El ciudadano global

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Unos 125 millones de personas viven fuera de sus países de origen. Ellas cambiarán a las naciones que las reciben más que lo que esas naciones las cambiarán a ellas.

La migración económica cambia el carácter de la aldea económica global. Aparece una nueva clase de inmigrante económico: el ciudadano global.

A diferencia de los trabajadores invitados de las anteriores migraciones económicas, contratados en masa para hacer trabajos que los locales no querían hacer, los ciudadanos globales de hoy cruzan las fronteras nacionales ya sea para forjarse un camino en la vida o para ascender entre las filas de sus empleadores transnacionales.

Muchos de ellos son altamente calificados, casi todos hacen su aporte al país anfitrión como consumidores y contribuyentes, y muchos se hacen ricos como entrepreneurs.

Muchas veces impulsados por la globalización de los negocios y la reducción de las tarifas aéreas, estos ciudadanos globales van a modificar profundamente el panorama económico y político en el siglo 21.

Los negocios transnacionales exigirán libertad para trasladar empleados de país a país para aliviar la escasez de especializaciones.

Esto se hizo especialmente evidente el año pasado en Estados Unidos, cuando las empresas de alta tecnología presionaron para aumentar la cuota de visas en el programa H–1B para así poder llenar cientos de miles de puestos vacantes.

El Congreso finalmente aceptó hacerlo en forma gradual para contrarrestar la crítica, que decía que eso llevaría a importar trabajadores baratos y mantener todos los sueldos bajos.

Los temas relacionados con la inmigración serán cada vez más polémicos. Los californianos se quejarán de los mexicanos, los malayos prohibirán la entrada a los indonesios, los holandeses negarán empleo a los survietnamitas.

Hasta las naciones más tolerantes están tratando de resolver el tema de la inmigración mientras evalúan sus costos económicos y sociales, y se preguntan si es posible –o deseable– el objetivo de la asimilación. Unos 125 millones de personas residen fuera de sus países de origen.

Los inmigrantes cambiarán el carácter de los países que los reciben más de lo que esos países los cambiarán a ellos.

Junto a los McDonald’s que brotan por todo París, gran parte del mundo desarrollado se está convirtiendo en un mosaico de culturas. Un ejemplo: más de 17% de los ciudadanos canadienses nació en otra parte.

Y así como los lenguajes, las comidas étnicas, la música, las tradiciones y las religiones coexisten con las del país anfitrión, también la gente aprenderá a hacer lo mismo.

Aquí, las oportunidades estarán en:

• Capacitación multicultural.

• Enseñanza de idiomas extranjeros.

• Servicios de traducción.

• Cursos de ciudadanía.

• Financiamiento para empresas de inmigrantes.

• Restaurantes y comercios étnicos.

En los años que vienen, los gerentes del nivel superior y medio en empresas transnacionales que, para progresar, antes se trasladaban de un estado a otro, ahora lo harán de un país a otro

Muchos ciudadanos volverán a sus países, facilitando la transferencia de tecnología y creando nuevas empresas y negocios.

La discriminación en el lugar de trabajo aparecerá como un tema importante en los países con grandes minorías. La doble nacionalidad será mucho más común.

La migración económica cambia el carácter de la aldea económica global. Aparece una nueva clase de inmigrante económico: el ciudadano global.

A diferencia de los trabajadores invitados de las anteriores migraciones económicas, contratados en masa para hacer trabajos que los locales no querían hacer, los ciudadanos globales de hoy cruzan las fronteras nacionales ya sea para forjarse un camino en la vida o para ascender entre las filas de sus empleadores transnacionales.

Muchos de ellos son altamente calificados, casi todos hacen su aporte al país anfitrión como consumidores y contribuyentes, y muchos se hacen ricos como entrepreneurs.

Muchas veces impulsados por la globalización de los negocios y la reducción de las tarifas aéreas, estos ciudadanos globales van a modificar profundamente el panorama económico y político en el siglo 21.

Los negocios transnacionales exigirán libertad para trasladar empleados de país a país para aliviar la escasez de especializaciones.

Esto se hizo especialmente evidente el año pasado en Estados Unidos, cuando las empresas de alta tecnología presionaron para aumentar la cuota de visas en el programa H–1B para así poder llenar cientos de miles de puestos vacantes.

El Congreso finalmente aceptó hacerlo en forma gradual para contrarrestar la crítica, que decía que eso llevaría a importar trabajadores baratos y mantener todos los sueldos bajos.

Los temas relacionados con la inmigración serán cada vez más polémicos. Los californianos se quejarán de los mexicanos, los malayos prohibirán la entrada a los indonesios, los holandeses negarán empleo a los survietnamitas.

Hasta las naciones más tolerantes están tratando de resolver el tema de la inmigración mientras evalúan sus costos económicos y sociales, y se preguntan si es posible –o deseable– el objetivo de la asimilación. Unos 125 millones de personas residen fuera de sus países de origen.

Los inmigrantes cambiarán el carácter de los países que los reciben más de lo que esos países los cambiarán a ellos.

Junto a los McDonald’s que brotan por todo París, gran parte del mundo desarrollado se está convirtiendo en un mosaico de culturas. Un ejemplo: más de 17% de los ciudadanos canadienses nació en otra parte.

Y así como los lenguajes, las comidas étnicas, la música, las tradiciones y las religiones coexisten con las del país anfitrión, también la gente aprenderá a hacer lo mismo.

Aquí, las oportunidades estarán en:

• Capacitación multicultural.

• Enseñanza de idiomas extranjeros.

• Servicios de traducción.

• Cursos de ciudadanía.

• Financiamiento para empresas de inmigrantes.

• Restaurantes y comercios étnicos.

En los años que vienen, los gerentes del nivel superior y medio en empresas transnacionales que, para progresar, antes se trasladaban de un estado a otro, ahora lo harán de un país a otro

Muchos ciudadanos volverán a sus países, facilitando la transferencia de tecnología y creando nuevas empresas y negocios.

La discriminación en el lugar de trabajo aparecerá como un tema importante en los países con grandes minorías. La doble nacionalidad será mucho más común.

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