<p style="text-align: justify; ">De Carver Andress Mead se dice que tiene más inventos patentados que años de vida. Es uno de los pioneros fundamentales de la moderna microelectrónica. Sus 40 años de experiencia académica e industrial toca todos los aspectos de la microelectrónica, desde empujar el desarrollo de herramientas y técnicas para el diseño del circuito integrado, fundar incontable empresas de semidonductores y capacitar a generaciones de ingenieros y fundar más de 20 compañías innovadoras. <br />
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Recordando sus años en los comienzos de Silicon Valley, dice que “era un sitio donde fracasar no suponía un desprestigio, todo el mundo entendía que si uno quería trabajar en innovación, necesariamente iba a fracasar muchas veces. Nadie se avergonzaba por ello”, dijo en Madrid, adonde asistió para recibir el premio <em>Fronteras del Conocimiento 2011</em> que otorga la Fundación BBVA.<br />
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En esa ocasión aconsejó a los jóvenes que lo escuchaban que no se desalienten con los fracasos. “Por cada intento que no funcione aprenderán algo que los guiará en sus próximos intentos; es muy duro para el ego, pero muy bueno para el cerebro”.<br />
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“Cuando construyen algo que funciona, lo primero que deben hacer es ver si beneficia a la gente de algún modo. Si comprueban que sí, tendrán la base para un buen negocio. Pero para hacer realidad ese buen negocio, deberán tener mucha paciencia y generosidad para dar oportunidades a quienes tienen las ideas”. Cerró su alocución diciendo que “fracasar no es una vergüenza, es un aprendizaje”.</p>
Les deseo que no triunfen la primera vez
Quien dice esto es un ingeniero electrónico de 78 años que tuvo mucho que ver con el desarrollo de la microelectrónica y todo lo que vino con ella. A los jóvenes les dice que fallar es malo para el ego pero muy bueno para el cerebro.