Supervisión contable: a dónde conducen las reformas propuestas

La ola de reformas propuestas desde Enron ha creado un mar de confusión donde nada se ve con claridad. No se sabe cuáles se adoptarán y en qué forma, dice Robert E. Litan, vicepresidente de investigaciones económicas de Brookings Institution.

26 junio, 2003

En cuanto estallaron los escándalos aparecieron toneladas de propuestas
de reforma, dijo Litan en una conferencia titulada "Agenda para la reforma".
El mercado entró en una etapa en la cual el mercado trataba de inducir
correcciones a directorios y contadores. Luego se sumaron a la cruzada los organismos
de vigilancia financiera (la Bolsa de Nueva York y el NASDAQ).

Más tarde hizo su entrada el Congreso, que en julio 2002 propuso y aprobó
la ley de reforma contable y protección al inversor, que luego pasó
a llamarse Ley Sarbanes-Oxley, por sus redactores.

Todo esto es importante, dice Litan, porque exige un nuevo organismo supervisor
para la actividad auditora, porque limita las atribuciones de los auditores
al impedirles ejercer simultáneamente funciones de consultoría
y porque fija penas carcelarias a quienes violan sus términos.

Cuando los problemas de Enron y sus sucesoras tomaron dominio público,
el sistema estadounidense de principios contables generalmente aceptados (Generally
Accepted Accounting Principles, o GAAP) fue acusado de ser corresponsable de
las malas prácticas descubiertas. Litan lo defiende, porque a su entender,
los problemas en Enron, WorldCom, Tyco y Xerox, fueron simplemente equivocaciones
en el asentamiento de ingresos y gastos.

En lo único que Litan sí adjudica responsabilidad al GAAP es
en lo que se refiere a la contabilización de opciones accionarias. Según
él, la culpa de que los gerentes se sintieran libres de decidir si incluían
o no en los libros las opciones accionarias la tuvo la poderosa influencia política
que los lobistas empresariales ejercían en el FASB (Financial Accounting
Standards Board), organismo que supervisa la práctica contable en Estados
Unidos. El FASB ahora está revisando la forma de tratar esas opciones
accionarias.

"Si de algo culpo al FASB es que los estrechos intereses comerciales ejercen
influencia indebida sobre el organismo, más que los inversores".
Su crítica también recae en los inversores institucionales, de
quienes dice que si hubieran prestado suficiente atención al FASB, habrían
podido ser un contrapeso a los intereses de los empresarios.

Aplicar y hacer cumplir las reformas

En lo que se refiere a la capacidad de hacer cumplir las nuevas reformas, Litan
es "cautelosamente optimista", aunque se preocupa por la aguda politización
de un proceso en el cual la elección del presidente del directorio del
nuevo cuerpo de vigilancia exigido por la ley Sarbanes Oxley, fue manejada por
la SEC.

Curiosamente, fue la misma SEC la que anunció el 31 de octubre que se
investigara ese nombramiento una vez que se hubo difundido que el presidente
de la SEC, Harvey Pitt, no había informado a los demás miembros
de la comisión que Webster era el número uno de la comisión
de auditoría de una empresa – U.S. Technologies — ahora demandada por
fraudes. El revuelo resultante llevó a Pitt a presentar su renuncia ante
la Casa Blanca el 5 de noviembre. Su carta de renuncia sugería que había
tomado la decisión por el bien de todos.

Otra de las preocupaciones del disertante es que la SEC no haya recibido los
US$ 300 millones del presupuesto que necesita para hacer cumplir sus resoluciones.
La administración Bush envió US$ 100 millones.

Litan duda, también, de que el FASB y el International Accounting Standards
Board (órgano que supervisa la contabilidad europea) logren ponerse de
acuerdo y acepten un único conjunto de normas internacionales para 2005.
En septiembre ambos cuerpos dijeron que trabajarían en pos de la armonización
de las regulaciones contables para entonces. Es escéptico sobre la posibilidad
de que eso se dé fácil y rápidamente porque el sistema
estadounidense está basado en reglas detalladas mientras que las normas
europeas están basadas en principios. "El FASB y el IASB son completamente
diferentes. Va a ser muy difícil redactar un único conjunto de
reglas con una sola filosofía".

Pero aun en el caso de que haya acuerdo para 2005, Litan se pregunta si tendrá
éxito. Ya hay un gran atraso en el proceso de ajustar la contabilidad
a los cambios en el mundo comercial y financiero. Si el FASB y el IASB tienen
que redactar nuevas reglas en tandem, eso podría llevar más tiempo.
Y si los ajustes se atrasan, FASB, IASB o países individuales de Europa
podrían comenzar a emitir interpretaciones provisorias. "Con el
tiempo estaremos de nuevo en la torre de Babel", vaticina Litan.

Él está a favor de una propuesta en la cual los diferentes intercambios
en Estados Unidos y Europa podrían adoptar cualquier conjunto de reglas
contables que quieran como parte de sus requerimientos. Según él,
esa competencia entre intercambios disminuiría el problema de influencia
política sobre normas contables nacionales. Recomienda experimentar con
diferentes formas para estandarizar nuevas medidas financieras que darían
a los inversores un mejor panorama sobre el futuro de una firma, en lugar del
actual modelo que simplemente informa los resultados pasados. Se opone rotundamente
a la idea de asentar en libros los intangibles.

En cuanto estallaron los escándalos aparecieron toneladas de propuestas
de reforma, dijo Litan en una conferencia titulada "Agenda para la reforma".
El mercado entró en una etapa en la cual el mercado trataba de inducir
correcciones a directorios y contadores. Luego se sumaron a la cruzada los organismos
de vigilancia financiera (la Bolsa de Nueva York y el NASDAQ).

Más tarde hizo su entrada el Congreso, que en julio 2002 propuso y aprobó
la ley de reforma contable y protección al inversor, que luego pasó
a llamarse Ley Sarbanes-Oxley, por sus redactores.

Todo esto es importante, dice Litan, porque exige un nuevo organismo supervisor
para la actividad auditora, porque limita las atribuciones de los auditores
al impedirles ejercer simultáneamente funciones de consultoría
y porque fija penas carcelarias a quienes violan sus términos.

Cuando los problemas de Enron y sus sucesoras tomaron dominio público,
el sistema estadounidense de principios contables generalmente aceptados (Generally
Accepted Accounting Principles, o GAAP) fue acusado de ser corresponsable de
las malas prácticas descubiertas. Litan lo defiende, porque a su entender,
los problemas en Enron, WorldCom, Tyco y Xerox, fueron simplemente equivocaciones
en el asentamiento de ingresos y gastos.

En lo único que Litan sí adjudica responsabilidad al GAAP es
en lo que se refiere a la contabilización de opciones accionarias. Según
él, la culpa de que los gerentes se sintieran libres de decidir si incluían
o no en los libros las opciones accionarias la tuvo la poderosa influencia política
que los lobistas empresariales ejercían en el FASB (Financial Accounting
Standards Board), organismo que supervisa la práctica contable en Estados
Unidos. El FASB ahora está revisando la forma de tratar esas opciones
accionarias.

"Si de algo culpo al FASB es que los estrechos intereses comerciales ejercen
influencia indebida sobre el organismo, más que los inversores".
Su crítica también recae en los inversores institucionales, de
quienes dice que si hubieran prestado suficiente atención al FASB, habrían
podido ser un contrapeso a los intereses de los empresarios.

Aplicar y hacer cumplir las reformas

En lo que se refiere a la capacidad de hacer cumplir las nuevas reformas, Litan
es "cautelosamente optimista", aunque se preocupa por la aguda politización
de un proceso en el cual la elección del presidente del directorio del
nuevo cuerpo de vigilancia exigido por la ley Sarbanes Oxley, fue manejada por
la SEC.

Curiosamente, fue la misma SEC la que anunció el 31 de octubre que se
investigara ese nombramiento una vez que se hubo difundido que el presidente
de la SEC, Harvey Pitt, no había informado a los demás miembros
de la comisión que Webster era el número uno de la comisión
de auditoría de una empresa – U.S. Technologies — ahora demandada por
fraudes. El revuelo resultante llevó a Pitt a presentar su renuncia ante
la Casa Blanca el 5 de noviembre. Su carta de renuncia sugería que había
tomado la decisión por el bien de todos.

Otra de las preocupaciones del disertante es que la SEC no haya recibido los
US$ 300 millones del presupuesto que necesita para hacer cumplir sus resoluciones.
La administración Bush envió US$ 100 millones.

Litan duda, también, de que el FASB y el International Accounting Standards
Board (órgano que supervisa la contabilidad europea) logren ponerse de
acuerdo y acepten un único conjunto de normas internacionales para 2005.
En septiembre ambos cuerpos dijeron que trabajarían en pos de la armonización
de las regulaciones contables para entonces. Es escéptico sobre la posibilidad
de que eso se dé fácil y rápidamente porque el sistema
estadounidense está basado en reglas detalladas mientras que las normas
europeas están basadas en principios. "El FASB y el IASB son completamente
diferentes. Va a ser muy difícil redactar un único conjunto de
reglas con una sola filosofía".

Pero aun en el caso de que haya acuerdo para 2005, Litan se pregunta si tendrá
éxito. Ya hay un gran atraso en el proceso de ajustar la contabilidad
a los cambios en el mundo comercial y financiero. Si el FASB y el IASB tienen
que redactar nuevas reglas en tandem, eso podría llevar más tiempo.
Y si los ajustes se atrasan, FASB, IASB o países individuales de Europa
podrían comenzar a emitir interpretaciones provisorias. "Con el
tiempo estaremos de nuevo en la torre de Babel", vaticina Litan.

Él está a favor de una propuesta en la cual los diferentes intercambios
en Estados Unidos y Europa podrían adoptar cualquier conjunto de reglas
contables que quieran como parte de sus requerimientos. Según él,
esa competencia entre intercambios disminuiría el problema de influencia
política sobre normas contables nacionales. Recomienda experimentar con
diferentes formas para estandarizar nuevas medidas financieras que darían
a los inversores un mejor panorama sobre el futuro de una firma, en lugar del
actual modelo que simplemente informa los resultados pasados. Se opone rotundamente
a la idea de asentar en libros los intangibles.

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