Se impone la tercerización (I)

Comienza la era de la empresa virtual, en la cual todo se terceriza, excepto las áreas de marketing y gerenciamiento. Primera entrega.

16 septiembre, 2000

Fast Company, una revista de negocios sobre la empresa del mañana, plantea: “¿Cómo llamaría a una fábrica de computadoras que no tiene fábrica, depósitos, departamento de créditos, atención al cliente ni centros automatizados de llamadas? ¿Sociedad ‘fantasma’ ilimitada? ¿Empresa de riesgo virtual? No, Try Monorail Inc., una start-up en rápido crecimiento, con sede en Marietta, Georgia.”

Los fundadores de Monorail crecieron en la industria de la computación, en la que aprendieron que la verdadera diferencia competitiva entre las empresas está determinada por el modelo de negocio en el que se basan y no por los productos que venden.

Un ejemplo es la red dirigida al cliente de la empresa Dell, en oposición a la red de comerciantes de Compaq.

Otro ejemplo es el compromiso que Gateway creó con los primeros compradores a diferencia de la obligación de IBM para con los usuarios corporativos de grandes volúmenes.

Monorail adoptó algunas de las estrategias ya mencionadas y desarrolló otras propias, incluyendo computadoras gratis (algunas a precios por debajo de los US$ 1.000) y el servicio de tercerización.

Monorail está al corriente de lo que se viene. En menos de dos años, la empresa se ubicó en el puesto 14° de los fabricantes líderes de computadoras de escritorio en lo que concierne a ventas por unidad. Además, goza de un crecimiento trimestral de 50%.

Los fundadores de la empresa atribuyen este éxito al hecho de que Monorail se concentra en algunas áreas primordiales: planificación, producción, marketing y logística, entre otras. El resto se terceriza.

Asimismo, una cantidad creciente de empresas de servicio ya no depende de un lugar físico, máquinas refrigeradoras de agua o reuniones semanales.

La mayoría de los empleados de Jaffe Associates, empresa de relaciones públicas, ubicada en Washington DC, trabaja desde su casa, incluyendo al director de relaciones públicas, Joshua Peck.

Peck cuenta con nueve personas distribuidas por todo el país, con las cuales se mantiene en contacto mediante e-mail, teleconferencia y reuniones ocasionales.

La tercerización suma cada vez más adeptos entre las compañías tradicionales, las cuales siguen los pasos de las empresas de computación de avanzada.

Las empresas de embalaje de alimentos como Sara Lee, Heinz, Pillsbury (perteneciente a la británica Grand Metropolitan) y Campbell’s Soup se muestran deseosas de incorporarse a esta tendencia.

Actualmente, todas estas compañías liquidan subsidiarias que producen y embalan productos para así concentrarse en la planificación de marketing y estrategia.

Por supuesto, el inconveniente consiste en que los mismos productores que abastecen a Sara Lee y al resto de las empresas con alimentos que se venden con la marca de renombre tienen la libertad de vender el mismo producto a otra marca menor (por ejemplo, una marca de una tienda).

¿Durante cuánto tiempo seguirán los consumidores pagando sumas siderales por productos que son exactamente iguales a otros pero que gozan de una marca reconocida? Los peces gordos apuestan a que esta situación continuará por un largo rato. Sin embargo, no todo está dicho.

Fast Company, una revista de negocios sobre la empresa del mañana, plantea: “¿Cómo llamaría a una fábrica de computadoras que no tiene fábrica, depósitos, departamento de créditos, atención al cliente ni centros automatizados de llamadas? ¿Sociedad ‘fantasma’ ilimitada? ¿Empresa de riesgo virtual? No, Try Monorail Inc., una start-up en rápido crecimiento, con sede en Marietta, Georgia.”

Los fundadores de Monorail crecieron en la industria de la computación, en la que aprendieron que la verdadera diferencia competitiva entre las empresas está determinada por el modelo de negocio en el que se basan y no por los productos que venden.

Un ejemplo es la red dirigida al cliente de la empresa Dell, en oposición a la red de comerciantes de Compaq.

Otro ejemplo es el compromiso que Gateway creó con los primeros compradores a diferencia de la obligación de IBM para con los usuarios corporativos de grandes volúmenes.

Monorail adoptó algunas de las estrategias ya mencionadas y desarrolló otras propias, incluyendo computadoras gratis (algunas a precios por debajo de los US$ 1.000) y el servicio de tercerización.

Monorail está al corriente de lo que se viene. En menos de dos años, la empresa se ubicó en el puesto 14° de los fabricantes líderes de computadoras de escritorio en lo que concierne a ventas por unidad. Además, goza de un crecimiento trimestral de 50%.

Los fundadores de la empresa atribuyen este éxito al hecho de que Monorail se concentra en algunas áreas primordiales: planificación, producción, marketing y logística, entre otras. El resto se terceriza.

Asimismo, una cantidad creciente de empresas de servicio ya no depende de un lugar físico, máquinas refrigeradoras de agua o reuniones semanales.

La mayoría de los empleados de Jaffe Associates, empresa de relaciones públicas, ubicada en Washington DC, trabaja desde su casa, incluyendo al director de relaciones públicas, Joshua Peck.

Peck cuenta con nueve personas distribuidas por todo el país, con las cuales se mantiene en contacto mediante e-mail, teleconferencia y reuniones ocasionales.

La tercerización suma cada vez más adeptos entre las compañías tradicionales, las cuales siguen los pasos de las empresas de computación de avanzada.

Las empresas de embalaje de alimentos como Sara Lee, Heinz, Pillsbury (perteneciente a la británica Grand Metropolitan) y Campbell’s Soup se muestran deseosas de incorporarse a esta tendencia.

Actualmente, todas estas compañías liquidan subsidiarias que producen y embalan productos para así concentrarse en la planificación de marketing y estrategia.

Por supuesto, el inconveniente consiste en que los mismos productores que abastecen a Sara Lee y al resto de las empresas con alimentos que se venden con la marca de renombre tienen la libertad de vender el mismo producto a otra marca menor (por ejemplo, una marca de una tienda).

¿Durante cuánto tiempo seguirán los consumidores pagando sumas siderales por productos que son exactamente iguales a otros pero que gozan de una marca reconocida? Los peces gordos apuestan a que esta situación continuará por un largo rato. Sin embargo, no todo está dicho.

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