Dicen allí que cuando finalmente la economía de la experiencia se vuelva moneda corriente – cuando casi todo lo que compremos venga envuelto en una experiencia memorable – entonces se producirá un cambio hacia una nueva oferta económica: la economía de la transformación.
Brindar experiencias a los clientes es vital para las empresas que desean sobrevivir en momentos en que la economía abandona los servicios para afianzarse en la experiencia, dicen Pine y Gilmore.
Los autores dicen que las experiencias son la cuarta oferta económica después de los commodities, los bienes y los servicios.
El libro The Experience Economy sirve como un manual de procedimientos para que los empresarios agreguen valor a las ofertas de su compañía envolviéndolas en experiencias o imágenes memorables.
Algunas de las sugerencias de los autores incluyen la alternativa de hacer escasear los productos para elevar el cociente de un artículo, formar clubes exclusivos para usuarios, o aumentar la experiencia sensorial de un producto.
Pine y Gilmore llegan a decir que algunos establecimientos deberían comenzar a cobrar entrada por ofrecer experiencias.
“Cuando la economía de experiencias esté en pleno apogeo, no sólo habrá tiendas minoristas sino centros comerciales completos que cobren entrada a la gente que quiere entrar al local”, escriben.
Como ya ha ocurrido con otras modalidades de oferta económica, Pine y Gilmore dicen que la economía de experiencias terminará también convirtiéndose en moneda corriente a medida que sean cada vez más las personas que se den cuenta de que ya han estado allí o ya han hecho eso.
Las experiencias harán lugar entonces a la quinta oferta económica, que los autores llaman la economía de la transformación.
Será la que comprenda las aspiraciones de los consumidores y los ayude a lograr esos objetivos.
Las transformaciones podrán encontrarse no sólo en lugares más obvios, como los clubes de salud, sino en muchas otras áreas de la actividad.
Los autores se lucen ilustrando formas en que las empresas pueden mejorar su valor incorporando ofertas de experiencias.
También dan argumentos convincentes para avalar su teoría de la evolución económica.
La tendencia de la gente a irse a vivir a los suburbios de las grandes ciudades, y el creciente aislamiento de los miembros de la sociedad, probablemente haya llevado a mucha gente a buscar experiencias que les ofrezcan cierta sensación de conexión con los demás, y muchos negocios ya han aprovechado esa tendencia.
Pero lo que Pine y Gilmore no mencionan es que a mucha gente no le gustan las experiencias montadas por las empresas.
Mientras millones de personas se desviven por entrar a Disneyland año tras año, hay muchos que no están dispuestos a pagar altos precios para visitar un mundo de fantasía.
Y muchos consumidores prefieren la sencillez de salir de compras sin toparse con distracciones.
En el mundo de hoy, cuando el tiempo se ha convertido en un bien muy escaso y muy preciado para todos, hay gente que prefiere dejar las experiencias sólo para vivirlas en el teatro.
Dicen allí que cuando finalmente la economía de la experiencia se vuelva moneda corriente – cuando casi todo lo que compremos venga envuelto en una experiencia memorable – entonces se producirá un cambio hacia una nueva oferta económica: la economía de la transformación.
Brindar experiencias a los clientes es vital para las empresas que desean sobrevivir en momentos en que la economía abandona los servicios para afianzarse en la experiencia, dicen Pine y Gilmore.
Los autores dicen que las experiencias son la cuarta oferta económica después de los commodities, los bienes y los servicios.
El libro The Experience Economy sirve como un manual de procedimientos para que los empresarios agreguen valor a las ofertas de su compañía envolviéndolas en experiencias o imágenes memorables.
Algunas de las sugerencias de los autores incluyen la alternativa de hacer escasear los productos para elevar el cociente de un artículo, formar clubes exclusivos para usuarios, o aumentar la experiencia sensorial de un producto.
Pine y Gilmore llegan a decir que algunos establecimientos deberían comenzar a cobrar entrada por ofrecer experiencias.
“Cuando la economía de experiencias esté en pleno apogeo, no sólo habrá tiendas minoristas sino centros comerciales completos que cobren entrada a la gente que quiere entrar al local”, escriben.
Como ya ha ocurrido con otras modalidades de oferta económica, Pine y Gilmore dicen que la economía de experiencias terminará también convirtiéndose en moneda corriente a medida que sean cada vez más las personas que se den cuenta de que ya han estado allí o ya han hecho eso.
Las experiencias harán lugar entonces a la quinta oferta económica, que los autores llaman la economía de la transformación.
Será la que comprenda las aspiraciones de los consumidores y los ayude a lograr esos objetivos.
Las transformaciones podrán encontrarse no sólo en lugares más obvios, como los clubes de salud, sino en muchas otras áreas de la actividad.
Los autores se lucen ilustrando formas en que las empresas pueden mejorar su valor incorporando ofertas de experiencias.
También dan argumentos convincentes para avalar su teoría de la evolución económica.
La tendencia de la gente a irse a vivir a los suburbios de las grandes ciudades, y el creciente aislamiento de los miembros de la sociedad, probablemente haya llevado a mucha gente a buscar experiencias que les ofrezcan cierta sensación de conexión con los demás, y muchos negocios ya han aprovechado esa tendencia.
Pero lo que Pine y Gilmore no mencionan es que a mucha gente no le gustan las experiencias montadas por las empresas.
Mientras millones de personas se desviven por entrar a Disneyland año tras año, hay muchos que no están dispuestos a pagar altos precios para visitar un mundo de fantasía.
Y muchos consumidores prefieren la sencillez de salir de compras sin toparse con distracciones.
En el mundo de hoy, cuando el tiempo se ha convertido en un bien muy escaso y muy preciado para todos, hay gente que prefiere dejar las experiencias sólo para vivirlas en el teatro.