<p>Desde 1992, cuando se inició el resurgimiento de China como potencia económica mundial, el país ha tenido un crecimiento impresionante concentrado especialmente en cuatro ciudades clave: Beijing, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen. En general, para las grandes multinacionales occidentales esas ciudades – llamadas de primera línea — fueron hasta ahora los puntos de entrada lógicos al mercado chino. Pero esa suerte de monopolio, hasta ahora indiscutido, parece comenzar a decaer en medio de un paisaje urbano cada vez más diverso caracterizado por el surgimiento de numerosas ciudades de segunda y tercera línea, tendencia que podría acelerarse en los próximos años.</p>
<p>Encabezando esta preferencia por ciudades hasta ahora no protagonistas están las multinacionales minoristas, ansiosas por difundir sus marcas en una escala sin precedentes y buscando la ventaja de ser “la primera en jugar” para crear lealtad duradera en ese mercado impresionante. <br />
Lo que está ocurriendo en China es un proceso de urbanización a todo motor. Inmensas cantidades de otrora campesinos se instalan en las ciudades a cambiar su modo de vida. . Un cálculo de McKinsey arriesga que para 2030 habrá en China 400 millones de nuevos residentes urbanos. Esto significaría 64% de la población total (la proporción actual es 47%).</p>
<p>El potencial de urbanización varía según el analista. Según una investigación de Jones Lang LaSalle, hay en China 40 ciudades en vías de convertirse en estrellas: unas 15 de segunda línea y 25 de tercera. En general, todas son capitales de provincia. McKinsey, en cambio, habla de 22 “clusters” de ciudades según estructura industrial, política gubernamental, características de población y preferencias de consumo. Bain & Company adopta la clasificación del gobierno chino: 330 ciudades de segunda línea.</p>
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<p>Lo que nadie discute es que el veloz ascenso de las ciudades de segunda línea está cambiando el paisaje urbano y que las cuatro estrellas actuales podrían ver reducida su importancia demográfica y económica mientras el desarrollo futuro y las inversiones se desparraman por un grupo mucho más amplio de ciudades, de las cuales más de 200 tienen más de un millón de habitantes (Europa sólo tiene 35 con esa cantidad, según McKinsey).</p>
<p>Estas nuevas ciudades crecen gracias a políticas de sus gobiernos locales y porque ofrecen costos más bajos no sólo de mano de obra sino para la compra de terrenos. El valor de la tierra tiene una incidencia enorme en atraer o ahuyentar población e inversiones, y las cuatro ciudades chinas de primera línea se han vuelto demasiado caras, tanto para los propios habitantes como para las empresas. Eso generó, en la población, una migración al revés: de ciudades grandes a ciudades de provincia.</p>
<p>Las implicancias de consumo que tiene el crecimiento demográfico de ciudades de segunda y tercera línea obligan a los minoristas multinacionales a avanzar a paso firme hacia la China profunda. Según estimaciones de McKinsey “sólo el crecimiento incremental en el consumo chino urbano entre 2008 y 2025 equivaldrá a la creación de un nuevo mercado del tamaño del mercado alemán en 2007”.</p>
<p>Además del crecimiento de la clase media en términos demográficos, lo que entusiasma a los minoristas extranjeros es el giro hacia el consumismo como modo de vida. A los chinos les encanta comprar, les encantan las marcas y adoran los productos internacionales, aunque el sueldo medio es bajo. <br />
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