Más que un pontífice, el Papa Francisco es un gerente de lujo que está decidido a sanear las finanzas del Vaticano. Así lo define en la revista Fortune Shawn Tully, un catedrático especializado en temas bancarios, presupuestos y gastos federales.
“Para que mi mensaje espiritual sea creíble, las finanzas del Vaticano también deben serlo”, dijo a siete financistas internacionales convocados por él a pocos meses de su nombramiento. Hablaba de abrir los libros contables a los fieles.
En los 18 meses que lleva al frente de la Iglesia ya ha hecho más que nadie desde los días de Juan Pablo II, pero lo que se aprecia mucho menos es la forma intensa con que se involucra para adoptar prácticas modernas para transparentar las finanzas del Vaticano.
Francisco tiene una visión muy pragmática del dinero. “El dinero es útil para hacer muchas cosas para trabajos que ayuden a la humanidad, pero cuando el corazón se le apega mucho, nos destruye”. No habla de balances ni de flujos de caja, deja los números a los expertos- Su fuerte es el liderazgo. Como cualquier buen CEO, sabe que la cultura de una organización se crea desde arriba.
Para convertir al Vaticano en una entidad rentable, el nuevo régimen cuenta con dos instituciones con gran potencial de crecimiento en ingresos: los museos y el Banco Vaticano, o IOR. Esas serán las dos grandes fuentes de ingresos para el futuro. Los museos son la única rama del Vaticano manejada como un verdadero negocio. Para fin de año se calcula que habrá recibido a 5,5 millones de visitantes. Es el quinto museo más visitado del mundo.
El banco Vaticano también tiene gran potencial de crecimiento. El IOR se parece a una entidad de ahorro y préstamo. Las diócesis, órdenes religiosas e obras de caridad católicas reúnen grandes cantidades de dinero al año para enviar al mundo en desarrollo y lo depositan en el banco Vaticano El banco gira los fondos a todos los rincones del mundo para levantar iglesias, escuelas, mantener hospitales y pagar a curas y monjas. Además es el banco de los empleados del Vaticano.
A pesar de lo simple de su misión, fue el centro de innumerables escándalos en el pasado. Francisco lo rescató del desastre para convertirlo en una institución útil. Hoy el IOR está en el centro de los planes de crecimiento financiero.