El proceso de preparación es complicado porque, además de la necesidad de entrenar a la generación siguiente en todos los aspectos del negocio, está el difícil tema de conversar sobre las limitaciones de cada uno. Exige el conocimiento técnico contador hasta las habilidades blandas de un psicólogo.
Por lo general una persona tiene enorme confianza en sus hitos y a veces esa percepción refleja la realidad, pero a veces no. El consejo de muchos consultores para quienes proyectan dejar su negocio en manos de sus hijos es comenzar la transición lo antes posible. Tener mucho tiempo permite una sucesión más suave y hace que la gente compense sus déficits.
Lo que ocurre con mucha frecuencia es que los propietarios de pequeñas empresas no planifican, creen que van a vivir para siempre y luego llega un infarto sin avisar y nadie está preparado. Son pocos los que tienen o el tiempo o el temperamento para aponer en práctica el tipo de plan elaborado con cinco o diez años de anticipación que un consultor podría crear.