De dimensiones crecientes y probablemente mayores a las reveladas debido a que muchas veces la información es desconocida o se guarda en secreto por el impacto que podría tener sobre la reputación, el fraude corporativo impacta directamente en la rentabilidad de las empresas.
Ernst & Young y Mercado realizaron una encuesta para conocer mejor este fenómeno. Estos son algunas de las conclusiones principales:
En Argentina, 23% de las firmas admite haber sufrido fraudes en los últimos tres años, con una mayor incidencia en las más grandes. En 73% de esos casos se logró detectar el monto implicado: en 40% de ellos representó un perjuicio económico que superó el umbral de los US$ 10.000, y en 6% llegó por encima del medio millón de dólares.
El delito más extendido es el de robo de activos, con una incidencia de 38%. Las áreas de compras y de ventas son las más expuestas: 32% considera a la primera como la más susceptible y 23% centra sus temores en la segunda.
Entre las empresas que ya fueron víctimas de fraude, 73% considera probable que vuelvan a registrarse, mientras que entre las demás se reparten en partes iguales los que creen probable que sus empresas los sufran y los que no.
Como ocurre en el mundo, en Argentina los mayores riesgos vienen desde adentro de las empresas. En 89% de los casos reconocidos se logró identificar a los responsables del fraude, y en 74% de las oportunidades estuvieron involucrados empleados de la propia compañía defraudada, con una mayor participación de los de más antigüedad.
Pese a que son las herramientas más usadas para la detección y prevención del fraude, el porcentaje de participación de las auditorias internas y externas en la identificación de estos delitos no supera 22%. Aunque seis de cada diez entrevistados aseguró que en sus firmas existen políticas de concientización, más de la mitad reconoce que las mismas no funcionan.
De dimensiones crecientes y probablemente mayores a las reveladas debido a que muchas veces la información es desconocida o se guarda en secreto por el impacto que podría tener sobre la reputación, el fraude corporativo impacta directamente en la rentabilidad de las empresas.
Ernst & Young y Mercado realizaron una encuesta para conocer mejor este fenómeno. Estos son algunas de las conclusiones principales:
En Argentina, 23% de las firmas admite haber sufrido fraudes en los últimos tres años, con una mayor incidencia en las más grandes. En 73% de esos casos se logró detectar el monto implicado: en 40% de ellos representó un perjuicio económico que superó el umbral de los US$ 10.000, y en 6% llegó por encima del medio millón de dólares.
El delito más extendido es el de robo de activos, con una incidencia de 38%. Las áreas de compras y de ventas son las más expuestas: 32% considera a la primera como la más susceptible y 23% centra sus temores en la segunda.
Entre las empresas que ya fueron víctimas de fraude, 73% considera probable que vuelvan a registrarse, mientras que entre las demás se reparten en partes iguales los que creen probable que sus empresas los sufran y los que no.
Como ocurre en el mundo, en Argentina los mayores riesgos vienen desde adentro de las empresas. En 89% de los casos reconocidos se logró identificar a los responsables del fraude, y en 74% de las oportunidades estuvieron involucrados empleados de la propia compañía defraudada, con una mayor participación de los de más antigüedad.
Pese a que son las herramientas más usadas para la detección y prevención del fraude, el porcentaje de participación de las auditorias internas y externas en la identificación de estos delitos no supera 22%. Aunque seis de cada diez entrevistados aseguró que en sus firmas existen políticas de concientización, más de la mitad reconoce que las mismas no funcionan.