El retiro de Idei –dentro de un año- pondrá al frente de una gran organización nipona a un extranjero, pues la segunda autoridad –Kunitake Ando- también renunciará, como se ha resuelto este martes en la reunión de junta directiva. Sólo que su substituto no será un blanco, sino Ryoji Chubachi.
Por supuesto, la “revolución” refleja creciente disconformidad interna con los líderes. También hay poca confianza en su capacidad de timonear la firma en un mercado agitado, el de productos electrónicos de uso final, donde la competencia se ha vuelto encarnizada y se cierne un “efecto Surcorea”.
Si bien las críticas se habían concentrado en Idei, el problema es que su propio equipo ejecutivo no lograba cristalizar sus esquemas pro restructuración y cambio en el interior mismo de la organización. Le resultaba prácticamente imposible imbuir a sus colaboradores de un sentido de urgencia.
Uno de los principales problemas era que la gerencia no cumpliera el compromiso de elevar márgenes de rentabilidad operativa a 10% al cabo del bienio 2006/7, que empieza contablemente en octubre próximo. Las utilidades no suben actualmente de 1,5%.
El clima empezó a ponerse espeso en abril de 2003, cuando la empresa redujo inesperadamente la proyección de utilidades y admitió serios problemas en su negocio básico (los electrónicos). Las acciones se desmoronaron y en Samsung descorchaban champagne de California. De inmediato, Idei lanzó un ambicioso plan de reformas, productos nuevos y objetivos como ese 10% de margen para 2007.
De paso, ubicó al audaz Ken Kutaragi –creador de la línea PlayStation de videojuegos- al frente de electrónicos de uso final. La estrategia contemplaba inversiones en semiconductores, retiro temprano de personal y revisión de filiales. Pero los constantes cambios, la falta de convicción en nivel gerencial, el fracaso del reproductor de música Walkman ante su rival iPod (Apple) y la menor venta de televisores llevaron a una crisis en la cúpula.
Ahora bien ¿qué le espera a Stringer? Más de un problema, opinan en Tokio y Nueva York. En primer lugar, el próximo CEO de Sony (reemplazará a Idei en 2006, cuando cumpla 64 años y la firma 60) no vive en el archipiélago –sino en Londres- ni habla japonés. En segundo lugar, su experiencia se vincula a Sony Corporation of America, o sea a música y entretenimiento. De hecho, el delfín de Idei es un galés naturalizado norteamericano, que no ni reside en Estados Unidos. Todo esto subraya un tercer factor: Sony se transnacionalizó hace unos 25 años, cuando absorbió Columbia –estudios de cine y grabadora, no la red CBS- y, aún más, al comprar MGM en 2003.
El retiro de Idei –dentro de un año- pondrá al frente de una gran organización nipona a un extranjero, pues la segunda autoridad –Kunitake Ando- también renunciará, como se ha resuelto este martes en la reunión de junta directiva. Sólo que su substituto no será un blanco, sino Ryoji Chubachi.
Por supuesto, la “revolución” refleja creciente disconformidad interna con los líderes. También hay poca confianza en su capacidad de timonear la firma en un mercado agitado, el de productos electrónicos de uso final, donde la competencia se ha vuelto encarnizada y se cierne un “efecto Surcorea”.
Si bien las críticas se habían concentrado en Idei, el problema es que su propio equipo ejecutivo no lograba cristalizar sus esquemas pro restructuración y cambio en el interior mismo de la organización. Le resultaba prácticamente imposible imbuir a sus colaboradores de un sentido de urgencia.
Uno de los principales problemas era que la gerencia no cumpliera el compromiso de elevar márgenes de rentabilidad operativa a 10% al cabo del bienio 2006/7, que empieza contablemente en octubre próximo. Las utilidades no suben actualmente de 1,5%.
El clima empezó a ponerse espeso en abril de 2003, cuando la empresa redujo inesperadamente la proyección de utilidades y admitió serios problemas en su negocio básico (los electrónicos). Las acciones se desmoronaron y en Samsung descorchaban champagne de California. De inmediato, Idei lanzó un ambicioso plan de reformas, productos nuevos y objetivos como ese 10% de margen para 2007.
De paso, ubicó al audaz Ken Kutaragi –creador de la línea PlayStation de videojuegos- al frente de electrónicos de uso final. La estrategia contemplaba inversiones en semiconductores, retiro temprano de personal y revisión de filiales. Pero los constantes cambios, la falta de convicción en nivel gerencial, el fracaso del reproductor de música Walkman ante su rival iPod (Apple) y la menor venta de televisores llevaron a una crisis en la cúpula.
Ahora bien ¿qué le espera a Stringer? Más de un problema, opinan en Tokio y Nueva York. En primer lugar, el próximo CEO de Sony (reemplazará a Idei en 2006, cuando cumpla 64 años y la firma 60) no vive en el archipiélago –sino en Londres- ni habla japonés. En segundo lugar, su experiencia se vincula a Sony Corporation of America, o sea a música y entretenimiento. De hecho, el delfín de Idei es un galés naturalizado norteamericano, que no ni reside en Estados Unidos. Todo esto subraya un tercer factor: Sony se transnacionalizó hace unos 25 años, cuando absorbió Columbia –estudios de cine y grabadora, no la red CBS- y, aún más, al comprar MGM en 2003.