<p><em>por Patricio Cavalli</em><br />
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Normalmente uno pensaría que el Premio Nobel de la Paz es un galardón que se les da a personas perseguidas, abnegadas, oprimidas, que trabajan por la paz, los derechos humanos o causas altísimas, siempre semi escondidas para huir de gobiernos terribles.<br />
En ese caso el Nobel los ilumina, los saca de la oscuridad y en cierta forma, los protege. Pensemos sin ir muy lejos en Rigoberta Menchú o Adolfo Perez Esquivel como ejemplos. <br />
Pero no. Eso es lo que uno piensa, pero no.<br />
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El Nobel del Siglo XXI es bien Siglo XXI: medio premio mediático, medio payasada, cuyo nombre real debería ser Premio Nobel a la Esquizofrenia Europea, y cada tanto nos recuerda que fue instituido no por un abnegado y oprimido trabajador de la paz si no por un fabricante y vendedor de armas, Alfred Nobel. <br />
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En esa línea uno puede pensar que es lógico que el Nobel vaya a alguien como Obama, cuyo mayor mérito por la paz es, por ahora, no haber usado el arsenal nuclear que tiene al alcance de su dedo índice. <br />
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Es interesante preguntarnos si el verdadero mensaje del Rey Carl XVI Gustaf de Suecia no es “te damos el premio muchacho para que no se te ocurra usar las armas que tenés”. <br />
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<p>Cosa medio ilógica teniendo en cuenta lo que ya dijimos de “<em>being presidential</em>” y la cantidad de guerras que han armado los demócratas a lo largo de la historia (más que los republicanos). Si <br /><br />Obama tiene que lanzar una guerra lo hará sin pensar en el Premio ni un segundo, y es más tal vez lo use de pisapapeles para que no se le vuelen los memos de seguridad nacional donde va a seguir ordenando despliegue de tropas, torturas, secuestros, operaciones encubiertas, misiones comando y todas esas cosas que hacen los presidentes de las grandes potencias. En unos días o semanas lo hará de nuevo, verán, para poder tratar de salir del pantano afgano. <br /><br />Y lo dijo claramente el día de aceptar el premio: “Debo recordarme a mí mismo que soy el presidente y commander in chief de una nación en guerra”. O sea: “Mis amigos europeos, mil gracias por todo, pero ¿saben qué?, no llegué acá porque me deje manipular por mensajes con doble sentido. Voy a hacer lo que me parezca asique si piensan que esto me va a marcar un camino, pueden guardarse el <em>smorgasbord</em> y los panqueques de carne de reno en el placard”. <br />Lo que sí queda claro es que a partir de ahora, la forma de ganar un Premio Nobel de la Paz es, no trabajar por la paz, sino tener un arsenal. La Locademia Nobel le dará a usted el premio por, simplemente, no haberlo usado. <br /><br />Hay otra pregunta obvia: ¿qué demonios ha hecho Obama por la paz? Algo real, tangible, no guitarra lará lará, vengan los iraníes y charlemos, firmo un decreto pero Guantánamo sigue ahí y las torturas y rendiciones extraordinarias de la CIA siguen ahí, y venga el policía blanco que arrestó al profesor negro en Harvard a tomar cerveza a la Casa Blanca y bla bla bla.<br /> </p>
<p>El tema es complejo, porque no me queda claro si alguien puede ir a recibir el premio y subir al podio en el Parlamento Noruego armado.<br /> Obama lo hará, no con una .45 en el cinto (es muy mersa eso), si no con el football, la valija con los códigos nucleares que lo acompaña a todos lados, todo el día, todo el tiempo. <br /> Lo cual nos lleva a otra de las preguntas clave del asunto: ¿Qué han hecho los Estados Unidos para merecer este premio? ¿No deberían los suecos esperar un poco, a ver si EE.UU. repara algo del daño ilegal e injustificado que ha causado en Irak, por ejemplo? ¿No merece el pueblo de Irak el Premio Nobel de la Paz, en todo caso?<br /><br /> Orador de primera, Obama no ha hecho otra cosa que hablar. Podría ser entonces que el Nobel fuera ahora un premio a intenciones declamadas y no a logros reales y trabajo verdadero. El nombre real sería en este caso Premio Nobel a la Guitarra, por ejemplo. O Premio Nobel a la Labia.<br /> También podrían darle el de física, por el físico de su mujer; o el de literatura, por “haber escrito una página en la historia del mundo”; o el de medicina, por sanar las heridas raciales en los EE.UU.<br /> O Premio Nobel al Hemisferio Norte, en todo caso, si tenemos en cuenta que en 2007 lo ganó Al Gore, en 2008 un ex presidente de Finlandia y ahora un presidente de los EE.UU. en ejercicio. <br /> <br />Y creo que de ahí vienen las claves para desenredar este asunto. Dado que Obama no merece ni por asomo el Premio Nobel de la Paz, está claro que factores extraños jugaron en su favor. <br /> El primero creo es que los suecos se equivocaron. Le iban a dar el Nobel a Lula, que viene ganando todo (el mundial, los juegos olímpicos…) y se confundieron de país y se lo dieron a Obama. O, en segundo lugar de esta hipótesis, fue un Premio Nobel Consuelo.</p>
<p>- “Ya que no le dimos al tipo las olimpíadas, démosle algo –dijeron-. Lo que quede, algo consuelo, cualquier cosa…”, dijo uno. <br /> – “Yo tengo el Nobel de la Paz -dijo Su Majestad Carl XVI Gustaf masticando un bocadito de arenque-. ¿Sirve?”<br /> – “Bingo”. <br /> Hay otra posibilidad, y creo que es la más factible: la crisis global. Afectados por la falta de crédito, de dinero y reducción brutal de costos, los jerarcas de la Academia Sueca no salen mucho. No tienen caso acceso a internet, no pueden comprar más que el <em>Örnsköldsviks Allehanda </em>o el <em>Ostersunds-Posten</em> para informarse y, la verdad sea dicha, salen poco. <br /> Una salida a la bahía de Estocolmo cada tanto, una bicicleteada en la rambla <em>Nör Mälaarstrand</em>, un picninc en el <em>Galärparken</em>, una remontada de barriletes en la islita de <em>Langholmen</em>, pero no mucho más. <br /> De a poco, el resto del mundo se le ha hecho difuso. Los luchadores por la paz verdaderos, que no viven en Estocolmo escuchando ABBA y desayunando <em>smörgasbord</em>, y que están en lugares más complicados del mundo – resistiendo la opresión china en el Tibet, luchando contra los secuestros de la guerrilla en Colombia, escapando de las torturas en Iran, Myanmar o Sri Lanka, liberando detenidos-desaparecidos en Irak o Siria, curando heridos y visitando presos en Chechenya, refugiando a millones en Darfur, encontrando nietos en Argentina, se les hacen lejanos, demasiado lejanos y difíciles de conseguir para traerlos al Parlamento Noruego, donde se entrega el premio y la plata del premio. <br /> – “Muchos de estos tipos no tienen domicilio, viven en celdas –dijo el otro día un miembro del Norwegian Nobel Commitee (el Nobel de la Paz es una producción sueco-noruega para ser enteramente justos)- y si no tienen donde vivir, menos van a tener cuenta de banco para depositarles un palo verde cuatrocientos. Eso nos crea un problema terrible con la AFIP Noruega”. <br /> – “Y además, muchos son feos, mal vestidos y medio toscos. A Rigoberta no se le entendía un pito lo que decía”, añadió otro. <br /> – “Y nos tiran al bombo el <em>rating</em> –dijo otro Parliamentät nórdico-. Asique el año que viene le damos el Nobel de la Paz a Roger Federer. Cumple las dos condiciones: es pintón y vive en el hemisferio norte”. <br /> A fin de cuentas, ya lo dijo el presidente de la Comisión Nobel que pronto trabajará de peajista en la autopista Stockholm-Ulme: “De 200 candidatos, elegimos al que más exposición tenía”. <br /> El mensaje del Nobel, lo que este Nobel nos dice es claro: en el siglo XXI, no hay que hacer si no parecer, y lo mejor que se puede ser no es un hombre o mujer de la paz si no un tipo pintón y mediático. <br /> Paradoja del destino, haber dinamitado el prestigio del Nobel.</p><p> </p>