<p>El desarrollo normal de una carrera laboral implica ir ascendiendo en la escala jerárquica a través de sucesivas promociones. Pero si bien nadie rechaza una promoción, no siempre se entiende con claridad que ésta viene acompañada de la responsabilidad de supervisar a anteriores compañeros. “La soledad del poder” lo llaman algunos. Ser jefe quiere decir abandonar la actitud de camaradería que podía hasta ahora marcar las relaciones con los demás empleados. El poder aliena. Resta amigos. Obliga a hacer cosas que no siempre gustan a todo el mundo; pero que se estiman necesarias para la organización. <br />
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No siempre se comprenden las responsabilidades de liderar. Pero los empleados esperan siempre que sus líderes acepten esa responsabilidad. Si no lo hacen, abdican del liderazgo. <br />
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Hay muchas razones y muchas excusas para explicar este fenómeno. Pero si bien son comprensibles no reducen las consecuencias negativas de alguien con poder que se niega a usarlo. Entre las excusas se menciona “demasiado ocupado”, “los empleados son grandes y darles órdenes sería como ser su padre o su madre. Esto equivale a vivir en un mundo ideal, no real. <br />
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Cuando hay vacío de liderazgo, los empleados le pierden respeto al líder y adoptan una actitud de “¿y esto para qué?”Pierden el sentido del trabajo. Porque precisamente una de las tareas del líder formal implica ayudar a los empleados a encontrar sentido a lo que hacen. Otra función es la de fijar los estándares éticos. Si eso no se hace, se pierde el rumbo<br />
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<a href="http://work911.com//articles/manlead.htm">Extracto del artículo publicado en WIN, Bacal & Associates</a><br />
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Cuando hay vacío de liderazgo
Según explica Robert Bacal en un ensayo que tituló Leaders who Refuse to Lead- Common Managerial Mistake Series, hay mucha gente ocupando cargos con autoridad formal para inspirar a su personal, que por alguna razón de personalidad eluden esa responsabilidad.