Un jefe que maneja desde lejos

Stephen Wolfram, científico y tecnólogo inglés afincado en Estados Unidos desde hace años, es fundador, presidente y CEO de Wolfram Research. La compañía publica el software computacional conocido como Mathematica, que se ha convertido en el estándar para la computación técnica y es usado ampliamente en ciencia, ingeniería, matemática y computación.

Mathematica, según dice Jimmy Outerman  en un artículo para Strategy & Business,  es el programa que hizo rico a Wolfram y es el VisiCalc de los programas matemáticos.  Cambió la forma en que científicos y matemáticos usan las matemáticas en sus computadoras  de manera muy parecida a lo que significaron las hojas de cálculo para el manejo de las empresas. Pero a diferencia de VisiCalc, Mathematica no fue desbancada por sus descendientes.  A más de 25 años de su introducción sigue siendo el estándar, especialmente en ámbitos académicos.

Wolfram Research, que hoy tiene unos 400 empleados, lleva ya 26 años de gloria. Mathematica y sus extensiones siguen siendo el negocio central de la compañía, aun cuando Wolfram hizo una especie de sabático de investigación que duró casi diez años para escribir un libro que tituló “Un nuevo tipo de ciencia”.

La sabiduría convencional sobre liderazgo dice que nadie debería actuar como si fuera el tipo más inteligente de la banda. Pero Wolfram es  sumamente inteligente. A los 18 años  se convirtió en el becario más joven de la McArthur fellowship y a los 20, recibió un Ph.D.  En física teórica del California Institute of Technology.

Trabajar con él, sin embargo, es fácil. Se trata de hablar por teléfono.  Wolfram Research tiene sus oficinas en Champaign, Illinois, pero los miembros de su personal están distribuidos por todo el globo y Wolfram maneja la compañía desde su casa en Boston. Solo visita la compañía unas pocas veces al año.

Conectados desde lejos

Wolfram Reasearch sería una compañía diferente si su líder trabajara regularmente en la ofi9cina central en Champaign. “Yo viví allí durante los primeros años de la compañía”, dice. “Pero me gusta la idea de que la gente pueda vivir donde se le ocurra. Toda la compañía está muy repartida. Creo que es algo saludable que la gente no esté apiñada todo el tiempo”.

Wolflram viaja de Boston a Champaign por lo menos tres veces al año y algunas otras veces ocasionales, pero ninguna de esas visitas dura mucho. “Fui la semana pasada”, dijo a s&b, “y solo me quedé dos días.  Me estaba volviendo loco, porque allí no tengo mucho que hacer. Me siento en mi oficina  y leo algunas cosas que podría leer en cualquier parte.  Cuando vivía en Champaign hace más de 20 años, tenía dos problemas. Uno era que los empleados  daban vueltas por ahí y me decían: ‘A propósito, ¿podemos hablar sobre esto? Y resulta que no había necesidad de hablar sobre eso.  Habría sido mucho mejor si mandaban un mail. Entonces yo puedo procesar la información en forma más organizada. Si quieren tener una reunión, la programan. Yo me siento infinitamente más productivo trabajando remotamente que cuando estoy en la oficina”. Muchas veces al día, sin embargo, hace “conferencie calles” para supervisar el negocio.

Lo que es eficiente en Wólfram es su inusual régimen de trabajo. “Tengo un horario muy preciso”, dice. Trabaja de las 11 de la mañana hasta las 6 de la tarde, interrumpe hasta las 8 y media de la noche y luego trabaja hasta las 2 y media de la madrugada. Es un día laboral de 13 horas y raramente lo varía. En su recreo aprovecha para hacer las llamadas en conferencia.