Tomar decisiones acertadas

Algunas decisiones son tan importantes y complicadas que exigen un profundo análisis de la situación. Otras no necesitan más que algunos minutos.

13 junio, 2007

El rumbo que toma nuestra vida depende de las decisiones que tomamos. Todas nuestras esperanzas, sueños y objetivos dependen de nuestra capacidad para tomar las decisiones acertadas.

Con una responsabilidad tan pesada, resulta extraño que la gente no suela estudiar en qué consiste el proceso de toma de decisiones.

Este procedimiento de ensayo y error puede resultar muy caro. Una encuesta realizada por la American Management Association reveló que los ejecutivos toman decisiones adecuadas sólo la mitad de las veces.

Esa realidad llevó a Roger Dawson a publicar un libro titulado “The Confident Decision Maker” (William Morrow and Company), con la idea de sistematizar el proceso de tomar una decisión.

Algunas decisiones son tan importantes y complicadas que exigen un profundo análisis de la situación. Otras no necesitan más que algunos minutos.

Antes de comenzar a trabajar en el problema o en la oportunidad misma, dice Dawson, trate de identificar el tipo de decisión que necesita tomar. Probablemente caerá en una de las siguientes categorías: parámetros, políticas, análisis, juicio, síntesis.

Bajo la categoría de parámetros Dawson coloca a aquellas decisiones que no suponen mayores consecuencias. Cuando hay poco en juego uno reserva su concentración para temas más importantes. La elección de un helado es un ejemplo de decisiones de este tipo.

Políticas son las decisiones más significativas, que normalmente están basadas en los valores que rigen nuestra vida. Una decisión de política es utilizada para planificar las actividades filantrópicas de la compañía por ejemplo.

Las de análisis se producen allí donde hay una respuesta correcta y una equivocada. Se usa una decisión de análisis para determinar, por ejemplo, si es conveniente desarrollar un teléfono alimentado con energía solar.

Decisiones de juicio son las que se necesitan para optar por la mejor de las alternativas. El mejor candidato para ocupar un puesto, por ejemplo.

Y, finalmente, una decisión de síntesis se requiere cuando ninguna de las opciones a la vista parece apropiada. Allí es donde hay que aplicar creatividad y desarrollar una solución totalmente nueva. Se puede utilizar la síntesis para encontrar la forma de vender un viejo producto.

Las decisiones son como un edificio de oficinas. Cuando el plano está mal hecho, nada sale bien. Usted debe hacer un planteo completo del problema, con claridad y corrección.

Hay personas que tienen dificultad para dar con un problema. Sabemos que algo anda mal cuando nos lleva más tiempo definir el problema que encontrarle soluciones.

Deberíamos dedicar 20 por ciento de nuestro tiempo planteando el problema y categorizándolo, y 80 por ciento buscando una solución. Los resultados serían muy superiores.
El autor cita a Picasso cuando dijo: “Las computadoras no sirven. Sólo nos dan respuestas”. Porque las respuestas sólo sirven cuando uno hace las preguntas adecuadas.

Antes de intentar resolver un problema, reúna toda la información relevante que pueda. Luego pregúntese si tiene en su poder la cantidad necesaria de información como para tomar una decisión y cuál es la mejor manera de conseguir los datos necesarios. Además, piense hacia adelante. Establezca un sistema que le permita encontrar y guardar material que podría sere útil algún día. No espere hasta necesitarlo para comenzar la búsqueda.

Si es impreciso en la forma en que recolecta y analiza sus datos, caerá en la trampa de desviarse con la información. Eso le sacará del tema y aumentará las posibilidades de que tome la decisión equivocada.

Eso se evita acostumbrándose a reconocer lo relevante. Una vez que ha definido el problema y juntado la información, es el momento de poner sobre la mesa la decisión que tiene que tomar. Para eso, siga estos pasos:

1. Mire el problema de cerca. Eso le dará la percepción de lo que ocurre. No se confunda con las primeras impresiones. De cerca un problema puede aparecer diferente.

2. Observe el problema desde diferentes ángulos. Puede resultarle tan familiar que en realidad ya no lo ve tal cual es.

3. Mírelo desde lejos. Puede usted estar tan cerca que no lo ve en su totalidad.

4. Mantenga la vista en su objetivo, ignorando los obstáculos.
5. Finalmente, asegúrese de haber planteado bien el problema.
¿Cómo se puede usar la intuición en este proceso? Veamos la experiencia de Isaac Newton, un científico cuya intuición lo llevó a descubrir las leyes de la gravedad, el movimiento, las mareas y a inventar cálculos y el telescopio reflexivo. Newton atribuyó su intuición al poder de su pensamiento continuo y concentrado.

Cuando le preguntaron, por ejemplo, cómo descubrió la ley de gravedad, contestó: “Pensando en eso todo el tiempo. Lo hice poniendo el tema constantemente delante de mi mente hasta que aparecieron las primeras luces”.

Esa concentración del pensamiento le puede permitir a usted llamar a sus poderes intuitivos y concentrarlos en un problema, así como una lupa capta los rayos del sol.

Los pensadores intuitivos juntan hechos no relacionados de diferentes fuentes de conocimiento y los aplican a la decisión que tienen entre manos. Logran esto agrupando la información en bloques.

El agrupamiento se da cuando la mente almacena información en paquetes en lugar de piezas separadas. Los buenos diagnosticadores, de cualquier tipo, por lo general almacenan la información en bloques. Eso les permite clasificar enormes cantidades de datos y llegar a un diagnóstico en segundos.

Pero cualquiera puede adquirir la capacidad para agrupar información. Todo lo que hace falta es primero acumular todos los datos relevantes que sea posible. Luego estúdiela cuidadosamente. En poco tiempo, la información se irá agrupando sola hasta ponerlo en condiciones de inventar soluciones creativas o aprovechar oportunidades.

¿No se ha preguntado nunca si no existe una alternativa ideal que no se le haya ocurrido?

Es posible juntar muchas soluciones parciales y convertirlas en la solución perfecta. Sólo hace falta seguir estos pasos:

1. Imagine el opuesto de la situación. A veces esto produce una solución verdaderamente sólida.

2. Estudie los elementos que rodean el problema.

3. Use imágenes positivas. Visualícese a usted mismo encontrando la solución perfecta.

4. Utilice tablas de resonancia. Ponga su decisión en contacto con otros colegas. Sólo imagine qué dirían, cómo reaccionarían o qué sugerirían.

5. Desde la solución encontrada, mire hacia atrás. Imagine la respuesta que usted desea, luego comience a trabajar hacia atrás. Esta es una forma muy efectiva de identificar los eslabones faltantes en un problema.

6. Cambie su perspectiva. A veces usted está demasiado cerca de un problema como para enfocarlo correctamente. Aléjese y póngalo en perspectiva.

La decisión intuitiva parece una técnica maravillosa, pero no funciona en todas las situaciones. Algunas situaciones exigen un pensamiento lógico. Y en ese caso, en lugar de tirar la moneda para decidir si contratar a alguien o no, usted podrá optar por hacer una lista de control. Puede hacer una lista, por ejemplo, de los requisitos mínimos para obtener el puesto. Y luego ver cuántas están cubiertas por el candidato.

Es posible tomar una decisión en forma lógica y aún así equivocarse. Estos son algunos consejos para evitarlo:

1. Tómese el tiempo que haga falta. Cuanto mayor es la presión, peor puede llegar a ser la decisión. Asegúrese de contar con la suficiente información. Luego analícela, hable con otros y explore todas las opciones.

2. Mantenga la calma. Si está enojado lo más probable es que decida mal.

3. Actúe en el momento oportuno. Si usted posterga una decisión más allá del punto crítico, puede perder efectividad.
4. Considere la urgencia de la decisión, y el riesgo que implica equivocarse.

5. Admita sus errores. Si usted se enamora de un plan, le costará mucho abandonarlo.

El rumbo que toma nuestra vida depende de las decisiones que tomamos. Todas nuestras esperanzas, sueños y objetivos dependen de nuestra capacidad para tomar las decisiones acertadas.

Con una responsabilidad tan pesada, resulta extraño que la gente no suela estudiar en qué consiste el proceso de toma de decisiones.

Este procedimiento de ensayo y error puede resultar muy caro. Una encuesta realizada por la American Management Association reveló que los ejecutivos toman decisiones adecuadas sólo la mitad de las veces.

Esa realidad llevó a Roger Dawson a publicar un libro titulado “The Confident Decision Maker” (William Morrow and Company), con la idea de sistematizar el proceso de tomar una decisión.

Algunas decisiones son tan importantes y complicadas que exigen un profundo análisis de la situación. Otras no necesitan más que algunos minutos.

Antes de comenzar a trabajar en el problema o en la oportunidad misma, dice Dawson, trate de identificar el tipo de decisión que necesita tomar. Probablemente caerá en una de las siguientes categorías: parámetros, políticas, análisis, juicio, síntesis.

Bajo la categoría de parámetros Dawson coloca a aquellas decisiones que no suponen mayores consecuencias. Cuando hay poco en juego uno reserva su concentración para temas más importantes. La elección de un helado es un ejemplo de decisiones de este tipo.

Políticas son las decisiones más significativas, que normalmente están basadas en los valores que rigen nuestra vida. Una decisión de política es utilizada para planificar las actividades filantrópicas de la compañía por ejemplo.

Las de análisis se producen allí donde hay una respuesta correcta y una equivocada. Se usa una decisión de análisis para determinar, por ejemplo, si es conveniente desarrollar un teléfono alimentado con energía solar.

Decisiones de juicio son las que se necesitan para optar por la mejor de las alternativas. El mejor candidato para ocupar un puesto, por ejemplo.

Y, finalmente, una decisión de síntesis se requiere cuando ninguna de las opciones a la vista parece apropiada. Allí es donde hay que aplicar creatividad y desarrollar una solución totalmente nueva. Se puede utilizar la síntesis para encontrar la forma de vender un viejo producto.

Las decisiones son como un edificio de oficinas. Cuando el plano está mal hecho, nada sale bien. Usted debe hacer un planteo completo del problema, con claridad y corrección.

Hay personas que tienen dificultad para dar con un problema. Sabemos que algo anda mal cuando nos lleva más tiempo definir el problema que encontrarle soluciones.

Deberíamos dedicar 20 por ciento de nuestro tiempo planteando el problema y categorizándolo, y 80 por ciento buscando una solución. Los resultados serían muy superiores.
El autor cita a Picasso cuando dijo: “Las computadoras no sirven. Sólo nos dan respuestas”. Porque las respuestas sólo sirven cuando uno hace las preguntas adecuadas.

Antes de intentar resolver un problema, reúna toda la información relevante que pueda. Luego pregúntese si tiene en su poder la cantidad necesaria de información como para tomar una decisión y cuál es la mejor manera de conseguir los datos necesarios. Además, piense hacia adelante. Establezca un sistema que le permita encontrar y guardar material que podría sere útil algún día. No espere hasta necesitarlo para comenzar la búsqueda.

Si es impreciso en la forma en que recolecta y analiza sus datos, caerá en la trampa de desviarse con la información. Eso le sacará del tema y aumentará las posibilidades de que tome la decisión equivocada.

Eso se evita acostumbrándose a reconocer lo relevante. Una vez que ha definido el problema y juntado la información, es el momento de poner sobre la mesa la decisión que tiene que tomar. Para eso, siga estos pasos:

1. Mire el problema de cerca. Eso le dará la percepción de lo que ocurre. No se confunda con las primeras impresiones. De cerca un problema puede aparecer diferente.

2. Observe el problema desde diferentes ángulos. Puede resultarle tan familiar que en realidad ya no lo ve tal cual es.

3. Mírelo desde lejos. Puede usted estar tan cerca que no lo ve en su totalidad.

4. Mantenga la vista en su objetivo, ignorando los obstáculos.
5. Finalmente, asegúrese de haber planteado bien el problema.
¿Cómo se puede usar la intuición en este proceso? Veamos la experiencia de Isaac Newton, un científico cuya intuición lo llevó a descubrir las leyes de la gravedad, el movimiento, las mareas y a inventar cálculos y el telescopio reflexivo. Newton atribuyó su intuición al poder de su pensamiento continuo y concentrado.

Cuando le preguntaron, por ejemplo, cómo descubrió la ley de gravedad, contestó: “Pensando en eso todo el tiempo. Lo hice poniendo el tema constantemente delante de mi mente hasta que aparecieron las primeras luces”.

Esa concentración del pensamiento le puede permitir a usted llamar a sus poderes intuitivos y concentrarlos en un problema, así como una lupa capta los rayos del sol.

Los pensadores intuitivos juntan hechos no relacionados de diferentes fuentes de conocimiento y los aplican a la decisión que tienen entre manos. Logran esto agrupando la información en bloques.

El agrupamiento se da cuando la mente almacena información en paquetes en lugar de piezas separadas. Los buenos diagnosticadores, de cualquier tipo, por lo general almacenan la información en bloques. Eso les permite clasificar enormes cantidades de datos y llegar a un diagnóstico en segundos.

Pero cualquiera puede adquirir la capacidad para agrupar información. Todo lo que hace falta es primero acumular todos los datos relevantes que sea posible. Luego estúdiela cuidadosamente. En poco tiempo, la información se irá agrupando sola hasta ponerlo en condiciones de inventar soluciones creativas o aprovechar oportunidades.

¿No se ha preguntado nunca si no existe una alternativa ideal que no se le haya ocurrido?

Es posible juntar muchas soluciones parciales y convertirlas en la solución perfecta. Sólo hace falta seguir estos pasos:

1. Imagine el opuesto de la situación. A veces esto produce una solución verdaderamente sólida.

2. Estudie los elementos que rodean el problema.

3. Use imágenes positivas. Visualícese a usted mismo encontrando la solución perfecta.

4. Utilice tablas de resonancia. Ponga su decisión en contacto con otros colegas. Sólo imagine qué dirían, cómo reaccionarían o qué sugerirían.

5. Desde la solución encontrada, mire hacia atrás. Imagine la respuesta que usted desea, luego comience a trabajar hacia atrás. Esta es una forma muy efectiva de identificar los eslabones faltantes en un problema.

6. Cambie su perspectiva. A veces usted está demasiado cerca de un problema como para enfocarlo correctamente. Aléjese y póngalo en perspectiva.

La decisión intuitiva parece una técnica maravillosa, pero no funciona en todas las situaciones. Algunas situaciones exigen un pensamiento lógico. Y en ese caso, en lugar de tirar la moneda para decidir si contratar a alguien o no, usted podrá optar por hacer una lista de control. Puede hacer una lista, por ejemplo, de los requisitos mínimos para obtener el puesto. Y luego ver cuántas están cubiertas por el candidato.

Es posible tomar una decisión en forma lógica y aún así equivocarse. Estos son algunos consejos para evitarlo:

1. Tómese el tiempo que haga falta. Cuanto mayor es la presión, peor puede llegar a ser la decisión. Asegúrese de contar con la suficiente información. Luego analícela, hable con otros y explore todas las opciones.

2. Mantenga la calma. Si está enojado lo más probable es que decida mal.

3. Actúe en el momento oportuno. Si usted posterga una decisión más allá del punto crítico, puede perder efectividad.
4. Considere la urgencia de la decisión, y el riesgo que implica equivocarse.

5. Admita sus errores. Si usted se enamora de un plan, le costará mucho abandonarlo.

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