Un plan de marketing multi-nivel es legítimo; un plan piramidal, no.
En Estados Unidos hay leyes que controlan el marketing multi-nivel para que, entre otras cosas, no se convierta en una actividad fraudulenta. Las leyes estaduales y federales que regulan el marketing piramidal y multi-nivel forman parte de un amplio paraguas de protección al consumidor. Esas leyes están destinadas a proteger a los individuos contra el engaño de programas ilegítimos que atraen a los participantes con la promesa de dinero fácil mediante la compensación que provendrá de las inversiones de participantes adicionales y no de la legítima venta de productos. Esos programas han recibido diversos nombres: planes ponzi, planes aeroplano, pirámides, cartas encadenadas, y muchos más.
Aunque en Estados Unidos se los conoció sólo durante el siglo XX, esos programas han costado a sus participantes cientos de millones de dólares. Los organismos reguladores en cada uno de los Estados y en el Gobierno federal han intentado proscribir esa actividad ilegal de varias maneras, inclusive con leyes limitatorias.
La diferencia entre un legítimo programa multi-nivel y una pirámide ilegal depende principalmente de:
1) el método por el cual se venden los productos o servicios y
2) la manera en la cual los participantes son compensados.
Esencialmente la diferencia es ésta: si un plan de marketing remunera a los participantes por las ventas de sus enrolados o reclutados y/o las de su equipo de reclutas y enrolados, ese plan es de multi-nivel. A su vez, si un programa remunera a los participantes, directa o indirectamente, por la simple introducción o reclutamiento de otros participantes en el programa, es una pirámide.
Intención legislativa e interpretación judicial
Como asunto práctico, es imposible para los legisladores anticipar la infinita creatividad de los individuos que crean, implementan y promocionan programas de marketing legal o ilegal.
De acuerdo con esto, los estatutos antipiramidales y multi-nivel, como gran parte de la legislación de protección al consumidor, son redactados e interpretados muy ampliamente para que puedan abarcar todas las alteraciones de un plan ilegítimo, y de esa manera puedan tener jurisdicción para regularlas y eliminarlas.
El análisis que usan los reguladores para evaluar los programas de marketing multi-nivel tiene dos aspectos: el primero implica una revisión del diseño teórico o conceptual del plan de compensación. Dicho más precisamente, si el plan de remuneración, tal como está escrito, parece compensar a los participantes: 1) por la simple introducción de participantes adicionales al programa; o 2) por la venta de bienes o servicios a “consumidores finales”. Si hace lo primero, constituye el ejemplo más clásico de una pirámide. Si hace lo segundo, aprobará la primera parte del examen.
Baste decir que la gran mayoría de las nuevas compañías de MLM (Marketing multi-nivel) no chocan con este primer obstáculo. Históricamente, ellas, como así también muchas empresas existentes, han tenido problemas con el segundo componente del análisis.
El segundo aspecto del análisis implica el “análisis operacional” del plan de compensaciones. A pesar del diseño conceptual o teórico del plan, lo que en realidad es motivo de conflicto, es qué hacen los distribuidores con su tiempo. Dicho más precisamente, en la operación real, qué tipo de actividad incentiva el plan de compensación: el reclutamiento de distribuidores adicionales o las ventas. Porque a pesar de la venta de productos o servicios por los distribuidores, el plan de remuneración puede igualmente constituir una pirámide.
El plan operacional implica determinaciones fácticas y subjetivas. A lo largo de las décadas, los tribunales han desarrollado una letanía de factores por los cuales evalúan los programas de remuneración. El test definitivo (y amorfo) es éste: “¿Dónde está el énfasis del programa?” Si el énfasis de un programa MLM está puesto en el reclutamiento (más que en las ventas de productos o servicios), será una pirámide.
Un plan de marketing multi-nivel es legítimo; un plan piramidal, no.
En Estados Unidos hay leyes que controlan el marketing multi-nivel para que, entre otras cosas, no se convierta en una actividad fraudulenta. Las leyes estaduales y federales que regulan el marketing piramidal y multi-nivel forman parte de un amplio paraguas de protección al consumidor. Esas leyes están destinadas a proteger a los individuos contra el engaño de programas ilegítimos que atraen a los participantes con la promesa de dinero fácil mediante la compensación que provendrá de las inversiones de participantes adicionales y no de la legítima venta de productos. Esos programas han recibido diversos nombres: planes ponzi, planes aeroplano, pirámides, cartas encadenadas, y muchos más.
Aunque en Estados Unidos se los conoció sólo durante el siglo XX, esos programas han costado a sus participantes cientos de millones de dólares. Los organismos reguladores en cada uno de los Estados y en el Gobierno federal han intentado proscribir esa actividad ilegal de varias maneras, inclusive con leyes limitatorias.
La diferencia entre un legítimo programa multi-nivel y una pirámide ilegal depende principalmente de:
1) el método por el cual se venden los productos o servicios y
2) la manera en la cual los participantes son compensados.
Esencialmente la diferencia es ésta: si un plan de marketing remunera a los participantes por las ventas de sus enrolados o reclutados y/o las de su equipo de reclutas y enrolados, ese plan es de multi-nivel. A su vez, si un programa remunera a los participantes, directa o indirectamente, por la simple introducción o reclutamiento de otros participantes en el programa, es una pirámide.
Intención legislativa e interpretación judicial
Como asunto práctico, es imposible para los legisladores anticipar la infinita creatividad de los individuos que crean, implementan y promocionan programas de marketing legal o ilegal.
De acuerdo con esto, los estatutos antipiramidales y multi-nivel, como gran parte de la legislación de protección al consumidor, son redactados e interpretados muy ampliamente para que puedan abarcar todas las alteraciones de un plan ilegítimo, y de esa manera puedan tener jurisdicción para regularlas y eliminarlas.
El análisis que usan los reguladores para evaluar los programas de marketing multi-nivel tiene dos aspectos: el primero implica una revisión del diseño teórico o conceptual del plan de compensación. Dicho más precisamente, si el plan de remuneración, tal como está escrito, parece compensar a los participantes: 1) por la simple introducción de participantes adicionales al programa; o 2) por la venta de bienes o servicios a “consumidores finales”. Si hace lo primero, constituye el ejemplo más clásico de una pirámide. Si hace lo segundo, aprobará la primera parte del examen.
Baste decir que la gran mayoría de las nuevas compañías de MLM (Marketing multi-nivel) no chocan con este primer obstáculo. Históricamente, ellas, como así también muchas empresas existentes, han tenido problemas con el segundo componente del análisis.
El segundo aspecto del análisis implica el “análisis operacional” del plan de compensaciones. A pesar del diseño conceptual o teórico del plan, lo que en realidad es motivo de conflicto, es qué hacen los distribuidores con su tiempo. Dicho más precisamente, en la operación real, qué tipo de actividad incentiva el plan de compensación: el reclutamiento de distribuidores adicionales o las ventas. Porque a pesar de la venta de productos o servicios por los distribuidores, el plan de remuneración puede igualmente constituir una pirámide.
El plan operacional implica determinaciones fácticas y subjetivas. A lo largo de las décadas, los tribunales han desarrollado una letanía de factores por los cuales evalúan los programas de remuneración. El test definitivo (y amorfo) es éste: “¿Dónde está el énfasis del programa?” Si el énfasis de un programa MLM está puesto en el reclutamiento (más que en las ventas de productos o servicios), será una pirámide.