Tres criterios esenciales para ordenar el big data

El 90% de los datos del mundo se crearon en los pasados dos años

14 febrero, 2020

Por: big data

Cuando el big data se transforma en un repositorio de datos inconexos, es momento de que las compañías activen el rumbo y adopten una estrategia. Porque no es un problema solo de tecnología: los hábitos de la cultura organizacional pueden marcar una diferencia.

Aunque han pasado tres décadas desde que términos como “big data” y “ciencia de datos” comenzaron a utilizarse, el contexto ha cambiado significativamente. Hoy gracias a Internet y al avance exponencial de la tecnología, hubo tan solo en 2019, más de 26 billones de dispositivos IoT activos: celulares, computadoras, automóviles, electrodomésticos, wearables… y cada vez serán más.

Desde la década de los años 90, términos como “big data” y “ciencia de datos”, han estado presentes en las conversaciones de algunas compañías, sobre todo aquellas cuyo negocio central se basa en almacenar información para tomar decisiones.

“Estos casos se dan de manera más clara en sectores como el financiero y retail, por ejemplo. Escenarios en los que los datos históricos permiten predecir comportamientos (productos más vendidos, temporalidades, servicios para cada perfil de clientes, etc.).” señala Alejandro Cañarte, director comercial de Ábaco, empresa de inteligencia digital e innovación basada en datos.

El 90% de los datos del mundo se crearon en los pasados dos años. Las compañías comienzan a preguntarse cómo capitalizar toda la información a la que podrían tener acceso y cómo enfocar ese potencial para sumar a los objetivos de negocio. Sin embargo, no se trata únicamente de contar con un repositorio para almacenarla, es algo mucho más complejo que tiene que ver con su propósito, con su madurez digital y con su visión del futuro.

 

Destacar el propósito

 

“Cuando una compañía tiene claro por qué hace las cosas, su filosofía y las razones que mueven a sus integrantes a trabajar por un propósito, es más probable que sus iniciativas estén enfocadas a lograrlo. De esta manera, la estrategia general de la compañía y los recursos que utilice para cumplir sus objetivos tendrán un destino claro. Así el uso de datos, la automatización y la inteligencia artificial cobran sentido como herramientas que apoyen a cumplir con la promesa de la marca hacia sus clientes.” explica Carmen Carranza Pineda, especialista de Estrategia en Ábaco.

 

La madurez digital

 

Para poder entender los datos con los que una compañía cuenta, y la forma en que están siendo recolectados y almacenados, se requiere de condiciones mínimas de tecnología, un equipo con roles especializados y un flujo de comunicación al interior de la organización que permita trabajar en equipo con otras áreas y en ocasiones, con otras compañías.

“Después de llegar a ese entendimiento y a asegurar que su recolección es adecuada, recién ahí viene el momento de activar los datos para lograr ominicanalidad, personalización, automatización, etc.” comenta Cañarte.

Desde Ábaco aseguran que los alcances pueden ser tan amplios como la visión misma de la compañía y los recursos que esté dispuesta a invertir en el camino, y para ello, se requiere trazar una ruta estratégica.

Por esto es esencial “comprender que es un trayecto largo pero que se construye todos los días, es un compromiso que involucra todos los niveles de la organización. Implica encontrar los socios estratégicos adecuados para lograrlo, desarrollar al equipo interno, permear estos objetivos como parte de la cultura organizacional.” detalla la especialista de Estrategia en Ábaco.

 

La visión del futuro

 

El diagnóstico es un punto ineludible si se quiere hablar del futuro digital de las organizaciones. “Las respuestas a estas preguntas involucran a varios equipos (marketing, tecnología, alta dirección, etc.), e idealmente deben estar respaldadas por evidencias y así evitar sesgos o subjetividades.” destaca Carranza Pineda.

La cultura organizacional cobra un lugar protagónico en el camino hacia la madurez digital. Construida por sus mismos equipos, la puesta en práctica de un conjunto de hábitos, formas de trabajo, creencias y valores será clave para lograr los objetivos de negocio. Los resultados rendirán sus frutos: futuro del negocio, en la competitividad y en la vigencia de la compañía en el mercado.

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