<p>Se han escrito muchos libros sobre Apple desde la muerte de su fundador y CEO, Steve Jobs. En todos hay algún capítulo dedicado a la filosofía corporativa de Apple, la característica que la distingue del resto. En Inside Apple su autor Adam Lashinsky cuenta una anécdota que ilustra bien la cultura corporativa de la empresa de Cupertino: no importa la impronta de sus fundadores, no importa el producto, lo verdaderamente importante es contar con un equipo de personas que crea que lo que están haciendo va a dejar una marca importante en el mundo.</p>
<p>Eso fue lo que dijo Tim Cook cuando se hizo cargo de la empresa por primera vez en 2009, ante una licencia médica de Steve Jobs. Cuando le preguntaron si la compañía sería diferente en caso de que Jobs se alejase permanentemente de la empresa, Cook tuvo una respuesta que aunque parezca preconcebida representa bien el espíritu de la compañía. “Creemos que estamos en el mundo para hacer buenos productos y eso no va a cambiar. Creemos en lo simple, no lo complejo. Creemos en decir que no a mil productos para concentrarnos en los que realmente son importantes para nosotros. Creemos en una colaboración profunda que nos permita innovar de maneras que otros no pueden. Y creo que, más allá del puesto de director ejecutivo, esos valores ya son parte de la compañía y por lo tanto a Apple le va a ir muy bien”.</p>
<p>Para Cook, como para Jobs, no es importante el producto sino creer en él. Y ese es el principio que explica por qué algunas organizaciones –Apple, Cirque du Solei, Pixar, inclusive las fuerzas armadas- de manera consistente logran superar a sus rivales. Todas las personas dentro de la organización, sin importar su jerarquía o función, entienden qué es lo que hace especial a la empresa y saben que su trabajo realmente importa.</p>
<p>Por eso se levantan como organizaciones únicas. Sin duda su modelo de negocios es importante y está centrado en vender productos o servicios fantásticos y en un muy bien plan de publicidad. Pero detrás de cada gran compañía hay también un gran propósito: dejar una huella en el mundo. En estos lugares se crea una cultura corporativa realmente sin igual que ayuda a juntar energía y vitalidad para seguir creando buenos productos que hagan la diferencia.</p>
<p>Esta misma manera de ver los negocios puede aplicarse a otros campos. Existe un banco en Estados Unidos llamado Umpqua Bank que ha innovado en la manera de relacionarse con sus clientes. En sus sucursales se busca brindar soluciones a los clientes pero también entretenerlos, sorprenderlos y superar así sus expectativas de lo que un banco debe hacer. Es una manera de ser, no solamente una estrategia: en el banco encontrarán una conexión a Internet, un café donde leer y escuchar música. Sus empleados saben que trabajan en un lugar diferente y eso los revitaliza para hacer mejor su trabajo.</p>
<p>Todo se resume en tres preguntas centrales. ¿Qué promete la compañía que ninguna otra puede prometer? ¿Qué convicciones mantiene? ¿Qué puede dar a sus clientes que nadie más puede darle?</p>
<p>Las organizaciones que puedan responder estas preguntas son las que crearán más valor y prevalecerán en el tiempo. <br />
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Cuando el trabajo se hace con convicción
Las empresas que dejan marcas generacionales se distinguen por productos innovadores. Pero detrás de esa nueva manera de entender el mundo hay un equipo de trabajo convencido de que trabajan para hacer la diferencia.