miércoles, 4 de diciembre de 2024

Avaricia: un pecado capital

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Jack Welch es un grande entre los grandes. Es el hombre que convirtió a General Electric en la empresa de mayor valor en el mercado. Nunca dibujó balances. El año pasado se jubiló con honores. Pero su actual divorcio revela su avaricia.

Welch cumplió un ciclo exitoso y se jubiló a la edad reglamentaria.
Pero – se sabe ahora — la empresa sigue pagándole como si aún
fuese CEO y solventándole un tren de vida fastuoso. Un tríplex
en la torre Trump, Manhattan, completo con personal de servicio, muebles y comidas.
Tres autos de lujo, dos aviones personales, dos helicópteros, un yate,
mantenimiento, custodia, entradas para óperas, conciertos, cines, teatros
y espectáculos deportivos -internacionales inclusive-, red informática
y telefónica de III generación (con acceso directo a satélite).
Todo solventado por la compañía que, además, le paga una
pensión de US$ 9.000.000 anuales más honorarios como consultor:
86.000 por un mes al año de trabajo y 17.000 por cada día adicional.
En suma, 17 millones entre septiembre de 2001 y agosto último.

Pero al divorciarse de su esposa, Jane, Welch (que tiene un patrimonio de US$
900 millones) le asignó apenas US$ 35.000 mensuales y le retiró
las tarjetas de crédito.

"La señora necesita US$ 127.000 mensuales, mucho menos de los 333.000
que General Electric gasta pagando las cuentas de su ex marido",
dijo en la audiencia William Zabel, abogado de Jane.

El New York Times comenta: "Lo de Welch es avaricia lisa y llana,
lo de la empresa es un exceso de prodigalidad a costa de los accionistas".

Welch cumplió un ciclo exitoso y se jubiló a la edad reglamentaria.
Pero – se sabe ahora — la empresa sigue pagándole como si aún
fuese CEO y solventándole un tren de vida fastuoso. Un tríplex
en la torre Trump, Manhattan, completo con personal de servicio, muebles y comidas.
Tres autos de lujo, dos aviones personales, dos helicópteros, un yate,
mantenimiento, custodia, entradas para óperas, conciertos, cines, teatros
y espectáculos deportivos -internacionales inclusive-, red informática
y telefónica de III generación (con acceso directo a satélite).
Todo solventado por la compañía que, además, le paga una
pensión de US$ 9.000.000 anuales más honorarios como consultor:
86.000 por un mes al año de trabajo y 17.000 por cada día adicional.
En suma, 17 millones entre septiembre de 2001 y agosto último.

Pero al divorciarse de su esposa, Jane, Welch (que tiene un patrimonio de US$
900 millones) le asignó apenas US$ 35.000 mensuales y le retiró
las tarjetas de crédito.

"La señora necesita US$ 127.000 mensuales, mucho menos de los 333.000
que General Electric gasta pagando las cuentas de su ex marido",
dijo en la audiencia William Zabel, abogado de Jane.

El New York Times comenta: "Lo de Welch es avaricia lisa y llana,
lo de la empresa es un exceso de prodigalidad a costa de los accionistas".

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