a los católicos italianos les recuerda la de
aquel querido papa Juan XXIII, regordete y cálido. Hijo de obreros, apoyó
en 2001 a los manifestantes contra la globalización que se concentraron
durante la reunión de países industrializados en Génova.
Ante ellos, este hombre dijo”Un niño africano enfermo de SIDA cuenta
más que el universo entero”. Es un intelectual conservador, cercano
al Opus Dei. Tiene libros publicados sobre bioética.
Otro cardenal cuyo nombre se repite es Claudio Hummes, el arzobispo de São
Paulo que habla cinco idiomas y se ve mucho más joven de los 70 años
que tiene. En sus años de obispo se opuso al gobierno militar brasileño
y respaldó a los trabajadores en huelga. Desde entonces se ha hecho más
conservador y en una oportunidad criticó severamente a un cura por sugerir
que habría que usar preservativos para combatir el SIDA.
A pesar de la gran coincidencia sobre la necesidad de un comunicador, es posible
que otros factores tuerzan la elección. Pueden optar por una figura interina,
de mucha edad, alguien que imponga un paréntesis luego de uno de los
papados más largos y activos de todos los tiempos. Un candidato para
ese rol sería el cardenal Joseph Ratzinger, que trabajó muy cerca
de Juan Pablo durante 24 años como controlador general de la teología
de la iglesia, muy respetado por sus conocimientos e iniciativa. Es decano de
cardenales y el verdadero director e inspirador. En contra tiene su edad: 78
años. “es una personalidad fuerte, de gran inteligencia, fe y apertura”,
dijo a Reuters el cardenal Zenon Grocholewski. “El problema es lo avanzado
de su edad.”
El arzobispo vienés Christoph Schönborn, con 60 años, es
el candidato para quienes buscan juventud. Es de gran educación y de
gran facilidad de palabra. Hijo de una familia aristocrática con numerosos
miembros en la iglesia desde hace siglos, algunos lo tachan de frío para
manejar a su personal .Pertenece a la orden de los dominicos.
Luego está el parámetro regional. Éste, dicen algunos,
es el momento justo para que un papa se dirija a los pobres, así como
la guerra fría pedía a Karol Wojtyla. Desde este punto de vista
un favorito es Francis Arinze, 72 años, de Nigeria, muy involucrado en
las relaciones con los musulmanes. Este cardenal está en el Vaticano
desde hace 20 años y es jefe del departamento que regula la práctica
sacramental. Aunque con fuertes credenciales espirituales ( se convirtió
al catolicismo a la edad de 9 años) algunos le critican su falta de imaginación.
Dice cosas fuertes. Hace un año dijo que un político católico
apostólico romano que apoya el aborto “no merece” recibir la
comunión.
Tal vez nada de esto importe, opinan algunos cardenales que vuelven al tema
del carisma.
El próximo Papa tendrá que comunicarse bien con ricos y jóvenes
en países como Estados Unidos y Francia. Tendrá que conectar bien
con los pobres cuando vaya a lugares como Brasil, Marruecos o Burkina Faso-
Deberá ser capaz de explicar los evangelios a todo tipo de publico”,
dijo el cardenal philippe Barbarin de Francia.