Managers que llegan a ganar millones cada día

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Los gestores de fondos de cobertura manejan un casino financiero opaco, volátil, y hacen fortunas otrora inconcebibles aun para Wall Street. Uno, John Paulson, obtuvo en 2007 acaso el mayor botín nominal de la historia: US$ 3.700 millones.

Este manager apostó contra cierto tipo de hipotecas y sus paquetes derivados. El fundador y amo de Paulson & Co. no estaba solo. James Simons y George Sörös ganaron cada uno casi US$ 3.000 millones, según “Alpha”, una revista especializada del grupo Institutional Investor.

Estas riquezas personales tan desmesuradas como sin precedentes subrayan la creciente inequidad entre millones de norteamericanos cuyos sueldo se achican o cuyas casas pueden ser confiscadas y una élite especuladora que prospera en buenos o malos tiempos. De hecho, esta disparidad ya despierta presiones reguladores sobre el segmento de derivativos (los instrumentos matemáticos empleados por los fondos de cobertura).

Aun en Wall Street, donde el dinero es medida suprema de éxito, las utilidades de esos gestores crean incomodidad. Sus negocios no son ilícitos, pero sí feos.

Entretanto, los managers más opulentos siguen enriqueciéndose en forma acelerada. Para figurar entre los veinticinco gestores estelares de “Alpha”, fue preciso ganar no menos de US$ 360 millones el año pasado. O sea, más de dieciocho veces la suma de 2002, lo cual revela también el deterioro del dólar. El ingreso de la familia norteamericana tipo obtuvo apenas US$ 60.500 en 2007.

En conjunto, los cincuenta gestores líderes han hecho US$ 29.000 millones, La cifra representa sus emolumentos personales y excluye remuneraciones o comisiones a operadores, empleados, etc. Cinco de los diez en punta, inclusive Sörös y Simons, lo estuvieron en 2006.

Los métodos para enriquecerse son variados. Desde invertir en bolsas fuera de Estados Unidos –donde se transen derivados, claro, y haya mayor tolerancia que en Nueva York- hasta apostar sobre productos primarios de todo tipo. Algunos, como Paulson, sacaron mucho provecho mientras las turbulencias hipotecarias y crediticias arrasaban la economía dentro o fuera de EE.UU.

A principios de 2005, en efecto, Paulson llegó a una conclusión: los complejos paquetes de hipotecas conocidos como obligaciones de deuda colateralizada acabarían pinchándose. En los meses siguientes, creó dos fondos para especular en mercados crediticios. Ya en 2007, uno rindió 590% y 353% el otro. Al empezar 2008, el gestor había reunido US$ 28.000 millones en activos, 367% sobre los 6.000 millones de un año antes.

El húngaro Sörös, uno de los especuladores más exitoso y menos escrupuloso del mundo –en los años 90 solía atacar monedas y provocar crisis cambiarias-, abandonó el retiro a mediados de 2007. Con excelentes réditos: su Quantum fund hizo US$ 2.900 millones en pocos meses y obtuvo un retorno de 32%.

En general, los gestores de fondos de cobertura comparte parte de las utilidades con clientes multimillonarios (como los managers, son ludópatas y no sabe bien para qué necesitan tanto dinero), fondos jubilatorias –que pueden terminar en la lona, como en 2003/4- y fideicomisos universitarios, lo cual no habla bien del sistema educativo estadounidense.

Los gestores cobran una comisión de 2% sobre activos administrados y retienen 20% de las ganancias. Por ende, con unos dos billones de dólares en cartera, el sector –no es una “industria”- muestra un perfil opuesto a grandes bancos y firma de valores que viene perdiendo US$ 245.000 millones por la doble crisis.

En los últimos meses, no obstante, docenas de fondos especulativos se han extinguido o han implosionado, agobiados por malas inversiones, préstamos imprudentes, retiros de dinero o todo al mismo tiempo. “Hasta cierto punto, es una gigantesca versión virtual de Las Vegas”, sostiene Gary Burtless, de la institución Brookings.

Desde 1913, cuando se armó el sistema de Reserva Federal, EE.UU. sólo vivió otro año con la riqueza tan mal distribuida como ahora: 1928. Exactamente, en vísperas del crac bursátil de 1929/32 y la depresión subsiguiente. En la actualidad, esta disparidad puede trabar una eventual recuperación económica.

Pese a su explosiva expansión (unos 10.000 fondos operan en el mundo) y a que por cada dólar de sostén mueven más de cincuenta virtuales, estos negocios casi no están regulados. Eso explica que, esta misma semana, dos grupos que asesoran a Henry Paulson, secretario de hacienda, hayan sugerido a los fondos de cobertura mejorar la divulgación de datos y la gestión de riesgos. Dos cosas que irritan a sus managers.

Este manager apostó contra cierto tipo de hipotecas y sus paquetes derivados. El fundador y amo de Paulson & Co. no estaba solo. James Simons y George Sörös ganaron cada uno casi US$ 3.000 millones, según “Alpha”, una revista especializada del grupo Institutional Investor.

Estas riquezas personales tan desmesuradas como sin precedentes subrayan la creciente inequidad entre millones de norteamericanos cuyos sueldo se achican o cuyas casas pueden ser confiscadas y una élite especuladora que prospera en buenos o malos tiempos. De hecho, esta disparidad ya despierta presiones reguladores sobre el segmento de derivativos (los instrumentos matemáticos empleados por los fondos de cobertura).

Aun en Wall Street, donde el dinero es medida suprema de éxito, las utilidades de esos gestores crean incomodidad. Sus negocios no son ilícitos, pero sí feos.

Entretanto, los managers más opulentos siguen enriqueciéndose en forma acelerada. Para figurar entre los veinticinco gestores estelares de “Alpha”, fue preciso ganar no menos de US$ 360 millones el año pasado. O sea, más de dieciocho veces la suma de 2002, lo cual revela también el deterioro del dólar. El ingreso de la familia norteamericana tipo obtuvo apenas US$ 60.500 en 2007.

En conjunto, los cincuenta gestores líderes han hecho US$ 29.000 millones, La cifra representa sus emolumentos personales y excluye remuneraciones o comisiones a operadores, empleados, etc. Cinco de los diez en punta, inclusive Sörös y Simons, lo estuvieron en 2006.

Los métodos para enriquecerse son variados. Desde invertir en bolsas fuera de Estados Unidos –donde se transen derivados, claro, y haya mayor tolerancia que en Nueva York- hasta apostar sobre productos primarios de todo tipo. Algunos, como Paulson, sacaron mucho provecho mientras las turbulencias hipotecarias y crediticias arrasaban la economía dentro o fuera de EE.UU.

A principios de 2005, en efecto, Paulson llegó a una conclusión: los complejos paquetes de hipotecas conocidos como obligaciones de deuda colateralizada acabarían pinchándose. En los meses siguientes, creó dos fondos para especular en mercados crediticios. Ya en 2007, uno rindió 590% y 353% el otro. Al empezar 2008, el gestor había reunido US$ 28.000 millones en activos, 367% sobre los 6.000 millones de un año antes.

El húngaro Sörös, uno de los especuladores más exitoso y menos escrupuloso del mundo –en los años 90 solía atacar monedas y provocar crisis cambiarias-, abandonó el retiro a mediados de 2007. Con excelentes réditos: su Quantum fund hizo US$ 2.900 millones en pocos meses y obtuvo un retorno de 32%.

En general, los gestores de fondos de cobertura comparte parte de las utilidades con clientes multimillonarios (como los managers, son ludópatas y no sabe bien para qué necesitan tanto dinero), fondos jubilatorias –que pueden terminar en la lona, como en 2003/4- y fideicomisos universitarios, lo cual no habla bien del sistema educativo estadounidense.

Los gestores cobran una comisión de 2% sobre activos administrados y retienen 20% de las ganancias. Por ende, con unos dos billones de dólares en cartera, el sector –no es una “industria”- muestra un perfil opuesto a grandes bancos y firma de valores que viene perdiendo US$ 245.000 millones por la doble crisis.

En los últimos meses, no obstante, docenas de fondos especulativos se han extinguido o han implosionado, agobiados por malas inversiones, préstamos imprudentes, retiros de dinero o todo al mismo tiempo. “Hasta cierto punto, es una gigantesca versión virtual de Las Vegas”, sostiene Gary Burtless, de la institución Brookings.

Desde 1913, cuando se armó el sistema de Reserva Federal, EE.UU. sólo vivió otro año con la riqueza tan mal distribuida como ahora: 1928. Exactamente, en vísperas del crac bursátil de 1929/32 y la depresión subsiguiente. En la actualidad, esta disparidad puede trabar una eventual recuperación económica.

Pese a su explosiva expansión (unos 10.000 fondos operan en el mundo) y a que por cada dólar de sostén mueven más de cincuenta virtuales, estos negocios casi no están regulados. Eso explica que, esta misma semana, dos grupos que asesoran a Henry Paulson, secretario de hacienda, hayan sugerido a los fondos de cobertura mejorar la divulgación de datos y la gestión de riesgos. Dos cosas que irritan a sus managers.

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