Naomi Baron, profesora de lingüística de la Universidad Americana de Washington, D.C., afirma que los teléfonos celulares y otras tecnologías están cambiando el significado de lo social. Las personas pueden contactar con facilidad a alguien que se encuentra escalando una montaña, asistiendo a una ceremonia o sentado en la casa. Los celulares acortan las distancias entre la gente. Se supone que esto es bueno.
Los puristas, por otro lado, lamentan la intromisión de la tecnología de las telecomunicaciones en lugares sagrados y sostienen que llevar un teléfono celular en la mochila va en contra de la idea misma de escalar una montaña: esto es, alejarse del mundo. Este grupo quisiera que se prohibiera el uso de estos aparatos en lugares abiertos, y mucha otra gente quisiera que se prohibiera el uso de radio-mensajes y celulares en ceremonias religiosas, teatros, eventos deportivos y demás.
Regulación en puerta
Pero también hay una cantidad innumerable de historias sobre teléfonos celulares que han salvado la vida de personas que se encontraban en lugares apartados y en la “jungla urbana”. Cuando se compara la seguridad con las costumbres sociales, gana la seguridad. Por eso, es poco probable que los puristas ganen esta batalla.
Lo que sí es probable es que se regule el uso de los teléfonos celulares, ya sea mediante un acuerdo social o leyes. Varios estados de Estados Unidos ya prohibieron el uso de celulares en los automóviles, excepto los de “manos libres”. Muchos restaurantes exigen a los clientes que apaguen los teléfonos. Otros se sumarán a estas medidas.
Japón corrige su curso
Japón se puso como objetivo “poner un celular en cada bolsillo”. Y así lo hizo, pero ahora muchos lamentan la proliferación. Pese a ser una actitud poco común, muchos ciudadanos japoneses solicitan a los usuarios que hablen más bajo o que apaguen los aparatos.
En vigencia desde noviembre, una ley nacional prohíbe a los conductores utilizar los teléfonos cuando manejan. Como resultado, el índice de accidentes en Japón se redujo a la mitad.
Hasta los fabricantes de celulares colaboran. Ahora los teléfonos vibran, en vez de sonar, cuando entra una llamada. Una asociación de 108 proveedores de telefonía celular lanzó una campaña pública para tomar conciencia de la situación. La campaña apela a la educación urbana y ala cortesía.
Limitar el uso
El uso de celulares no disminuirá, pero los acuerdos sociales continuarán para desalentar el uso excesivo y molesto de estos aparatos. Los temas de seguridad serán tratados a través de las leyes. Dentro de unos años, los 50 estados del país del norte y la mayoría del mundo desarrollado limitarán el uso de celulares en lugares que pongan en peligro a las personas.
Naomi Baron, profesora de lingüística de la Universidad Americana de Washington, D.C., afirma que los teléfonos celulares y otras tecnologías están cambiando el significado de lo social. Las personas pueden contactar con facilidad a alguien que se encuentra escalando una montaña, asistiendo a una ceremonia o sentado en la casa. Los celulares acortan las distancias entre la gente. Se supone que esto es bueno.
Los puristas, por otro lado, lamentan la intromisión de la tecnología de las telecomunicaciones en lugares sagrados y sostienen que llevar un teléfono celular en la mochila va en contra de la idea misma de escalar una montaña: esto es, alejarse del mundo. Este grupo quisiera que se prohibiera el uso de estos aparatos en lugares abiertos, y mucha otra gente quisiera que se prohibiera el uso de radio-mensajes y celulares en ceremonias religiosas, teatros, eventos deportivos y demás.
Regulación en puerta
Pero también hay una cantidad innumerable de historias sobre teléfonos celulares que han salvado la vida de personas que se encontraban en lugares apartados y en la “jungla urbana”. Cuando se compara la seguridad con las costumbres sociales, gana la seguridad. Por eso, es poco probable que los puristas ganen esta batalla.
Lo que sí es probable es que se regule el uso de los teléfonos celulares, ya sea mediante un acuerdo social o leyes. Varios estados de Estados Unidos ya prohibieron el uso de celulares en los automóviles, excepto los de “manos libres”. Muchos restaurantes exigen a los clientes que apaguen los teléfonos. Otros se sumarán a estas medidas.
Japón corrige su curso
Japón se puso como objetivo “poner un celular en cada bolsillo”. Y así lo hizo, pero ahora muchos lamentan la proliferación. Pese a ser una actitud poco común, muchos ciudadanos japoneses solicitan a los usuarios que hablen más bajo o que apaguen los aparatos.
En vigencia desde noviembre, una ley nacional prohíbe a los conductores utilizar los teléfonos cuando manejan. Como resultado, el índice de accidentes en Japón se redujo a la mitad.
Hasta los fabricantes de celulares colaboran. Ahora los teléfonos vibran, en vez de sonar, cuando entra una llamada. Una asociación de 108 proveedores de telefonía celular lanzó una campaña pública para tomar conciencia de la situación. La campaña apela a la educación urbana y ala cortesía.
Limitar el uso
El uso de celulares no disminuirá, pero los acuerdos sociales continuarán para desalentar el uso excesivo y molesto de estos aparatos. Los temas de seguridad serán tratados a través de las leyes. Dentro de unos años, los 50 estados del país del norte y la mayoría del mundo desarrollado limitarán el uso de celulares en lugares que pongan en peligro a las personas.