La segunda institución financiera norteamericana ya ha presentado documentación ante la instancia federal, donde tramita la creación de Chase Federal Savings Bank (Chase FSB). Su sede lo dice todo: Newark, Delaware, una plaza financiera extraterritorial (“offshore”).
En realidad, JPMCh se suma a una tendencia, originada en la disparidad entre contralores estaduales –más estrictos- y nacionales, bastante laxos en el segmento minorista. “Los estados prestan mayor atención a la usura encubierta o de letra chica (créditos predatorios) y a ciertas restricciones abusiva”, explica un informe de la consultora Federal Financial Analytics.
Como caja de ahorros, Chase FSB tendrá “más flexibilidad para abrir sucursales en mercados atractivos”, reza un escueto comunicado de la matriz. La nueva división proyecta abrir cien agencias en pocos años.
Si la Oficina Supervisora de Cajas de Ahorro y la Corporación Federal de Seguro sobre Depósitos aprueban la solicitud, la nueva unidad absorberá parte de las operaciones minoristas en 47 estados y las unificará en Chase FSB. Así, su estructura incluirá más de 300 oficinas hipotecarias, salvo las de Nueva York, Nuevo Jersey y Connecticut, que forman parte del propio JP Morgan Chase.
Varios expertos en la materia sostiene que la densa trama de normas locales y sectoriales no asume los intereses de clientes y usuarios de servicios financieros (pomposamente llamados “consumidores de la industria” por los banqueros). Generalmente, acaba restringiendo el acceso al crédito y elevando sus costos. Desde ese ángulo, la regulación federal parece menos caótica. Pero no es lo bastante severa; especialmente en la gama hipotecaria.
La segunda institución financiera norteamericana ya ha presentado documentación ante la instancia federal, donde tramita la creación de Chase Federal Savings Bank (Chase FSB). Su sede lo dice todo: Newark, Delaware, una plaza financiera extraterritorial (“offshore”).
En realidad, JPMCh se suma a una tendencia, originada en la disparidad entre contralores estaduales –más estrictos- y nacionales, bastante laxos en el segmento minorista. “Los estados prestan mayor atención a la usura encubierta o de letra chica (créditos predatorios) y a ciertas restricciones abusiva”, explica un informe de la consultora Federal Financial Analytics.
Como caja de ahorros, Chase FSB tendrá “más flexibilidad para abrir sucursales en mercados atractivos”, reza un escueto comunicado de la matriz. La nueva división proyecta abrir cien agencias en pocos años.
Si la Oficina Supervisora de Cajas de Ahorro y la Corporación Federal de Seguro sobre Depósitos aprueban la solicitud, la nueva unidad absorberá parte de las operaciones minoristas en 47 estados y las unificará en Chase FSB. Así, su estructura incluirá más de 300 oficinas hipotecarias, salvo las de Nueva York, Nuevo Jersey y Connecticut, que forman parte del propio JP Morgan Chase.
Varios expertos en la materia sostiene que la densa trama de normas locales y sectoriales no asume los intereses de clientes y usuarios de servicios financieros (pomposamente llamados “consumidores de la industria” por los banqueros). Generalmente, acaba restringiendo el acceso al crédito y elevando sus costos. Desde ese ángulo, la regulación federal parece menos caótica. Pero no es lo bastante severa; especialmente en la gama hipotecaria.