Miren qué fácil y qué agradable sería solucionar los problemas del estancamiento del consumo. La fórmula mágica está en el amor. No está ni en las importaciones, ni en las exportaciones, ni en la industria, ni en el campo, ni en el empleo o el desempleo. Está nada más ni nada menos que en el amor.
De todas las festividades que América latina terminó absorbiendo del mundo anglosajón – todas arraigadas en leyendas e historias de un mundo que nada tiene que ver con el nuestro, como Halloween, el día de San Patricio o el tan absolutamente norteamericano Día de Acción de Gracias – ninguna genera más entusiasmo que la que se festeja el 14 de febrero. Nosotros de San Valentín, como se la llama en muchos otros países, ni hablamos. Acá se incorporó la fecha como el Día de los Enamorados y nadie se pregunta ni cómo ni por qué. Es el día de homenajear al novio o a la novia.
Para estas fechas en 2016 la Consultora Focus Di Pace estimó que el año anterior, o sea 2015, alrededor de 1.200.000 personas gastaron un promedio de $300 per cápita. Si multiplicamos 1.200.000 x 300 nos da que para el 14 de febrero de 2015 se gastaron unos $360.000.000 en regalitos para la media naranja.
Suponiendo que el número se enamorados se haya mantenido estable en 1.200.000 personas, a los $ 360.000.000 le sumamos el 40% de inflación que correspondió a 2016 y nos da un gasto total de $504.000.000 para los regalos del año pasado.
Según publicó El Cronista hace exactamente tres días, varias consultoras privadas calculan que la inflación de enero y febrero rozará el 2%. Si a los $ 504.000.000 gastados el año pasado le sumamos ese 2%, o sea $10.080.000 nos da un total de $514.080.000.
O sea, el amor genera un negocio con capacidad para mover el estancamiento del consumo