Servicios personales y la cultura del “todo cerca”

La creciente extensión del horario laboral, la falta de amigos o parientes en la vecindad, la multiplicación de las opciones de entretenimiento, imponen la cultura del todo cerca, que se manifiesta en nuevos servicios personales.

15 agosto, 2006

Ahora que la gente no cesa de amontonar actividades dentro del día que
sigue teniendo 24 horas, está cada vez más dispuesta a pagar para
que otros hagan cosas que antes hacía personalmente. Esta búsqueda
de practicidad y celeridad abre nuevas oportunidades para emprendedores con imaginación
y a las empresas que ya brindan servicios les impone una minuciosa evaluación
de su oferta para que ésta sea lo más atractiva posible.

El núcleo de esta nueva cultura de tener “todo cerca” y “todo
rápido” son las familias en las que padre y madre salen a trabajar
fuera de casa. Quien no tenga la suerte de tener un familiar o amigo con tiempo
y deseos de dar una mano, deberá pagar para conseguir algún tipo
de ayuda externa si quiere, por ejemplo, trabajar un rato sin el acoso de los
hijos.

La gente paga también para que les realicen tareas que consumirían
mucho del tiempo que dedican a la familia cuando están en casa. Una encuesta
realizada por el Families and Work Institute reveló que 70% de los
padres sienten que no dedican a sus hijos el tiempo que querrían.

Pero los padres no son los únicos que buscan ayuda para las cosas cotidianas.
La explicación es que la gente ahora trabaja más horas. Mientras
que una encuesta realizada en Estados Unidos en 1973 (por Harris Poll) reveló
que los adultos trabajaban un promedio de 40 horas semanales, el promedio actual
oscila entre 50 y 51 horas.

La movilidad de la sociedad moderna deja a mucha gente sin parientes ni amigos
íntimos en la vecindad como para ayudar en emergencias. Los solteros o
las parejas sin hijos, urgidos por presiones económicas, acaparan dos actividades
o todas las que pueden.

Y hay más jubilados con dinero que se dan el lujo de comprar los servicios
que no pueden, o no quieren, hacer personalmente. Ellos representan otra nueva
tendencia en crecimiento: a raíz de la multiplicación de los entretenimientos
-desde la enorme cantidad de canales de televisión por cable o Internet
a ofertas turísticas de todo tipo- la gente no quiere perder su tiempo
haciendo cosas poco interesantes.

Asistentes privados

Gozar de servicios personales solía marcar, en épocas pasadas, la
diferencia entre ricos y pobres. Ahora es ante todo la clase media la que paga
por ellos. Hoy hay toderos (un venezolanismo que designa a personas que hacen
“de todo”) dispuestos a hacer cualquier cosa siempre que sea segura
y legal.

Shad English and Associates
(Atlanta), por ejemplo, es una organización
que se dedica a hacer mandados, planificar itinerarios para ejecutivos en viajes
de negocios, atender mostradores de información durante convenciones, y
trasladar personas a los aeropuertos o llevarlas al médico.

Hay otras organizaciones de asistentes personales que pagan facturas, embalan
y desembalan mobiliarios completos en las mudanzas, hacen las compras de supermercado,
recogen y devuelven videos, llevan la correspondencia al correo, sacan a pasear
al perro, van a domicilio para esperar que llegue el plomero, electricista o albañil,
hacen colas de todo tipo, tramitan permisos, y hasta decoran árboles de
Navidad.

Hay también especialistas en alguna actividad determinada. Está
por ejemplo Tidy Lawn (Omaha) (que quiere decir “césped prolijo”),
que se ocupa especialmente de limpiar jardines y eliminar cuanta basura pueda
depositarse sobre el césped; hay otras, como Rent-a-Kvetch, que se hacen
cargo de cualquier tipo de queja o reclamo que un particular quiera presentar
ante una organización.

También es posible contratar alguien para cuidar los animales domésticos,
atender la casa, organizar una fiesta, ordenar placares o armar un álbum
de fotos. Hay mucha gente con personal trainer para mantener su estado físico
y veterinarios y maquilladoras que atienden a domicilio.

Conserjes para las masas

Por tradición, la imagen del conserje se presenta asociada a los hoteles
elegantes. Hoy, sin embargo, también eso está cambiando. Aparecen
“conserjerías” en lugares insólitos donde el público
en general obtiene servicios de todo tipo.

Hay empresas que los contratan a modo de beneficio adicional para sus empleados,
la mayoría de las veces escasos de tiempo. Existen edificios -tanto oficinas
como viviendas- en los que se instalan conserjerías en la planta baja para
uso exclusivo de los propietarios o inquilinos.

También se vuelven frecuentes en centros comerciales y hospitales, y hasta
en una estación de trenes (Maplewood, New Jersey), donde la cámara
de comercio aprobó su instalación para asistir diariamente a los
pasajeros del lugar.
Esta nueva generación de conserjes se dedica, por lo general, a hacer trámites
para ejecutivos: compran regalos empresarios, consiguen entradas para el teatro
o encuentros deportivos, llevan y traen ropa de la tintorería. Esta floreciente
profesión ha dado origen a un programa educativo: Capitol Concierge (www.capitolconcierge.com),
en Washington DC, da seminarios de un día sobre todas las actividades relacionadas
con la actividad.

Comidas más rápidas

En el ámbito de las comidas rápidas surgen muchas opciones que se
suman a las cadenas tradicionales.
Hay, por ejemplo, chefs que cocinan a domicilio. El número de asociados
a la US Personal Chef Association creció de 15 en 1992 a más de
1.500 en la actualidad, y se cree que el gremio ya cuenta con más de 30.000
profesionales. El chef personal compra todos los elementos que necesita, va a
la casa del cliente y cocina y congela comidas para una semana o dos.

Los supermercados apenas dan abasto con la demanda de rotisería o de comidas
listas para calentar. También agrandan la oferta de alimentos fáciles
de preparar, como quesos ya cortados en daditos, hot dogs envueltos individualmente,
vegetales cortados o ensaladas listas para condimentar.

En toda Europa hay 4.000 franquicias del grupo Eismann que hace entregas a domicilio
de alimentos congelados y hasta comidas completas. Las mismas casas de comidas
rápidas están cambiando la oferta para dar lugar a la creciente
proporción de clientes que comen en su auto. Taco Bell dobla las tortillas
para que sean más fáciles de manipular. La cadena de tiendas 7-Eleven
está dando nueva forma a sus alimentos, también para facilitar su
manejo. Hace las hamburguesas, las salchichas y las omelettes, por ejemplo, con
la forma de un pancho.

Todo en el mismo lugar

Hoteles como el Marriott, Hilton, Choice, Renaissance, Loews y Westin, algo molestos
al advertir que sus huéspedes desechaban los restaurantes del hotel para
ir a comer a la hamburguesería de la zona, comienzan a ofrecer ese tipo
de comida también dentro de sus instalaciones. La idea es que todo esté
al alcance del cliente y que no tenga que movilizarse para encontrar lo que busca.

Los ejemplos de convergencia que simplifican la vida crecen en todos los sectores.
Los supermercados habilitan lugares para banco, tintorería, guardería,
gimnasio y consultorio médico. Las sucursales del Wells Fargo Bank de California
están convirtiendo el hall de entrada, casi siempre subutilizado, en un
verdadero mercado que incluye café, tintorería, correo, centro de
copiado y roticería fina.

El creciente entusiasmo por el autoempleo alimentará la demanda del consumidor
de servicios personales, y eso hará crecer la competencia en actividades
que ya existen y las oportunidades en terrenos completamente nuevos. Las firmas
establecidas aumentarán su participación en el mercado diseñando
servicios que brinden soluciones rápidas y productos fáciles de
usar.

La convergencia de servicios brotará en mercados físicos y virtuales.
Los centros comerciales se convertirán en destinos de todo servicio y los
cajeros automáticos imprimirán pasajes, cambiarán moneda
extranjera, venderán productos de inversión y manejarán muchos
otros tipos de transacciones. Todo esto para estar cerca.

Ahora que la gente no cesa de amontonar actividades dentro del día que
sigue teniendo 24 horas, está cada vez más dispuesta a pagar para
que otros hagan cosas que antes hacía personalmente. Esta búsqueda
de practicidad y celeridad abre nuevas oportunidades para emprendedores con imaginación
y a las empresas que ya brindan servicios les impone una minuciosa evaluación
de su oferta para que ésta sea lo más atractiva posible.

El núcleo de esta nueva cultura de tener “todo cerca” y “todo
rápido” son las familias en las que padre y madre salen a trabajar
fuera de casa. Quien no tenga la suerte de tener un familiar o amigo con tiempo
y deseos de dar una mano, deberá pagar para conseguir algún tipo
de ayuda externa si quiere, por ejemplo, trabajar un rato sin el acoso de los
hijos.

La gente paga también para que les realicen tareas que consumirían
mucho del tiempo que dedican a la familia cuando están en casa. Una encuesta
realizada por el Families and Work Institute reveló que 70% de los
padres sienten que no dedican a sus hijos el tiempo que querrían.

Pero los padres no son los únicos que buscan ayuda para las cosas cotidianas.
La explicación es que la gente ahora trabaja más horas. Mientras
que una encuesta realizada en Estados Unidos en 1973 (por Harris Poll) reveló
que los adultos trabajaban un promedio de 40 horas semanales, el promedio actual
oscila entre 50 y 51 horas.

La movilidad de la sociedad moderna deja a mucha gente sin parientes ni amigos
íntimos en la vecindad como para ayudar en emergencias. Los solteros o
las parejas sin hijos, urgidos por presiones económicas, acaparan dos actividades
o todas las que pueden.

Y hay más jubilados con dinero que se dan el lujo de comprar los servicios
que no pueden, o no quieren, hacer personalmente. Ellos representan otra nueva
tendencia en crecimiento: a raíz de la multiplicación de los entretenimientos
-desde la enorme cantidad de canales de televisión por cable o Internet
a ofertas turísticas de todo tipo- la gente no quiere perder su tiempo
haciendo cosas poco interesantes.

Asistentes privados

Gozar de servicios personales solía marcar, en épocas pasadas, la
diferencia entre ricos y pobres. Ahora es ante todo la clase media la que paga
por ellos. Hoy hay toderos (un venezolanismo que designa a personas que hacen
“de todo”) dispuestos a hacer cualquier cosa siempre que sea segura
y legal.

Shad English and Associates
(Atlanta), por ejemplo, es una organización
que se dedica a hacer mandados, planificar itinerarios para ejecutivos en viajes
de negocios, atender mostradores de información durante convenciones, y
trasladar personas a los aeropuertos o llevarlas al médico.

Hay otras organizaciones de asistentes personales que pagan facturas, embalan
y desembalan mobiliarios completos en las mudanzas, hacen las compras de supermercado,
recogen y devuelven videos, llevan la correspondencia al correo, sacan a pasear
al perro, van a domicilio para esperar que llegue el plomero, electricista o albañil,
hacen colas de todo tipo, tramitan permisos, y hasta decoran árboles de
Navidad.

Hay también especialistas en alguna actividad determinada. Está
por ejemplo Tidy Lawn (Omaha) (que quiere decir “césped prolijo”),
que se ocupa especialmente de limpiar jardines y eliminar cuanta basura pueda
depositarse sobre el césped; hay otras, como Rent-a-Kvetch, que se hacen
cargo de cualquier tipo de queja o reclamo que un particular quiera presentar
ante una organización.

También es posible contratar alguien para cuidar los animales domésticos,
atender la casa, organizar una fiesta, ordenar placares o armar un álbum
de fotos. Hay mucha gente con personal trainer para mantener su estado físico
y veterinarios y maquilladoras que atienden a domicilio.

Conserjes para las masas

Por tradición, la imagen del conserje se presenta asociada a los hoteles
elegantes. Hoy, sin embargo, también eso está cambiando. Aparecen
“conserjerías” en lugares insólitos donde el público
en general obtiene servicios de todo tipo.

Hay empresas que los contratan a modo de beneficio adicional para sus empleados,
la mayoría de las veces escasos de tiempo. Existen edificios -tanto oficinas
como viviendas- en los que se instalan conserjerías en la planta baja para
uso exclusivo de los propietarios o inquilinos.

También se vuelven frecuentes en centros comerciales y hospitales, y hasta
en una estación de trenes (Maplewood, New Jersey), donde la cámara
de comercio aprobó su instalación para asistir diariamente a los
pasajeros del lugar.
Esta nueva generación de conserjes se dedica, por lo general, a hacer trámites
para ejecutivos: compran regalos empresarios, consiguen entradas para el teatro
o encuentros deportivos, llevan y traen ropa de la tintorería. Esta floreciente
profesión ha dado origen a un programa educativo: Capitol Concierge (www.capitolconcierge.com),
en Washington DC, da seminarios de un día sobre todas las actividades relacionadas
con la actividad.

Comidas más rápidas

En el ámbito de las comidas rápidas surgen muchas opciones que se
suman a las cadenas tradicionales.
Hay, por ejemplo, chefs que cocinan a domicilio. El número de asociados
a la US Personal Chef Association creció de 15 en 1992 a más de
1.500 en la actualidad, y se cree que el gremio ya cuenta con más de 30.000
profesionales. El chef personal compra todos los elementos que necesita, va a
la casa del cliente y cocina y congela comidas para una semana o dos.

Los supermercados apenas dan abasto con la demanda de rotisería o de comidas
listas para calentar. También agrandan la oferta de alimentos fáciles
de preparar, como quesos ya cortados en daditos, hot dogs envueltos individualmente,
vegetales cortados o ensaladas listas para condimentar.

En toda Europa hay 4.000 franquicias del grupo Eismann que hace entregas a domicilio
de alimentos congelados y hasta comidas completas. Las mismas casas de comidas
rápidas están cambiando la oferta para dar lugar a la creciente
proporción de clientes que comen en su auto. Taco Bell dobla las tortillas
para que sean más fáciles de manipular. La cadena de tiendas 7-Eleven
está dando nueva forma a sus alimentos, también para facilitar su
manejo. Hace las hamburguesas, las salchichas y las omelettes, por ejemplo, con
la forma de un pancho.

Todo en el mismo lugar

Hoteles como el Marriott, Hilton, Choice, Renaissance, Loews y Westin, algo molestos
al advertir que sus huéspedes desechaban los restaurantes del hotel para
ir a comer a la hamburguesería de la zona, comienzan a ofrecer ese tipo
de comida también dentro de sus instalaciones. La idea es que todo esté
al alcance del cliente y que no tenga que movilizarse para encontrar lo que busca.

Los ejemplos de convergencia que simplifican la vida crecen en todos los sectores.
Los supermercados habilitan lugares para banco, tintorería, guardería,
gimnasio y consultorio médico. Las sucursales del Wells Fargo Bank de California
están convirtiendo el hall de entrada, casi siempre subutilizado, en un
verdadero mercado que incluye café, tintorería, correo, centro de
copiado y roticería fina.

El creciente entusiasmo por el autoempleo alimentará la demanda del consumidor
de servicios personales, y eso hará crecer la competencia en actividades
que ya existen y las oportunidades en terrenos completamente nuevos. Las firmas
establecidas aumentarán su participación en el mercado diseñando
servicios que brinden soluciones rápidas y productos fáciles de
usar.

La convergencia de servicios brotará en mercados físicos y virtuales.
Los centros comerciales se convertirán en destinos de todo servicio y los
cajeros automáticos imprimirán pasajes, cambiarán moneda
extranjera, venderán productos de inversión y manejarán muchos
otros tipos de transacciones. Todo esto para estar cerca.

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