El programa de “reconversión industrial”, presentado a fines
de septiembre, trata de distribuir menos dividendos -quizá sea el detonante
de la “rebelión”- para gastar unos US$ 3.000 millones en innovación
tecnológica. El virtual cese de la firma como fabricante de película
marca el cambio más profundo en 122 años de existencia.
Enojados ante una reforma tan radical (e inconsulta), los accionistas radican
una protesta tras otra. Tampoco los inversores y el mercado recibieron bien
el nuevo plan: los papeles de Eastman Kodak han perdido más de 12% durante
los veinte primeros días de octubre. El lunes, estaban en el mínimo
desde 1988. El miércoles, reiniciaron la baja: la firma reveló que sus ganancias habían caído 64% en el III trimestre (apenas US$ 122 millones).
Esta misma semana, el fondo Providence Capital comenzó a armar un grupo
de accionistas grandes e inversores, con el objeto de coordinar presiones sobre
el directorio de la empresa. El objetivo es doble: forzar la suspensión
del programa reformador y cambios tanto en la junta como en la conducción
ejecutiva de la compañía.
Para azoramiento del CEO, Daniel Karp, los “golpistas” incluyen a
William Miller, incluyente administrador de fondos, que maneja US$ 10.000 millones
vía Legg Mason Value Trust y controla 13 millones de acciones Kodak (la
fracción individual más importante del paquete). “Vemos esta
resistencia activa como un desafío clave”, define Herbert Dentos
(Providence), ducho en este tipo de ataques contra cúpulas ejecutivas.
Algunos analistas ajenos a la batalla también ponen en tela de juicio
la nueva estrategia de la firma. “Será muy difícil penetrar
en un segmento donde ya compiten enconadamente Hewlett-Packard, Canon y Lexmark
International”, apuntaba la consultora Thomson Datastream.
El programa de “reconversión industrial”, presentado a fines
de septiembre, trata de distribuir menos dividendos -quizá sea el detonante
de la “rebelión”- para gastar unos US$ 3.000 millones en innovación
tecnológica. El virtual cese de la firma como fabricante de película
marca el cambio más profundo en 122 años de existencia.
Enojados ante una reforma tan radical (e inconsulta), los accionistas radican
una protesta tras otra. Tampoco los inversores y el mercado recibieron bien
el nuevo plan: los papeles de Eastman Kodak han perdido más de 12% durante
los veinte primeros días de octubre. El lunes, estaban en el mínimo
desde 1988. El miércoles, reiniciaron la baja: la firma reveló que sus ganancias habían caído 64% en el III trimestre (apenas US$ 122 millones).
Esta misma semana, el fondo Providence Capital comenzó a armar un grupo
de accionistas grandes e inversores, con el objeto de coordinar presiones sobre
el directorio de la empresa. El objetivo es doble: forzar la suspensión
del programa reformador y cambios tanto en la junta como en la conducción
ejecutiva de la compañía.
Para azoramiento del CEO, Daniel Karp, los “golpistas” incluyen a
William Miller, incluyente administrador de fondos, que maneja US$ 10.000 millones
vía Legg Mason Value Trust y controla 13 millones de acciones Kodak (la
fracción individual más importante del paquete). “Vemos esta
resistencia activa como un desafío clave”, define Herbert Dentos
(Providence), ducho en este tipo de ataques contra cúpulas ejecutivas.
Algunos analistas ajenos a la batalla también ponen en tela de juicio
la nueva estrategia de la firma. “Será muy difícil penetrar
en un segmento donde ya compiten enconadamente Hewlett-Packard, Canon y Lexmark
International”, apuntaba la consultora Thomson Datastream.