Que haya pocas mujeres
en los cargos de mayor jerarquía empresarial tiene mucho que ver con hábitos,
políticas y también cierta falta de voluntad. Hombres y mujeres
tienen distintos mecanismos para avanzar en la carrera profesional. Uno de esos
mecanismos es el denominado “networking” o sea el tejido de relaciones
interpersonales (algo así como trenzar, pero en sentido positivo). Pero
el networking, en la actualidad, funciona mejor para los hombres y esa es una
de las razones por las cuales llegan a los cargos de mayor jerarquía.
Herminia Ibarra, profesora de conducta organizacional del Insead, ha dedicado
15 años a la investigación de este tipo de temas desde la óptica
femenina. Con un profundo conocimiento del panorama empresarial tal cual está
y de la relevancia de la red de relaciones para el éxito de una carrera,
organizó un curso sobre networking femenino para ejecutivas, que promueve
en la newsletter del Insead.
Ibarra cita el viejo adagio que dice “no es lo que sabes sino a quién
conoces” para desatacar que en ninguna parte es eso más cierto que
en los corredores de una carrera empresarial. Pero la creación de ese
“a quién conoces” funciona diferente en hombres y mujeres.
El programa “Women Leading Change” se estructura alrededor
de las necesidades y modos de operar de las mujeres en el ambiente empresarial
actual.
Pocas veces, dice Ibarra, las redes mixtas de trabajo/diversión funcionan
a favor de la mujer. Los ejecutivos masculinos son afectos a irse todo un fin de semana a jugar al
golf,por ejemplo, y allí se relacionan. Es lógico que a una mujer no le interese
formar parte de esos núcleos. Por lo tanto, tienen que desarrollar dos
redes diferentes: una dentro de la compañía — por lo general
con compañeros varones – para lograr información “instrumental”
sobre la organización (su cultura, sus mecanismos, sus hábitos,
su gente); y la otra con una combinación de hombres y mujeres, para satisfacer
las “necesidades psicosociales”, como compartir experiencias, obtener
asesoramiento y crear una identidad propia.”
En un mundo donde las mujeres están aceptando el desafío empresarial
junto con la mayor parte del desafío familiar y parental, es importante
que el networking se programe como parte del desarrollo de líderes. Nadie
sugiere, concluye Ibarra que las redes femeninas serán la respuesta para
la igualdad de la mujer en los cargos ejecutivos, pero la investigación
ha demostrado que por lo menos parte de esa respuesta está en ayudarla
a crear redes de las que pueda aprender sustancia y estilo.
Que haya pocas mujeres
en los cargos de mayor jerarquía empresarial tiene mucho que ver con hábitos,
políticas y también cierta falta de voluntad. Hombres y mujeres
tienen distintos mecanismos para avanzar en la carrera profesional. Uno de esos
mecanismos es el denominado “networking” o sea el tejido de relaciones
interpersonales (algo así como trenzar, pero en sentido positivo). Pero
el networking, en la actualidad, funciona mejor para los hombres y esa es una
de las razones por las cuales llegan a los cargos de mayor jerarquía.
Herminia Ibarra, profesora de conducta organizacional del Insead, ha dedicado
15 años a la investigación de este tipo de temas desde la óptica
femenina. Con un profundo conocimiento del panorama empresarial tal cual está
y de la relevancia de la red de relaciones para el éxito de una carrera,
organizó un curso sobre networking femenino para ejecutivas, que promueve
en la newsletter del Insead.
Ibarra cita el viejo adagio que dice “no es lo que sabes sino a quién
conoces” para desatacar que en ninguna parte es eso más cierto que
en los corredores de una carrera empresarial. Pero la creación de ese
“a quién conoces” funciona diferente en hombres y mujeres.
El programa “Women Leading Change” se estructura alrededor
de las necesidades y modos de operar de las mujeres en el ambiente empresarial
actual.
Pocas veces, dice Ibarra, las redes mixtas de trabajo/diversión funcionan
a favor de la mujer. Los ejecutivos masculinos son afectos a irse todo un fin de semana a jugar al
golf,por ejemplo, y allí se relacionan. Es lógico que a una mujer no le interese
formar parte de esos núcleos. Por lo tanto, tienen que desarrollar dos
redes diferentes: una dentro de la compañía — por lo general
con compañeros varones – para lograr información “instrumental”
sobre la organización (su cultura, sus mecanismos, sus hábitos,
su gente); y la otra con una combinación de hombres y mujeres, para satisfacer
las “necesidades psicosociales”, como compartir experiencias, obtener
asesoramiento y crear una identidad propia.”
En un mundo donde las mujeres están aceptando el desafío empresarial
junto con la mayor parte del desafío familiar y parental, es importante
que el networking se programe como parte del desarrollo de líderes. Nadie
sugiere, concluye Ibarra que las redes femeninas serán la respuesta para
la igualdad de la mujer en los cargos ejecutivos, pero la investigación
ha demostrado que por lo menos parte de esa respuesta está en ayudarla
a crear redes de las que pueda aprender sustancia y estilo.