¿Y si Fiorina fuera Fiorino?

¿Tendría tanta visibilidad si en lugar de mujer fuera hombre? ¿Recuerda usted el nombre del CEO de Compaq como el de la mujer que es CEO de Hewlett Packard? ¿No será que a la mujer que llegó a la cima la observa con lupa para ver cuándo se cae?

7 marzo, 2002

Estas pocas líneas sólo pretenden señalar algunos detalles que llaman la atención. En todo este sonado caso sobre la propuesta fusión de las dos grandes Hewlett Packard y Compaq, el único nombre que va y viene en los titulares de los diarios es el Carly Fiorina, una brillantísima mujer con una carrera múltiple igualmente brillante que logró—precisamente gracias a su inteligencia, habilidad y dedicación al trabajo – romper el famoso “techo de cristal” y llegar no solamente al puesto más alto de una compañía, sino al puesto más alto de una de las compañías más grandes del mundo.

Con todo el respeto que se merece el señor Michael Cappellas – que seguramente es también brillante si ocupa un puesto equivalente en Compaq Computers – no se ha hecho una bulla equivalente sobre las habilidades que lo elevaron a un cargo de semejante responsabilidad.

Si Carli Fiorina llegó a CEO de H-P es porque debe ser un genio.
Si Michael Cappellas llegó a CEO de Compaq no sacamos necesariamente la misma conclusión.

Si Carli Fiorina fracasa en su negociación para lograr la fusión con Compaq seguramente se tendrá que ir de H-P, han dicho muchos seguidores del sector.
Si Cappellas no logra la fusión – al menos que se sepa – nadie ha anticipado que su cabeza vaya a rodar por eso.

Y sin embargo, ambas personas son las responsables de esta pretendida fusión que está dando tanto que hablar dentro y fuera de Estados Unidos. Más que la conveniencia o no de la fusión, más que la posibilidad de que ambas, juntas, acaparen una peligrosa porción del mercado tecnológico mundial, el tema jugoso es si Fiorina gana o si Fiorina pierde.

Y si pierde seguramente tendrá que retirarse de Hewlett Packard para unirse a las huestes de mujeres que llegaron al poder rodeadas de hombres recelosos, trataron de imponer su voluntad, pero finalmente tuvieron que tirar la toalla al no poder horadar la resistencia masiva que ponen a su accionar quienes no toleran tener una melena femenina por encima de sus cabezas.

Estas pocas líneas sólo pretenden señalar algunos detalles que llaman la atención. En todo este sonado caso sobre la propuesta fusión de las dos grandes Hewlett Packard y Compaq, el único nombre que va y viene en los titulares de los diarios es el Carly Fiorina, una brillantísima mujer con una carrera múltiple igualmente brillante que logró—precisamente gracias a su inteligencia, habilidad y dedicación al trabajo – romper el famoso “techo de cristal” y llegar no solamente al puesto más alto de una compañía, sino al puesto más alto de una de las compañías más grandes del mundo.

Con todo el respeto que se merece el señor Michael Cappellas – que seguramente es también brillante si ocupa un puesto equivalente en Compaq Computers – no se ha hecho una bulla equivalente sobre las habilidades que lo elevaron a un cargo de semejante responsabilidad.

Si Carli Fiorina llegó a CEO de H-P es porque debe ser un genio.
Si Michael Cappellas llegó a CEO de Compaq no sacamos necesariamente la misma conclusión.

Si Carli Fiorina fracasa en su negociación para lograr la fusión con Compaq seguramente se tendrá que ir de H-P, han dicho muchos seguidores del sector.
Si Cappellas no logra la fusión – al menos que se sepa – nadie ha anticipado que su cabeza vaya a rodar por eso.

Y sin embargo, ambas personas son las responsables de esta pretendida fusión que está dando tanto que hablar dentro y fuera de Estados Unidos. Más que la conveniencia o no de la fusión, más que la posibilidad de que ambas, juntas, acaparen una peligrosa porción del mercado tecnológico mundial, el tema jugoso es si Fiorina gana o si Fiorina pierde.

Y si pierde seguramente tendrá que retirarse de Hewlett Packard para unirse a las huestes de mujeres que llegaron al poder rodeadas de hombres recelosos, trataron de imponer su voluntad, pero finalmente tuvieron que tirar la toalla al no poder horadar la resistencia masiva que ponen a su accionar quienes no toleran tener una melena femenina por encima de sus cabezas.

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