viernes, 13 de diciembre de 2024

El marketing profesional llegó a las iglesias

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Richard Reising es presidente de Artistry Marketing Concepts, una de las muchas consultoras que en Estados Unidos trabajan con las iglesias para desarrollar actividades de marketing. “No hay iglesia en este mundo que no salga a venderse”, dice.

Toda iglesia o grupo religioso de cualquier índole, dice Reising, debe
explicarle a la comunidad qué es y cuál es su mensaje. Algunas lo
hacen bien, otras no tanto. Nosotros estamos para dar coherencia y claridad a
esos mensajes. Artistry Marketing Concepts (AMC) ayuda a las iglesas a
crearse una marca. Según explica, una iglesia con marca es aquella que
comprende quién es, a quiénes pretende llegar y se comunica eficazmente
a través de comunicaciones de marketing
integrado
.

El fenómeno de las marcas religiosas se ha venido gestando durante toda
la década pasada. Al principio tropezaba con mucho escepticismo porque
la mera idea de promocionar una iglesia era tabú. Pero con el tiempo se
le comenzó a aceptar, explica Reising. Ahora la gente comprende lo que
significa , lo ve como otra manera de salir al mundo a predicar, a promocionar
y a difundir el evangelio.

Reising dice que la propia idea de “branding“, creación
es marca, es un concepto bíblico. En el Nuevo Testamento Pablo muestra
que adapta su estilo a su público: “Me he hecho siervo de todos para
ganar a mayor número. Cuando estoy con judíos, hablo como judío.
Cuando estoy con gentiles, hablo como gentil. Cuando estoy con los débiles,
hablo como débil” (1 Corintios 9 v22). Reising aclara: “Jesús
también adaptaba sus mensajes y seleccionaba ejemplos relevantes según
su público”.

Las iglesias que no se animan a hacer branding son las que no lo entienden.
Creen que se trata de un término elevado de marketing que sólo se
aplica a las mega-iglesias o a las muy progresistas. También les preocupa
que se las vea como entidades comerciales. “Pero, en realidad, la marca las
ayuda a ser estratégicas.”

El proceso de crear marca para una iglesia es el mismo que para cualquier empresa.
Hace falta mucha investigación dentro y fuera de la organización.
El resultado que se busca es una comunicación eficaz que entable una relación
con los “clientes”. Una vez que la marca está instalada todos
los mensajes deben sujetarse a ella, desde el sermón en el púlpito
hasta la forma de hablar con la gente. Todo punto de toque – de comunicación
– debe hacerse de acuerdo con lo que prescribe la marca.

Reising dice que ha visto resultados sorprendentes, como gente animándose
a invitar a misa a vecinos que hace años que no van. La marca, dice, crea
una especie de personalidad que hace que la comunidad interna se sienta orgullosa
de pertenecer a ella. Y ese orgullo les da la fuerza para invitar a otros”.

En definitiva, son los miembros de la iglesia los que hacen que la marca funcione
o no, o sea, si viven de acuerdo con los preceptos de la iglesia. Si la misa,
o el servicio, es decepcionante, si los asistentes no se sienten bienvenidos,
incluidos, seguramente no van a volver. Porque la marca – también en el
caso de una iglesia – es más que un logo (de paso, el logo del cristianismo
es la cruz). “La marca comprende el servicio o el producto. Nosotros nos
ocupamos de esas relaciones, pero la gente que está dentro de la iglesia
debe actuar en concordancia”, palabras de Reising.

Toda iglesia o grupo religioso de cualquier índole, dice Reising, debe
explicarle a la comunidad qué es y cuál es su mensaje. Algunas lo
hacen bien, otras no tanto. Nosotros estamos para dar coherencia y claridad a
esos mensajes. Artistry Marketing Concepts (AMC) ayuda a las iglesas a
crearse una marca. Según explica, una iglesia con marca es aquella que
comprende quién es, a quiénes pretende llegar y se comunica eficazmente
a través de comunicaciones de marketing
integrado
.

El fenómeno de las marcas religiosas se ha venido gestando durante toda
la década pasada. Al principio tropezaba con mucho escepticismo porque
la mera idea de promocionar una iglesia era tabú. Pero con el tiempo se
le comenzó a aceptar, explica Reising. Ahora la gente comprende lo que
significa , lo ve como otra manera de salir al mundo a predicar, a promocionar
y a difundir el evangelio.

Reising dice que la propia idea de “branding“, creación
es marca, es un concepto bíblico. En el Nuevo Testamento Pablo muestra
que adapta su estilo a su público: “Me he hecho siervo de todos para
ganar a mayor número. Cuando estoy con judíos, hablo como judío.
Cuando estoy con gentiles, hablo como gentil. Cuando estoy con los débiles,
hablo como débil” (1 Corintios 9 v22). Reising aclara: “Jesús
también adaptaba sus mensajes y seleccionaba ejemplos relevantes según
su público”.

Las iglesias que no se animan a hacer branding son las que no lo entienden.
Creen que se trata de un término elevado de marketing que sólo se
aplica a las mega-iglesias o a las muy progresistas. También les preocupa
que se las vea como entidades comerciales. “Pero, en realidad, la marca las
ayuda a ser estratégicas.”

El proceso de crear marca para una iglesia es el mismo que para cualquier empresa.
Hace falta mucha investigación dentro y fuera de la organización.
El resultado que se busca es una comunicación eficaz que entable una relación
con los “clientes”. Una vez que la marca está instalada todos
los mensajes deben sujetarse a ella, desde el sermón en el púlpito
hasta la forma de hablar con la gente. Todo punto de toque – de comunicación
– debe hacerse de acuerdo con lo que prescribe la marca.

Reising dice que ha visto resultados sorprendentes, como gente animándose
a invitar a misa a vecinos que hace años que no van. La marca, dice, crea
una especie de personalidad que hace que la comunidad interna se sienta orgullosa
de pertenecer a ella. Y ese orgullo les da la fuerza para invitar a otros”.

En definitiva, son los miembros de la iglesia los que hacen que la marca funcione
o no, o sea, si viven de acuerdo con los preceptos de la iglesia. Si la misa,
o el servicio, es decepcionante, si los asistentes no se sienten bienvenidos,
incluidos, seguramente no van a volver. Porque la marca – también en el
caso de una iglesia – es más que un logo (de paso, el logo del cristianismo
es la cruz). “La marca comprende el servicio o el producto. Nosotros nos
ocupamos de esas relaciones, pero la gente que está dentro de la iglesia
debe actuar en concordancia”, palabras de Reising.

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